Grigori Rasputín +18

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-¿No me vas a decir tu nombre?- Preguntó el hombre.

-Así es más divertido- dije abriendo la puerta de la habitación para salir.

Una vez fuera del local me encontré con mi sirvienta.

-¡Señorita TN! Esta va a ser la última vez que hagamos algo así, si su tía se entera de que la he sacado a escondidas del palacio...

-Adelene, respira, jamás se va a enterar. Además, necesitaba hacer algo divertido.- Dije mientras comenzábamos a caminar hacia el castillo.

-¿Volverá mañana?- Preguntó Adelene mirándome.

-¿A qué te refieres? Tu misma dijiste que no volverías a ayudarme. ¿Acaso te estás retractando querida?- Le pregunté divertida.

-No es que me apetezca ser encarcelada por esto. Pero su sonrisa lo dice todo. Está claro que lo ha disfrutado.

-No te imaginas cuánto Adel- dije mirándola de forma pícara- ese hombre... uff.. sabía moverse, sabía como complacer a una mujer. Y no veas lo que tenía escondido bajo esas ropas- suspiré al recordarlo.

-Tal vez valga la pena perder la cabeza.- Dijo riendo, mientras comenzaba a correr siendo perseguida por mí.
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Arriba cariño!- Gritó mi tía, mientras corría las cortinas. Haciendo que la luz del sol golpeara contra mi rostro.

-Aaaggh, no, déjame dormir.- Le supliqué tapándome con la manta.

-Ah no, nada de eso- tiro de mi manta volviendo a destaparme.- Venga, levántate, y aséate.- Gemí en desaprobación estaba muy cansada- Adelene encárgate de ella, debe estar lista en menos de 10 minutos.

-Si su majestad.

-TN, querida, tienes que levantarte. Hoy te presentaré a una persona muy importante, así que arriba o mandaré a que te tiren un cubo de agua jovencita.

Me levanté como un resorte, sabía que cuando amenazaba de esa manera, iba muy, pero que muy en serio.
Deje que Adelene me aseara, y vistiera.
Cada poco reíamos al recordar cómo escapábamos del castillo.
Cuando cumplí 16 años, Adelene y yo, salíamos a hurtadillas del castillo para correr cerca del bosque que teníamos ahí.
Ahora que tenía 23, lo hacía de forma más sigilosa. Nunca nos atraparon, y eso es lo que hacía que nuestra adrenalina subiera casa vez que lo hacíamos.

Una vez lista, nos dirigimos al comedor.

-Cariño, quiero presentarte a Grigori Rasputin, el médico de Alexei- habló mi tía, haciendo entrar a un hombre vestido con ropas negras.

Mi cuerpo quedó paralizado, era el hombre de anoche. Todo me daba vueltas, sentía que iba a vomitar.
Intente estabilizarme cogiéndome de una silla, pero la dichosa silla en ningún momento llegó a rozar mi mano, haciendo que callera al suelo, y mi cabeza golpeara con el suelo alfombrado del comedor.

Señorita TN!

-¡TN!

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Me levanté de golpe, dándome cuenta de que estaba en una habitación. Al fijar mi vista me di cuenta de que no era la mía. Ni siquiera la de alguna de mis primas.

-Vaya, ya despertó.

Me giré al oír su voz. Mis ojos reflejaban miedo, al igual que incertidumbre.
¿Le habrá dicho a mi tía sobre el encuentro de anoche?

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