Elliot Marston

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-Vera Señor Quigley, tanto usted como yo sabemos lo que nuestro amigo Marston tiene pensado hacer, por eso, me vendría bien su ayuda para pararle los pies.

-¿Se da cuenta de lo que me está pidiendo? Me está pidiendo que busque la cabeza de uno de los Sheriffs más conocidos de Australia, tiene a sus propios matones y...

-¿Quiere matar a todos los aborígenes por una vendetta personal! ¿Acaso pido mucho a la hora de pararle los pies? Entiendo el punto de vista de Marston, pero no todos son culpables del asesinato de sus padres... Mis Padres también sufrieron la misma muerte, y yo también desearía acabar con todos, o hacerles lo mismo, pero sé que no es ético.

-¿Por qué me está contando esto?

-Porque Elliot no era así... Él era dulce, gentil... Pero cuando unos aborígenes volvieron a atacar, matando a una familia por pisas sus tierras.. Enloqueció y se volvió en lo que es ahora...

-¿Qué lo une a ese hombre, señorita Sterling?

-No sé ni por dónde empezar...-susurro, mientras su mano derecha se dirigía a su vientre.- Solo le puedo aclarar que Elliot Marston es un buen hombre, que tiene el juicio nublado por el odio, y necesita ayuda para poder ver más allá de el.

Quigley suspiro, para bajar su cabeza y negar, entendía a aquella joven que tenía delante, y sobre todo sabía que Marston estaba nublado por el odio, pues hasta el mismo podía ver que aquella joven no era una australiana cualquiera, era una aborigena, se notaba en su tono de piel, en su cuerpo, su rostro, su pelo, sabía que era extranjera, y sabía que si Marston de verdad fuera racista, no tendría a una mujer como ella de pareja, y mucho menos tendrían una criatura en camino.

-La ayudaré, pero no le prometo que su amante salga impune, o vivo...-susurro la última palabra, con pesar y dolor, pues no quería que ella sufriera, pero si Marston intentaba matarlo, él estaba dispuesto a hacerlo primero.



[...]

-¡Os quiero fuera de mi propiedad ahora!

-Marston, tienes que escucharme.. es algo..

-Quigley, he dicho que os mar....

-Los indígenas tienen a TN.- Soltó con frustración.

Elliot abrió los ojos como platos, antes de acercarse al hombre, y mirarlo con odio.

-¿Cómo sé qué no mientes? ¿Cómo sé que no la tienes tú? ¿Esperas qué...

-La tienen por mi culpa.. Elliot soy el culpable de que secuestraran a tu mujer.. solo quería hablar con los indígenas, nada más, pero reconocieron a TN y para cuando me di cuenta, ya la habían capturado, y a mí amordazado y golpeado. Te pido perdón.. solo quería mostrar que los indígenas no eran unos asalvajados, solo...

Elliot lo golpeó con fuerza, tirándolo al suelo, para subirse encima de él, y tratar de seguir golpeándolo, pero en ese momento, Quigley quedó atónito al sentir lágrimas caer sobre su cara.

-Solo tenías que hacer una cosa.. Protegerla... Solo eso te pedí.. Sabía que ella iba a ir a verte ¡pero fuiste un completo capullo y la llevaste hacia ellos! Debería matarte..

-Elliot, podemos recuperarla, los indígenas..

-No me importan una mierda los indígenas Australianos, los que me importan son los putos chamanes, ¡ellos maldijeron a mis padres, y días después los mataron! Si hubieras escuchado.. si hubieras..

Elliot se levantó con brusquedad, para ir hacia su caballo y montarse.

-¿A dónde vas? ¡Elliot! No puedes ir a matarlos, o..

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