La inseguridad más grande

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Te escribí, te escribí y te odié. Te relaté como la peor pesadilla de mi vida y de cierta manera supiste interpretar ese papel con interesantes aires de perfección. Recolecté los sentimientos más podridos por el rencor que pude hallar en mí, y creé entre mis palabras un mundo específico para dedicar en tu nombre cada una de mis reclamaciones, de mis lamentos y cada pedido de auxilio que jamás aprendiste a socorrer. Sufro impotencia al repasar aquellos textos que tantas decepciones y roturas denotan, porque comprendo que esa mezcla de angustia, de dolor, quedará suspendida en una eternidad imborrable, y que no importa qué tanto el tiempo se lleve, el sentimiento al momento de leer esas palabras va a volver, va a azotarme con resentimiento. Porque no tuve esa versión de tu persona que necesitaba. En ese momento tu falta fue más significativa que tus errores, y ese fue el detalle que logró comprimir mi bienestar en todas sus formas.

Es por ello que aun no comprendo esa sensación de seguridad al pensar que estás ahí, porque sé que es nuevo, innovador, algo de lo que antes carecía. Y no quiero tomar rencor por cosas pasadas ni desenterrar viejas heridas "superadas", sin embargo... entro en conflicto porque ahora te tengo cuando, en su momento, una parte de mí no pudo. Es tan irónico considerarte actualmente uno de mis lugares más seguros, una de mis compañías preferidas; ese espacio de libertad y confort en el que me siento en paz, en donde nada me puede afectar. Pero tengo miedo a que me guste y a raíz de ello, perderlo. Siento una especie de desconfianza a la costumbre, lo admito. Temo tenerte en la cima de todo, presumirte, y que una vez más me decepciones. Ya que no sé si esta vez, ahora, podría salir ilesa. Nunca salí ilesa en realidad, pero esta vez es diferente, esta vez es capaz de culminar por completo mi fe por la vida. Porque todo es inestable, todo me falla y me absorbe, nada se me es devuelto, y no quiero que seas vos justamente una de las personas que me dañen. No otra vez.

Agradezco con el alma que ahora me des tu espacio de seguridad, esa confianza cálida que no me juzga y esa extraña paciencia que me ayuda a no temerle a mis propios llantos. Esa paciencia en especial que ahora me da a entender que está bien explotar y sentirse enojado, y querer que todos se esfuercen más, y necesitar de más llanto para desahogar el malestar. Adoro esa manera de hacerme pensar que las cosas son más fáciles de lo que no me animo a creer, y que sepas calmar el tono cuando opino. Me gusta que hayas aprendido a prestarme más atención o que te disculpes por no hacerlo, y que ahora me escuches sin que yo sienta el deber de hablar con más rapidez para no aburrirte. Es lindo que ahora decidas ser tu mejor versión a pesar de que no tengas los mejores días. Y que podamos hablas de nuestras rutinas por interés y no por obligación. Me gusta tanto... que parece irreal. Y cuando me siento culpable por tenerlo, al instante lo corrijo y pienso "es lo que merezco, es lo que siempre merecí".

Luján Amaya

PENSAMIENTOS DE UNA CHICA DE PELO AZUL | #1 EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora