La familia de Elena

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La bruja, al conocer la casa como la palma de su mano al ser el lugar donde creció, llevó a elfo tan pronto como pudo a la habitación de sus padres, lo recostó en la enorme cama y buscó una gasa.

Deslizó la fría hoja de un cuchillo sobre la palma de su mano, y la sangre que salió fue absorbida por la gasa, la cual la bruja colocó poco a poco en cada una de las heridas y moretones del elfo, hasta que la única sangre que manchó su piel grisácea y arrugada fue la sangre de la bruja.

Después de esto lo dejó dormir, sanó su mano con un ungüento que su madre adoptiva siempre guardaba en su baño por si acaso, y aprovechó la noche para tomar un baño como no lo había tomado en décadas.

Utilizó la gran bañera de Vallerie, la llenó de agua y espuma con distintos jabones que para su suerte aún no habían caducado.

Se vistió con una de las pijamas de su madre, cepilló su cabello (lo que le costó bastante después de no haberlo cepillado desde hace más de lo que podía recordar).

Después bajó a la cocina, se notaba que el elfo había estado viviendo ahí, pues todo estaba como el día en que se había peleado con su padre y salido de su casa.

Con esperanza y hambre abrió el refri, estaba lleno de comida, pero no era eso lo que buscaba, así que ahora abrió el congelador encontrando un gran bote de helado Fortescue.

"Bendito seas, Bennie" pensó la bruja, tomándolo rápidamente como si fuera a desaparecer, después corriendo a buscar una cuchara.

Su boca hacia largos años que no probaba de esos helados tan deliciosos, y ahora que los tenía a su disposición no los rechazaría.

Comiendo de su helado de chocolate con chispas que se convertían en bombones al entrar a su boca, dio un paseo por la que alguna vez fue su casa.

Recorriendo con las fotos sus primeros años de vida, la mayoría de ellos eran de cuando vivían en Francia, Collin y Vallerie sonreían, cargando a Victoire y Elena respectivamente.

Esas vacaciones había conocido a Sirius, recordó con una sonrisa.

Cuando su recorrido la llevó al cuarto de su hermana, tomó la foto que ella mantenía en su mesita de noche, eran ella y Elena, cuando estaba en su quinto año en Hogwarts y su hermana en el sexto.

Limpió la lágrima que se escurrió por su mejilla, preguntándose qué sería de su sobrina Venus, la hija de Victoire y Regulus, ahora después de tantos años. Lo último que supo era que estaba al cuidado de su viuda abuela Walburga, quien la amaba como nunca llegó a amar a Sirius, pues era lo único que le quedaba de su precioso y adorado "Reggie".

Tomó el álbum de fotos de su hermana y se recostó en su cama, observó las fotos atentamente y en algún momento después de las fotos que se tomó con Regulus mientras estaba embarazada, se encontró con la única foto que su hermana y su pareja se lograron tomar con su hija antes de que la asesinaran.

Esta era del mismo día en que la pequeña Venus había nacido, el único momento en que los tres pudieron ser una familia.

La bruja abrazó el álbum, comenzando a llorar del enojo al recordar lo que le hicieron a su hermana que a penas se había convertido en madre... Y algo en su interior le decía que había sido Pettigrew.

El olor dulce de los panqueques penetró las fosas nasales de la bruja y despertó poco a poco sus sentidos, para cuando sus ojos se abrieron se dio cuenta gracias a la luz que pasaba por las ventanas que se había quedado dormida.

Exhaló al pensar que Bennie se había parado a hacer el desayuno, así que se apresuró a bajar para ver como estaba y continuar cocinando ella, pero no fueron las orejas picudas de Bennie las que encontró, era un elfo de ojos verdes que conocía muy bien.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora