Capítulo 3

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Matthew

Después de haber dejado a aquella niña rica hablando sola en el parqueo me concentro en buscar mi horario de clases en la mochila y cuando lo encuentro me dirijo al salón, mi primera clase es de Filosofía, aburrida, como el resto de las asignaturas escolares, la única que me gusta es matemáticas, aunque en mi casa nadie lo sabe, todos piensan que soy un bruto y un inmaduro que solo está para que le cumplan sus caprichos, tan poco me importa que no he hecho nada para cambiarles ese concepto que tienen de mí. Les he escondido con ayuda de mis antiguos profesores que era el mejor estudiante de mi año, haciéndome pasar por el peor de ellos. Ahora en esta nueva escuela de ricachones pretenciosos no sé cómo haré pero todo debe de seguir como hasta ahora.

Cuando entro al salón buscando un lugar donde sentarme veo que  todos están ocupados a excepción de los dos de la primera fila por lo que decido sentarme en uno de ellos y agradezco al cielo porque no tengo que soportar en clases también a esa chiquilla malcriada.

—No puede ser —digo por lo bajo al ver quien está entrando al salón.

Mi suerte no podría ser peor, ahí está la niña fresa del estacionamiento, cruzando la puerta con sus aires de grandeza. Con la mirada busca un lugar donde sentarse hasta que repara en el único asiento vacío, justo a mi lado. Se acerca con una elegancia casi antinatural aún sin notar mi presencia. No puedo evitar quedarme mirándola como un tonto, hay algo en ella que hace que me resulte imposible apartar la vista. Está más buena de lo que me gustaría admitir, tiene el cabello dorado y la mirada en sus ojos verdes es tan profunda que solo quiero observarlos durante horas. Si no fuera tan petulante sería perfecta.

—¿Te has empeñado en meterte en mi camino hoy? —Su voz aguda me saca de mi ensoñación, ¿cómo pude pensar que se veía sexy y que sería perfecta para mí?

—¿Pero qué tengo yo qué ver contigo? Ni siquiera te conozco, la que parece que me acosa y persigue aquí es otra — le respondo con la un tono similar al suyo.

—¿Qué te acoso yo? ¿Estás loco? ¡Ésta mañana utilizaste mi estacionamiento y ahora para colmo te encuentro en el mismo salón que yo, sentado en mi asiento! ¿cómo esperas que reaccione?  — responde histérica, dando un espectáculo en el medio del salón.

—¡Claro que la que me acosa eres tú! Primero estropeas mi motocicleta luego de que la acabara de estacionar, y en vez de pedirme una disculpa empezaste a gritar como loca. Y ahora para colmo entras en el mismo salón que yo y me exiges que te dé un lugar, que según tú es tuyo. ¡Pues sabes qué!, ¡búscate otro asiento  porque de aquí no me paro! — le grito igual o más alterado que ella, mientras que observo como se ha quedado de pie esperando que me levante de mi sitio.

No podemos seguir con nuestra discusión porque en eso comienza a hablar el profesor.

—¡Buenos días estudiantes, bienvenidos al nuevo curso escolar! — dice el profesor con falso entusiasmo y una fea mueca que  intenta hacer pasar por una sonrisa.

—¡Buenos días profesor! — respondemos todos al mismo tiempo, haciéndole creer que no nos dimos cuenta de su mueca.

—Señorita Ashley Roberts ¿por qué está usted de pie y no en su lugar? — le pregunta el profesor a la chiquilla que está de pie al lado mío, ¡así que se llama Ashley Roberts!, muy interesante, el profesor parece conocerla desde antes  porque ha dicho su nombre completo delante de todo el salón y ha cambiado su sonrisa falsa, por un disgusto notable en su voz.

—¿Es...este profesor no hay otro lugar en el que yo me pueda sentar que no sea este? —su tono de voz delata lo incomoda que sentía en esa situación, tenía pensado intervenir aunque no lo mereciera pero el profesor se me adelantó.

Amor ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora