Me encanta ver; la caída de un niño, el humo ascendente de un sahumerio o inclusive las miradas ajenas con las que cruzo sin motivo alguno por la calle, miradas que ni idea por qué miran, pero que me encanta mantener. Me gusta ser receptora de materia, de energía; al fin y al cabo de eso a lo que llamamos "vida". Me gusta ver la nada en un punto fijo, o al todo cuando me hallo distraída observando al cielo. Me gusta ver montañas, pensar que son seres durmientes; flores y creer que en ellas hay duendes; o la ventanilla de cualquier vehículo por la cual espío graciosamente el ir y venir de cada sobreviviente. Me gusta ver aun cuando nadie espera ser visto, cuando sienten mucho de repente o guardan tanto en su mente que parecen solventarse de expresiones facialmente. Me encanta que ver sea tan silencioso, automático, siniestro y que a su vez me encierre en una costumbre casi, pero casi eterna. Me gusta ver colores al óleo pintados en atardeceres, sonrisas sinceras que poco a poco algo encienden, o mi propio reflejo cuando una mueca de aprobación me devuelve. Me gusta recibir, canalizar y sobre todo cada detalle apreciar, porque hay un universo escondido en el botón de un abrigo nuevo y porque quizás esa marca sea más que una simple piel cicatrizada. Creo porque veo, y veré después si esa costumbre me cure de espanto a largo plazo. Veo porque creo que no hay nada más egoísta que ignorar la mirada de la persona que te está hablando. Veo porque soy libre de hacerlo, porque mis ojos persiguen al resto, y porque no tengo idea cuándo ese escenario en frente de mí volveré a tenerlo. A veces observo porque no hay nada más que decir y, en algunas ocasiones lamentables, ni siquiera que hacer. Veo porque es la única alternativa para poder entre estrategias inventadas conseguir subsistir; veo porque así aprendo, porque así me las ingenio, porque copiando actitudes de la multitud me alejo de las dudas de lo que pensarán luego. Y aunque ver me haga llorar, clave llagas en heridas vulnerables o inclusive hasta me obligue a vomitar... amo ver porque me hace ser consciente de la realidad. De que es esta la única oportunidad material para obtener de nuevo todo aquello que por distracciones, terminé perdiendo. Veo porque aclaro, porque creo lagos en los que me sumerjo para ahogarme en paz.
Luján Amaya
ESTÁS LEYENDO
PENSAMIENTOS DE UNA CHICA DE PELO AZUL | #1 Escritos
DiversosEn un subidón de valentía me animé a compartir algunos de mis escritos más personales con la idea de abarcar otro tipo de novela. Y sin ser capaz de justificarlo, me aterra. He escrito desde tantos sentimientos y con tanta pasión, que me quedo cort...