Alan Rickman

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Gracias a historiasEB por la idea

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-Alan... Detente...- pide la mujer retorciéndose al sentir los dedos de su marido moverse con ímpetu dentro de ella.

Alan sonríe al verla de aquella manera, retorciéndose de placer, envuelta en un tenue sudor.
Con lentitud se fue acercando a los labios de ella, besándola con amor y cuidado, temiendo romperla.
Sonrió al ver sus pechos, aquellos pechos hinchados por el embarazo. Pronto una idea se le vino a la cabeza, y con una sonrisa se acercó a su pecho, donde succionó sintiendo como un líquido caliente y espeso con un sabor dulce invadió su boca.

-¡Alan!- Gimió al sentir como succionaba sus pechos.

Alan siguió chupando sus pechos, disfrutando del sabor de la leche de su esposa.
De un solo movimiento, entró en ella, provocando que TN gimiera y jadeara, logrando que Alan siguiera moviéndose con más ímpetu, mientras su boca no se separaba de sus pechos.

-Alan vas a.... dejar a tú.... Aaah... Alan....

Este sonrió, mientras se separaba de su pecho y se acercaba a su boca, metiendo su lengua en la boca de su mujer, amando el sabor de los labios de TN, su lengua aterciopelada, sus gemidos ahogándose con la boca de él.

Se separó de su boca, y comenzó a moverse con más fuerza y rapidez contra ella, a la vez que volvía a sus pechos, y volvía a deleitarse con la leche materna de la futura madre de su hijo.

Durante los siguientes meses, fue igual, Alan succionando los pechos de su mujer, haciendo todo lo posible para dejar sus pechos secos, no quería que su hijo disfrutara de aquel exquisito manjar, solo él quería tener ese privilegio.
TN no podía decir nada, simplemente disfrutaba de sus toques, y más de una vez se reía cuando le decía a su hijo que los pechos de TN eran suyos y solo suyos.

Cuando su pequeño Mauro nació, Alan refunfuñó, celoso de su hijo, celoso de que su hijo pudiera disfrutar de los pechos de su mujer, no quería compartir, él fue el primero en probarlos, y tenía el derecho de ser él quien siguiera disfrutando de ese elixir.

-Esto es la guerra Mauro- le susurró a su hijo mientras lo cogía en brazos,- los pechos de mamá son míos- soltó con una mirada sería, para después besar la cabeza de su pequeñín.

Una vez supo que se quedó dormido, corrió hacia la habitación, donde se encontraba su mujer, con un sacaleches.

-¿Necesitas ayuda?- Pregunto malicioso acercándose a ella.

-No tranquilo, solo tengo que sacarme leche del otro pecho, y ya podremos ir a dor...aahhh... ¡Alan!

Este rio al oírla, y siguió succionado con devoción.

-Estos pechos y este elixir solo son míos, que se le lo comporta Mauro solo es porque tiene que crecer, pero una vez que deje de tomarla, oh querida... Estoy dispuesto a dejarte los pezones hinchados y rojos... Son míos- susurró quitando el sacaleches de su pecho, llevando su mano a él, y apretando un poco, provocando que saliera la leche.- Mierda- gruñó al ver que perdió aquel chorro.

TN no podía parar de gemir y sonreír al verlo así... Aquello la volvía loca, pero a la vez le parecía tierno.

A la mañana siguiente, la madre de Alan llegó a su casa, para ver a su nieto.
Cuando vio a TN dando el pecho sonrió con ternura.

-Oh, recuerdo cuando Alan tomaba pecho, le encantaba, no lo quiso dejar hasta los dos años.- Dijo sonriendo- al final tuve que obligarlo a desterrarlo.

TN no pudo evitar reír, pero rápido lo oculto con una tos, llamando la atención de Alan, quien la miró con una sonrisa burlona.

-No hace falta contar tantas cosas mamá- dijo Alan.

-Querido, nunca olvidaré el tiempo que lloraste cuando dejaste de tomar pecho.

-Lo sigue tomando- soltó TN sin pensar.

-¿Qué?- Preguntó la madre de Alan.

-Quiero decir... Mauro sigue tomando, tiene mucha hambre- Alan no pudo evitar reírse al darse cuenta de lo que soltó su mujer.

-Mauro siempre tiene hambre, supongo que en eso nos parecemos.

Una hora después, la pareja volvió a quedar sola, Margaret, la madre de Alan se había ido, y Mauro quedó dormido.

-Que equivocada estaba tu madre.

-¿En qué?- Preguntó Alan confundido.

-Ella piensa que dejaste el pecho con dos años, y mírate aquí, con 40 años y tomando pecho a todas horas como un bebé hambriento.

Alan no pudo evitar reírse, y acercarse más a su mujer.

-Pues este bebé tiene hambre, y no solo de esos hermosos pechos, sino también de ese hermoso y jugoso coño, así que querida, ábrete de piernas para papá- susurró sobre sus labios, provocando que riera.

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Perdón que sea corto... Espero que os guste.

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