Comida a medias

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Quiero convencerme, estoy desesperada. Comienzo un escrito y termina en nada. Y en la nada hay vacío y en el vacío frío, y odio tanto el invierno que hibernaría durante meses para no suicidarme y poder vivir bajo el cálido sol de diciembre. Pero esto es lo que hay, esto es lo que queda, la página quemada ya no posee letras. Las canciones de tristes oraciones tomaron sentido, como cuando entiendes el significado de un sueño, como cuando atrapas al asesino del libro. Quizás esta historia no termine en asesinato, pero mi corazón estuvo al borde del colapso. Morí dos veces y no logré resucitarlo, a duras penas dio unos latidos y los guardé para cuando no le quedaran las fuerzas de volver a ejecutarlos. Mis manos se acarician frías, mientras mi pecho arde y la caspa del estrés parece una tormenta de nieve enfriando mis pensamientos. Las manchas de mi piel persisten pero no decididas a quedarse, porque como con todo, carezco la seguridad de que vayan a aguantarme. Y es difícil lidiar con pérdidas, pero aún más cuando la perdida sos vos, cuando nadie te auxilia, cuando son horas mirando un punto fijo pensando... "¿voy a salir de esta? No, ya no".

Y no hay escapatoria, como un viaje con ida y sin vuelta. Soy un astronauta que se enamoró de la luna aun sabiendo que no podía vivir en ella, y preferí quitarme el casco y morir asfixiada antes de solo en lejanía poder apreciarla. Y estoy tan cansada, no sé si es karma, destino o buena praxis del sufrimiento, pero estoy convencida de que no merezco esto. Mi desarrollo de personaje termina con un muerto, y no sé si seré yo o algún pelotudo que se me cruce en el intento. Me duele la panza y no he comido nada, ayer fue porque no quise y la vez pasada porque no tenía ganas, y la anterior a esa porque se fue el apetito con un llanto que se vino desmedido. Y desaparezco. Poco a poco, pasito a pasito, ya no va quedando nada. Me siento linda porque tengo más cintura, pero es del hambre que no tengo y de las comidas que terminaron en la basura. Mis ojeras no tienen cura, y si supieran cuánto más van a sentirse húmedas, me exigirían una vacuna. Tengo ganas de vomitar, a veces palabras, otras emociones, o cualquier mierda que en estas circunstancias haya podido tragar. "Comé", me dicen "no vayas a empeorar" si sabes lo que cuesta esta mierda, ¿por qué mierda no te callas? 

Luján Amaya

PENSAMIENTOS DE UNA CHICA DE PELO AZUL | #1 EscritosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora