MINISTRO MORGAN [FANFIC PP ALEX MORGAN Y LAILA LINCORP]

CAPÍTULO SESENTA Y TRES

Laila Lincorp

Mi paciencia esta llegando a su limite.

Soportar a Liz fue una cosa, pero soportar todos estos puto rumores me están jodiendo.

Jamás me ha importado lo que las personas dicen o inventan de mi, pero todos tienen un limite y el mio esta llegando.

—Repite lo que acabas de decir —miro a la chica frente a mi.

—Yo no dije nada—asiento mirándola y suspiro.

—No me molesta lo que dijiste, pero me enfurece que no tengas el valor para decírmelo de frente —doy un paso y me mira danto uno hacia atrás.

—Ya te dije que no dije nada

—Lo hiciste, la llamaste puta—levanto la mirada y veo a Angela que parece relativamente tranquila—lo hiciste y ahora lo mínimo que merece es que al menos lo admitas y te disculpes.

La rubia hace una mueca mirando por encima de mi hombro a la otra chica con la que venía hablando de mi como si yo no existiera.

—Teniente, nosotras no hablábamos de usted... nosotras...—la chica a un costado de mi da un paso al frente.

—Lo sentimos teniente, no volverá a pasar— se coloca a lado de su amiga y me mira— no era nuestra intención insultarle, todo el mundo habla de eso, no volverá a pasar, lo sentimos

Se que todo el mundo lo dice, y quizás estoy exagerando con este par pero les toco la mala suerte de toparse conmigo cuando mi paciencia había llegado a cero.

—Pueden retirarse —les digo moviendo la cabeza y suspiro.

Me digo que estoy bien, pero no lo es, no del todo.

Progreso y sigo con mi vida pero en el fondo me sigue faltando algo, me sigue faltando él.

—No las escuches. — miro a Angela y sonrió asintiendo.

—No lo hago, me da igual lo que los demás piensen—sonrió y me acerco a abrazarla— pero dios ¿Qué haces aquí? ¿Cómo estas?

Angela sigue con incapacidad, al menos de forma parcial, aun de apoya de una muleta o un basto las veces que la he visitado, pero en definitiva se ve mucho mejor.

—Papeleo, me gusta mantenerme al corriente, gracias por ayudarme con eso por cierto —encogiendo un hombro niego mirándola.

—Descuida, no es nada, mejor cuéntame, ¿Cómo has estado? —suspira y sonrió mirándola.