Adiós

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...

Un rato después, se sentó en la mesa cuando los Granger la invitaron a comer, y Elena no pudo estar más deleitada de comer lasagna y tomar jugo de naranja.

Claro que los muggles quedaron asombrados al ver a Elena comer su segundo plato de la pasta, y finalizó con dos tazones de helado que Chris le sirvió para celebrar.

—Lo siento, pero hace años no comía delicias así— dijo un poco apenada, limpiando de las mejillas de Jane (quien comía sentada en su pierna) las manchas de salsa de tomate que su torpe forma de comer provocaron.

—No te preocupes, entendemos— dijo Chris.

Elena sabía que ambos se morían por preguntar en dónde había estado durante tantos años, pero por educación no lo hacían, ella agradecía esto ya que realmente no quería hablarlo.

—También te quería decir— comenzó Sussane tras mirar con duda a su esposo —Que agradecemos el tiempo que nos permitiste pasar con tus hijas y poder vivir lo que por mi culpa nunca podríamos— agradeció con la voz quebrada, Chris tomó su mano y la acarició de la espalda para apoyarla —Y entendemos que ya sea hora de que vuelva con sus verdaderos padres— añadió con la mirada agachada.

—Oh, Sussane. Primero quiero aclarar que desde el momento en que aceptaron cuidarlas y adoptarlas como suyas se convirtieron también en sus padres. Claro que me gustaría recuperar el tiempo perdido con ellas...

Sussane sollozó más fuerte que antes.

—Pero no será ahora— dijo, para sorpresa de ambos padres, quienes la miraron boquiabiertos.

Elena volteó a ver a Hermione, quien comía en su silla a lado de su madre, y al notar que la miraba volteó a sonreírle. Ella acarició su cabello y besó su frente en respuesta.

—Las dejaré aquí un tiempo en lo que resuelvo algunos pendientes, me encantaría poder llevármelas pero sería irresponsable de mi parte, estarán más seguras aquí. Cuando el momento llegue, volveré con su padre por ellas. Primero iré a ver a un viejo amigo...

—¡Hablando de eso!— exclamó Chris de repente, metiéndose a toda prisa a la casa, las mujeres intercambiaron miradas de confusión.

A los pocos segundos ya había regresado agitado con una nota en mano.

—Hace un tiempo una mujer vino... Y me dijo que cuando te volviéramos a ver... Te diera eso...— le explicó entre jadeos, intentando recuperar el aire.

—¿Una mujer?— lo cuestionó tomando el papelito que decía:

"Remus Lupin:
Barrio Greenwich, Calle Moseley Road"

—Sí, vestía un poco raro, era rubia, de ojos azules...

Neela— dijo para sí misma en un murmuro inescuchable para los dos —Muchas gracias, Chris.

A las pocas horas, Elena se alistó para irse, despidiéndose de sus anfitriones, siendo víctima de nuevo por la tristeza de sus hijas al tener que separarse de nuevo.

—Hermione, no llores pequeña— le pidió secando sus lágrimas —Volveré pronto y Papi vendrá conmigo, confía en mi— le prometió acariciando sus mejillas, aún así la pequeña la abrazó del cuello fuertemente aprovechando que su mamá estaba hincada.

Elena cerró los ojos con pesar al sentir las lágrimas de su hija mojar su cuello.

—Ven Jane— invitó a su hija extendiéndole su brazo libre, pero la niña, cuyos cachetes y nariz estaban rojas por tanto llorar, la ignoró y prefirió refugiarse en los brazos de su padre, enojada.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora