El plan de Elena

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Elena se encontraba inmersa en los libros de la biblioteca, cuando no dormía lo único que hacía era leer, y cuando no leía educaba a Crookshanks en pociones para que pudiera traerle los ingredientes, en solo un mes había leído 5 libros de 500 páginas cada uno.

Incluso de tanto pasear había encontrado el antiguo cuarto de la señora Tenebrosa e incluso un diario que contaba su vida durante los años en que vivió con los Malfoy, haciéndose pasar por uno de ellos

Claro que sin queja alguna dejó su tarea de lado cuando Snape llegó a visitarla durante las vacaciones de navidad, llevándole ropa nueva, comida fresca y numerosas latas de atún para el hambriento Crookshanks, que desde ese momento no dudó en mostrarle afecto al mago.

De no haber sido por Snape, Elena probablemente hubiera muerto de aburrimiento y frío durante el invierno.

Pasaron un día entero decorando cada rincón de la vieja mansión con guirnaldas y copos de nieve encantados que nunca se derretían, además de largos metros de luces navideñas.

En la noche recompensaron su esfuerzo con chocolate caliente para ambos, y se acomodaron frente a la chimenea para combatir el frío que lograba meterse por los huecos de las paredes viejas, colocándose sobre los hombros la única manta gruesa que encontraron.

—Gracias— dijo Elena de repente, después de dar un trago a su taza. Snape la miró confundido.

—¿Por qué?

—Por no haberme dejado sola— contestó aún sin mirarlo, llevando su mano a sus mejillas.

—Elena... ¿Estás llorando?— preguntó el pelinegro, tomándola de la barbilla para obligarla a verlo. Tal como él imaginó ella lloraba.

Sonrió avergonzada, volviendo a fijar su mirada en la fogata.

—Son las fechas— se excusó —Me ponen nostálgica y me hacen recordarlos...— guardó silencio por un momento —Los extraño— dijo, sucumbiendo a la tristeza.

Snape no supo qué más hacer más que abrazarla.

—Lo que daría por pasar una navidad más con mi familia... Sirius y yo habíamos pasado mucho tiempo planeando una fiesta de navidad. Mi sueño es poder llevarla a cabo con mis hijas, Sirius y Harry, y mis dos sobrinas que terminaron huérfanas. Mi madre piensa que estoy muerta ¿Verdad?.

—No es la única, todos lo creen, incluso Sirius. De no ser así, te habrían sacado de aquí hace años.

—Ya he perdido la cuenta de cuanto tiempo llevo aquí. Pero tengo un plan— dijo volteando a verlo —Que involucran una poción, un mago con serios problemas de poder y otro que su única amiga está encerrada en una jaula.

Snape lo miró confundido.

—¿Me ayudarás?— preguntó, Snape la miró con una sonrisa.

—¿Acaso tengo otra opción?— Elena rió y golpeó su hombro —Ahora, cuéntame todas tus ideas maquiavélicas.

—Se trata de la poción multijugos...

—¿A quién imitaremos?— preguntó Snape, aletándola a seguir con su plan.

—Draco Malfoy— Snape la miró con los ojos abiertos.

—¿Hablas del infante de 2 años?— preguntó con expresión incrédula.

—También puedes convertirte en Narcissa— le ofreció como alternativa, a lo cual el mago respondió con cara de asco.

—No sé si prefiero hacerme popó en mis pañales antes que tener pechos.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora