Las Cartas

10 3 25
                                    

...

Después del reparto del pastel, una despedida de los invitados y una breve entrega de regalos, Sirius y Elena tomaron el traslador que estaba en su mesa y se elevaron en el aire, girando hasta que aterrizaron sobre una suave arena.

El sol estaba comenzando a salir en esa parte del mundo, tiñendo el agua tranquila del mar de azul oscuro, naranja y un amarillo dorado brillante.

Se tomaron un minuto para admirar el paisaje a su al rededor, las palmeras que habían crecido a la orilla de la playa, las rocas que limitaban el área, el susurro del oleaje chocando en la orilla y la suave brisa caliente de Hawai.

---Qué bien se siente estar fuera de esa casa--- dijo Sirius aliviado, abrazando a la bruja por la espalda, besando su cuello antes de hacerla dar vuelta para mirarla a la cara ---Mi bellísima esposa.

---Mi guapísimo esposo--- soltó con una sonrisa, besando los labios de Sirius, quien al segundo después la cargó entre sus manos como si se tratara de un bebé.

---Creo que usted y yo tenemos asuntos pendientes, Señora Black--- dijo mientras avanzaban a la atractiva cabaña que estaba atrás de ellos.

---Me pregunto qué será, no tengo ni idea--- fingió demencia mientras entraban al lugar construido a base de palos de bambú y hojas de palmera como si hubiera sido construido por náufragos con gran talento en la arquitectura y diseño de interiores.

---Oh, no te preocupes, yo te ayudo a recordar--- contestó su esposo, sentándola en la orilla de la cama ---Pero no vas a necesitar esto--- retiró su velo del peinado ---Ni esto--- se arrodilló frente a ella, levantándo su vestido para descubrir sus pantorrillas, dedicándole una sonrisa traviesa antes de meterse debajo de la falda.

Elena sintió su cabeza subir hacia sus muslos, sus manos colocadas a ambos lados de sus piernas incapaz de usarlas según las reglas del juego de sacar la liga de la novia. Ella soltó una risita al sentir su lengua acariciar su piel.

Con cuidado y tomándose su tiempo Sirius mordió la tela del lazo envuelto en el muslo de la bruja, tomando su tobillo para colocarlo en su hombro y así poder retirarlo sin tener que agacharse.

El rostro de Sirius se descubrió ante las telas blancas del vestido, la liga colgando en su boca donde tenía una sonrisa triunfante y coqueta dejándola caer al piso antes de acercarse a su esposa y devorar sus labios.

Elena metió sus manos en su saco y lo despojó de él, siguiendo con los botones de su camisa blanca, tirándola al piso una vez que se la quitó, siendo el siguiente el pantalón.

Black deslizó el cierre de su vestido, ayudándola a quitárselo para descubrir las piezas de lencería que nunca se hubiera imaginado se encontraban escondidas por él.

Tocó la tela del brasier al igual que el pecho de la bruja, deslizando sus manos por todas las curvas de su cuerpo antes de cargarla y dejarla caer en la cama, colocándose encima de ella.

Besó cada centímetro del cuello, hombros y pecho de la bruja que la tela no cubría, cuando esta comenzó a limitarlo desabrochó el sostén y lo tiró lejos, llevando sus labios al encuentro de las partes que este antes había tapado.

Elena dejó escapar un jadeo cuando su lengua acarició sus pezones, haciéndola arquearse sobre las sábanas cuando sus manos comenzaron a retirar sus calzones de encaje.

Los dedos del pelinegro se aventuraron a la recién descubierta piel de la bruja, acariciándola por fuera y luego por dentro. Las piernas de la bruja se contrajeron ante la sensación de placer.

Sus manos recorrieron el cabello negro de Sirius antes de descender por su espalda, su torso y llegar hasta su entrepierna, provocándole un gruñido ante el contacto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 30 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora