Dios me guarda, sí, pero en su fosa más oscura, haciéndome percibir en las piernas los nudos de mil ataduras y es que las palabras que elijo no duran, aquellas que dicto me perturban, tengo miedo de faltar a mi palabra pero más miedo me da el no poder soltarlas. Creo entre malabares un mundo torpe que tras un golpe no inestabilice de mi arma la funda ni ralle tan jodidamente el brillo de lo que supongo... es una armadura. Y es que las puertas están a centímetros de ser cerradas, y con el afán de tantos años estancada queriendo a todo costo traspasarlas, ahora lo dudo, ahora me sobra todo menos las ganas. No me vuelve una boluda el tener miedo, pero es como si decirlo creara un acertijo, pronunciar la frase es lo que detona lo incierto; el cómo lo vayan a tomar, el cómo voy a quedar... Por primera vez no hay una soga bajo la garganta ni siento los pulmones vacíos de la ansiedad que alguna vez los ahuecaba; tengo más mariposas que garras y una sonrisa bien ancha por si a mi favor tengo que usarla, pero no sé... o si sé y aun así ambos polos danzan entre sí, generando que la duda sea más certera que el mismo "sí". Y es que basta, ¿qué me vas a hablar a mí de rabia si nunca te quedaste con tanto que decir como mugre consumiéndose en una acequia estancada? ¿Cómo me vas a hablar a mí de silencios si fueron más los que recibí de los que terminé rompiendo? Ojalá las miradas sí hablaran, que las pupilas fuesen crueles altavoces carentes de máscara en donde los pensamientos sin piedad alguna escaparan. Porque si algo sé, si algo sí sé, es que desde que empecé hablar con la verdad sentí la esencia de lo que considero verdadera calma. Desde el minuto uno en el que me sinceré dejé el temor, dejé la rabia, dejé todo en una bolsa y, sin tirarlo, lo reciclé y creé mis propias palabras. Simples, algo antagónicas; una patada que impacta, un balde de agua helada que cae lentamente por la espalda. Y es que si fuesen mi único regalo lo transformaría en cientos de libros con miles de páginas. Si pudiese materializar todo lo que mi imaginación emboca contaría más de doscientas historias, ilustraría ochenta otras y me concentraría en editar las que todavía no se invocan. Me dedicaría a hacer de mi apellido un pavimento de mil y un curvas que inspirase a más de uno tomarlo más que como regla, destino. Que fuese un tránsito diferente, una caminata desolada con cientos de secretos decorada. Más que una experiencia, un sentimiento; menos que una competencia, un susurro de aliento. Si las palabras me sobraran le dedicaría a cada persona que amo una carta; me despediría, iniciaría la marcha... porque lo que por un lado sobra, en otro escasea. Y tantas palabras solo me vaciarían el alma; no tendría que rastrearlas ni tomarme las molestias de, entre gritos y lágrimas, atraerlas o siquiera llamarlas. Si las palabras me sobrasen escribiría tanto que no tendría sentido leerme, porque la innecesaria cantidad opacaría mi calidad, porque tener materia en demasía enturbiaría el sentido de escribir cuando realmente algo me inspira... y si tengo que pasarme toda esta vida con oraciones estancadas, frases no terminadas, diálogos abochornados y una que otra hoja llena mierda que a ciencia cierta puedo comprobar que no me llevará a ningún lado... Sé que sería para que en la otra pudiese finalmente ser capaz de expulsarlas sin tanto daño. Ojalá Dios me guarde o, con recelo y algo de amor, me las guarde; ojalá no olvide lo que le dio sentido a mi miseria y sin quererlo... me desvió del desastre.
Luján Amaya
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PENSAMIENTOS DE UNA CHICA DE PELO AZUL | #1 Escritos
CasualeEn un subidón de valentía me animé a compartir algunos de mis escritos más personales con la idea de abarcar otro tipo de novela. Y sin ser capaz de justificarlo, me aterra. He escrito desde tantos sentimientos y con tanta pasión, que me quedo cort...