Viejos amigos

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...

Elena abrió los ojos, apenas logrando ver a través de la oscuridad que la rodeaba. Un frío inundó el cuerpo de la bruja provocando escalofríos en ella, aparentemente se encontraba acostada en una incómoda cama mirando fijamente a la pared hecha a base de tablas de madera.

Rodó sobre su espalda para mirar el resto de la habitación en dónde se encontraba, no entendía qué hacía ahí si el último lugar que había visto había sido el sótano de la mansión Malfoy.

La ajena pero al mismo tiempo familiar bodega parecía estar inmersa en un filtro gris, como si todas las luces incluyendo la de el sol hubieran sido apagadas.

Elena miró sus manos, las cuales parecían resaltar de la paleta de colores a su al rededor, pues su piel y cicatrices tenía el mismo color de siempre.

---¿Qué demonios es esto?--- se preguntó a sí misma mirando a su alrededor de forma agitada con indicios de miedo, quería regresar a donde estaba.

Pero ahora no sabía si había estado en la mansión malfoy o en el cuarto de la madriguera cuidando de Venus, todo era confuso como un sueño muy raro en el que sus recuerdos se habían partido en dos.

Comenzó a respirar agitada tratando de quitar las muñequeras en sus brazos, al no poder se dirigió a la puerta y tomó el pomo con sus dos manos intentando girarlo, pero era como intentar mover una estatua.

Por más que golpeó la puerta esta no se abrió, ni tampoco sus puños le dolieron, era la sensación más rara que había sentido y lo único que deseaba era despertar de aquella extraña pesadilla.

---Ya no estoy encerrada aquí... No voy a volver jamás... Soy libre... Soy libre...--- murmuró para sí misma cerrando los ojos con fuerza y sosteniendo su cabeza entre sus manos, creyendo que esta pesadilla se derivaba de su experiencia como prisionera, pues de estas ya había tenido varias.

---Está bien, Elena, estás bien--- escuchó una voz dulce hablarle al mismo tiempo que unas manos sostuvieron sus hombros, la cual se le hizo familiar y tardó en reconocer al no haberla escuchado por años.

Pero cuando abrió sus ojos no quedó duda alguna, quien le hablaba y estaba frente a ella era una hermosa mujer de facciones delicadas sonriéndole de oreja a oreja, cabello castaño y ojos oscuros como los suyos.

---Victoire--- la llamó sin creer lo que veía, habían pasado más de diez años desde la última vez que la había visto, su rostro se veía extraño fuera de una foto.

Ya no quería despertar de su sueño.

Para su mala suerte cuando intentó abrazarla la imagen desapareció, sintió que caía en el vacío y sus ojos se abrieron.

El a penas iluminado cuarto en dónde se había quedado dormida en la silla fue visible ante sus cansados ojos, tal y como sospechaba solo se trataba de un sueño, pero por alguna razón esta respuesta no parecía ser suficiente para ella.

Se estremeció en lo que había servido de su cama sintiendo algunos músculos de su cuerpo reprochándole el lugar donde los había hecho dormir, una cobija se deslizó de su pecho la cual adivinó Sirius puso ahí.

Al buscar a Sirius en la silla vecina se la encontró vacía, pero su atención fue redirigida hacia la cama donde voces animadas tenían una plática, encontrándose a Venus (ya completamente recuperada y sentada en la cama) hablando con Sirius, quien le daba la espalda a la bruja.

---Cuando menos se dieron cuenta metí el ratón en la sopa de mi madre, el grito que ella soltó al verlo nadando en su comida alteró hasta los perros de mis vecinos--- rió Sirius, su sobrina tenía sus manos cubriendo la sorpresa que expresaba su boca ---Fue una de las mejores cenas familiares que tuve.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora