La revolución de Elena

23 8 13
                                    

...

Una vez que Elena cruzó el espejo como si se tratara de un traslador, miró a su alrededor el espacio negro que la envolvía, como si estuviese en un cuarto con las luces apagadas.

Miles de espejos de todos los tamaños, formas y marcos levitaban en las paredes, meneándose sin pausa como si se tratasen de hormigas buscando su hormiguero.

Al mirar atrás se encontró con el mismo que tenía en el almacén que era su cuarto, boquiabierta miró los demás que flotaban a su al rededor, volando en el aire haciendo círculos al rededor de ella.

Distintas imágenes se mostraban en cada uno de ellos, como salas vacías, la pared de lo que claramente era un baño, mujeres observando sus vestidos en tiendas de ropa, e incluso chicas aplicándose labial en espejos del tamaño de la palma de su mano.

Pero ella solo pensaba en alguno que la llevara directo a Hogwarts, y como si le hubieran leído la mente, los espejos apoyados contra la pared se despegaron de esta y volaron hacia ella, al mismo tiempo que los espejos que hacía un rato flotaban a su al rededor les abrían camino.

Pudo ver las baños de niñas y niños, el baño de los prefectos, los cuartos de diversos profesores y estudiantes, incluso el interior de la cabaña de Hagrid, hasta que al fin identificó de reojo las camillas de la enfermería.

Alzó su mano en dirección al espejo y antes de que pudiera hacer el esfuerzo de saltar para atraparlo, este voló voluntariamente frente a ella.

Era un espejo poco más grande que el que tenía en su "cuarto", este estaba colocado arriba de los lavaderos junto a cada una de las camillas.

Ante sus ojos, en la silla junto a la camilla, justo frente al espejo, se veía a una niña de cabello largo color negro, un tanto ondulado, sus ojos claros y la piel blanca.

---Jane...--- susurró la bruja con un nudo en la garganta y los ojos cristalizados. Lucius tenía razón, era la viva imagen de su padre, de Sirius.

Su hija volteó al espejo cuando escuchó un susurro llamar su nombre, pero al no ver nada más que su reflejo volvió a desviar la mirada después de un rato, pero a Elena esto le había dado el tiempo suficiente para acariciar el espejo con cariño, intentando tocarla a ella.

No estaba usando su cabello y en su camisa blanca destacaba una corbata de colores dorados y rojos, "Están en Gryffindor" pensó orgullosa con una gran sonrisa en el rostro.

De pronto su hija comenzó a hablar.

---Debiste verlo, Herms, así te hubieras dado cuenta de que es el tonto que todos creíamos que era... No puedo creer aún que el imbécil tratara de borrarnos la memoria, te lo juro que si no fuera por la varita disfuncional de Ron, naew hubiera salido bien esta noche--- dijo molesta.

Elena al fin notó los pies que se asomaban en las orillas del espejo, era Hermione, no tenía duda.

---En fin, por su culpa una tonelada de rocas casi nos aplasta, pero solo formó una enorme pared entre Harry y nosotros, estuvimos quitándolas hasta que al fin Harry y Ginny salieron, realmente tardaron muy poco, me tardo más yo haciendo mi tarea... El punto es--- se detuvo a sí misma al ver que estaba haciendo todo largo.

Miró a su melliza con una sonrisa, tomando su mano dura como roca.

---La profesora Sprout y madame Pomfrey pronto tendrán la cura y regresarás Mione... Estaremos juntas de nuevo--- la niña llevó su mano a su rostro, limpiando las lágrimas que querían salir.

---Mi pequeña--- soltó Elena entristecida al ver a su hija sufrir, sintiéndose sola al no tener a su melliza... Ella sabía lo que se sentía eso.

Jane levantó el rostro, pero esta vez no miró el espejo, sino al fondo de la enfermería, se levantó, besó la frente de su hermana y se apresuró a correr.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora