Capítulo 1

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Ashley

Escucho sonar la alarma indicándome que son las siete de la mañana, que tengo que levantarme y arreglarme para ir al Instituto. Debo arreglar mi hermosa cabellera dorada y roja, seleccionar un hermoso conjunto de la nueva colección de Prada. Me despierto, levanto las cortinas. El sol radiante me recibe aspiro el aire limpio, se ve una mañana esplendorosa, como todas las de Otoño, mi estación favorita del año, no hace un frío insoportable como en invierno y las vistas de las hojas cayendo de los árboles y todo alrededor color naranja es muy bonito.

Al parecer este inicio de curso será tan bueno, como el de los cursos anteriores y es que, ¿quién no estaría encantado de estudiar en la misma escuela que la hija de William Roberts, el jefe de las tropas militares de todo Londres? Un hombre temido, respetado y envidiado. Pues sí, señoras y señores, él es mi padre, mi héroe, al que siempre le pido cualquier cosa que quiero y me lo da sin reparo. Papá me consciente en todo porque yo soy la niña de sus ojos, su princesita.

Después de ir al baño y hacer mis necesidades, escojo un top blanco con una saya negra ajustada en mi cintura y con vuelos que caen perpendicularmente, que me llega hasta las rodillas, mi chaleco blanco de perlas, una de mis botas negras altas y por supuesto, mi bolso Hermes color blanco. Lo combino con unos aretes largos con forma de varias gotas de agua cayendo, pero delicados que llegan hasta el límite de mi cuello, un maquillaje ni sencillo ni extravagante y dejo mi hermosa cabellera suelta y ondulada. Radiante.

Cuando estoy lista, me dirijo al comedor para tomar el desayuno junto a mis padres. Como ya les dije mi padre es William Roberts, el jefe de las tropas militares de todo Londres. Y mamá es Marsella Roberts, una de las señoras de la alta sociedad que se dedica a las donaciones hacia instituciones de bajos recursos y orfanatos. Se graduó de Diseñadora de Interiores pero años más tarde decidió dedicarse únicamente a ser una señora de sociedad y ayudar a todos los que podía. Amaba su trabajo pero decidió dedicarse enteramente a mi y a la caridad. Pudo haber retomado su carrera años más tarde pero dijo que se sentía mejor ayudando a los que la necesitaban.

—¡Buenos días, papá!

Saludo toda alborotada y cómo hago todos los días, voy, lo abrazo y lleno de besos, él solo se ríe y me devuelve los besos, separándose de mí, como si se incomodara, pero yo sé que le encanta que haga eso. Luego me giro para mamá y le lanzo dos besos, a modo de saludo.

—¡Buenos días mamá!

—¡Buenos días hija, mi niña! —contestan al unísono

En eso, entra mi nana con el desayuno en una enorme bandeja en las manos. Chloe vivía con nosotros desde antes de que yo naciera, porque antes de mis padres tenerme a mí tuvieron a mi hermanito, el cual falleció ahogado tras caer en la piscina, nunca lo llegué a conocer y me imagino lo maravilloso que hubiera sido tener un hermano mayor. Mi nana se sentía culpable y creo que aún lo hace, pero lo ocurrido fue un accidente ya que la responsable ese día de mi hermanito era la chica de la limpieza porque la nana no se sentía muy bien, y desde entonces mi nana vive con nosotros y me ha cuidado desde siempre, no tiene hijos por eso me consciente tanto, porque dice que yo soy su niña, incluso a veces pienso que tiene miedo de que me pase algo parecido a lo que le sucedió a mi hermanito. Y a veces siento pena de que ella no haya podido hacer su familia para cuidar de mí.

Muchas noches sueño con lo bonito que hubiera sido vivir junto a mi hermano mayor, que me cuidara y sobre protegiera como solo los hermanos mayores saben, que me hiciera bromas pesadas de hermanos y que a veces lo odiase por ello. Pero es imposible. Solo es un sueño que nunca veré realizado y siempre me dolerá haber perdido algo con lo que siempre he soñado pero que nunca tendré.

—Buenos días —saluda mi nana

—Mi niña, te preparé tu tostada con mermelada y jugo de naranja como te gustan —dice la nana Chloe, mientras me sirve

—Está bien nana, muchas gracias —contesto sonriéndole feliz, adoro a mi nana, siempre me complace y sabe lo que me gusta, es mi ángel guardián

No presto atención a lo que está sucediendo a mi alrededor. Mi nana Chloe, termina de servir el desayuno a la familia. Mientras me lo como, reviso mis notificaciones y me tomo algunas fotos. Ante la mirada de desaprobación de mis padres. Es que amo lo hermosa que soy.

—Ashley, deja el teléfono y desayuna, que se te hará tarde —me llama la atención mi madre, siempre igual

A veces me duele no poder ser "yo misma" ni siquiera en casa.

—¡Ay mamá, déjame desayunar en paz, además no importa si llego tarde! —y continúo desayunando sin prestar atención a lo que dice, papá me mira en ocasiones, pero no dice nada, como siempre...

—Mamá, papá, ya acabé, me marcho al Instituto.

Les informo levantándome de la mesa para irme, doy un beso a mis padres y me dirijo al parqueo —¡Ten buen día hija! —los escuché decir pero no volteé a responderles

Al llegar tomo las llaves de mi Lamborghini rojo y lo enciendo, emprendo camino hacia el Instituto. Durante el trayecto voy escuchando a Billie Eilish —amo la forma en la que me hacen sentir las letras de sus canciones, y al llegar al parking del Instituto choco con un chico que se estaba desmontando de su motocicleta, que por lo que divisé la acababa de parquear.

—¿Quién eres tú? —pregunto realmente molesta. ¿Cómo se le ocurre estacionarse en mi parqueo?

—Eso debería de preguntar yo, acabas de atropellar mi moto —responde el chico molesto sin mirarme, revisando su estúpida motocicleta.

—¡Ese es mi sitio para parquear! —le grito realmente furiosa —¡Todo el mundo sabe que ahí parqueo yo, nadie se atreve a tomar mi puesto! ¡Nadie excepto yo lo puede utilizar!

—Pues lo siento mucho niña fresa, pero ya mi moto está parqueada ahí, así que búscate otro lugar —responde el chico, y se va dejándome con la palabra en la boca y, toda histérica por ser el primero que me hace ese desplante y no se humilla delante de mí, como todos lo hacen

—¿Quién será este idiota? —me pregunto furiosa

Tengo unas terribles ganas de acabar con ese chico, pero si él cree que esto se va a quedar así está muy equivocado, por lo que sin importarme él o su moto, coloco mi auto en el parqueo tirándola fuera del mismo, ante la mirada de los demás que no dicen nada. Tomo mis cosas y me dirijo al salón de clases, y no puedo creer lo que veo en cuanto llego. ¡El odioso e insignificante chico está sentado en mi puesto! ¡Esto es demasiado!

—¡Oye! ¿Te has empeñado en meterte en mi camino hoy?


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Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora