La Tercera Prueba

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...

---¿Crees que esté muerto?--- Dorian escuchó una voz masculina preguntar a la distancia.

---Claro que no, es un vampiro, no puede morir--- una voz familiar femenina le contestó más cerca de él.

---Siempre se puede soñar--- soltó desilusionado el otro.

Con dificultad abrió los ojos, en su cuerpo el dolor que lo había estado matando hace unos minutos había desaparecido, ya no estaba acostado en el piso, había sido colocado ahora en el sillón y sus heridas estaban curadas.

---¿Qué pasó?--- preguntó él mientras se enderezaba, Elena y Sirius se acercaron al ver que había despertado.

---De hecho esperábamos que tú nos contestaras esa pregunta--- dijo Sirius con los brazos cruzados, mirándolo como si fuera una posible amenaza, por su parte Dorian lo miró disgustado y sorprendido al encontrarse con su propio rostro en el de el mago.

---Así que era cierto, tú maldito bastardo robaste mi identidad--- soltó enojado y en un segundo ya se había levantado para empujar a Sirius contra la pared.

---¡Ey!--- exclamó Elena corriendo atrás de ellos e intentando sin resultados empujar a Dorian lejos de él.

---¡Suéltame... Imbécil!--- se quejó Sirius buscando su varita con una mano e intentando picarle los ojos con la otra.

---¡Dorian basta!--- gritó Elena, haciéndolo volar con un impulso de sus manos de vuelta al sillón, teniendo que agarrar a Sirius ahora para que no fuera a buscar revancha con el vampiro ---¿¡Qué diablos te sucede!?.

---Veremos si a ustedes les gusta mucho que los vayan a secuestrar a su casa y los mortífagos los torturen por meses solo porque un criminal en fuga de Azkaban robó su identidad--- Sirius detuvo sus intentos de llegar hasta él al escuchar esto y volteó a ver a su prometida, quien compartía su sorpresa.

---¿Qué los mortífagos qué?--- lo cuestionó la bruja queriendo creer que lo que escuchó fue por un problema de audición.

---Meses después del mundial de Quidditch al que obviamente no fui, yo estaba en mi casa lejos de su país cuando derrumbaron mi puerta y comenzaron a atacarme, esa vez pude huir pero tiempo después me volvieron a encontrar. Cuando desperté estaba en una mazmorra y ridículas personas encapuchadas bajaban a verme todos los días para preguntar siempre lo mismo, dónde estabas tú--- miró a Elena ---Les dije la verdad, que no nos habíamos visto desde hace años pero al parecer no son personas que toleren las mentiras y creyeron que la tortura me inspiraría a hablar, claro que les salió el tiro por la culata al ver que era un vampiro y no podían dejarme desangrando sin que me curara.

---¿Entonces por qué Elena tuvo que curarte para que no te convirtieras en una pasa vampira?--- lo interrumpió Black.

---Por la misma razón que Bellatrix pudo abrir mis cicatrices--- respondió Elena con la mirada perdida y sus manos acariciando la línea en su pecho, recordando con escalofríos aquel día que llevaron a su cuerpo más allá del dolor que podía tolerar.

---Jamás creí que podría odiar tanto una planta--- soltó Oldman con desprecio ---¿Podrías quitarle ya mi rostro? No le queda tan bien como a mí.

Sirius suspiró mientras Elena le daba el permiso de verlo, tomando asiento en frente del sillón donde el vampiro estaba.

---¿Cómo fue que llegaste hasta aquí? ¿Cómo sabías dónde estábamos?--- le preguntó Sirius apretando la mano de Elena.

---Bueno, escapar no fue tan fácil como pueden creerlo, ya saben, chorrear litros de tu sangre por kilómetros no es fácil, pero a pesar de todo sigo siendo un vampiro y los magos y brujas siempre cometen el mismo error: Nos subestiman.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora