Capítulo 53 FINAL

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Adrien:
Había golpeado la piñata, y los niños habían tomado sus dulces... ya habían pasado unos minutos, y Marinette no llegaba.

—Seguro está saboreando su jugo de mango, Adrien—me dijo Kagami, mientras era acariciada por su prometido.

—No lo sé... tengo un mal presentimiento—comenté—Iré adentro, a ver cómo está.

Me levanté, pero justo antes de que yo empezara a caminar, mi mamá llevo su mano al lado izquierdo de su pecho, y agarró mi brazo con fuerza, con una repentina expresión de pánico en su rostro.

—Voy contigo, Adrien—me dijo, y se levantó, para caminar a mi lado.

—¿Estás bien, mamá?—pregunté, precavido.

—Tengo un presentimiento horrible—me confesó, mientras caminábamos hacia el interior de la mansión—Me dolió el pecho... como si fuera a perderte.

—Yo estoy bien, mami—dije, y me detuve un momento para besar su frente—Solo voy a comprobar que todo esté bien con mi esposa.

—Mari...—dijo, y se quedó pensativa—esa pobre niña ha pasado por tanto... no merece tanto mal, no es justo...

—Pero ya estamos en paz, y felices—besé la mejilla de mi mamá—Te prometo que la haré la mujer más feliz de este mundo.

—Estoy segura de que siempre lo hiciste—me dijo, y me sonrió—Estoy orgullosa del hombre en el que te has convertido.

Mi corazón se alegró, pero se cayó instantáneamente al entrar en la cocina.

Marinette estaba arrinconada contra una pared, y un hombre le apretaba el cuello, como si quisiera estrangularla.

Los ojos de mi pobre esposa estaban casi apagados, con una mirada perdida, como si se hubiese rendido. Sus manos estaban sobre los brazos del hombre, pero ya no luchaba por su vida.

Mi corazón dolió, una vieja herida había vuelto a abrirse, pero esta vez él no lograría separarme de ella... ya no era aquel pobre niño tonto, obligado a obedecerlo. Su poder sobre mí se había acabado hacía ya varios años, pero aún así, me impresionó mucho ver de quién se trataba...

—¿Papá?—lo llamé así, una parte de mí aún tenía la esperanza de que una parte de él aún me amara, y que esa parte tuviera piedad de mi esposa, y de mi bebé, pero el pánico se apoderó de mí cuando volteó a verme, y sonreía como un maldito psicópata—¡SUÉLTALA!

Me lancé sobre él, y lo separé de Marinette. Yo caí al suelo, y mi padre cayó encima de mí. Marinette ya estaba inconsciente... en verdad quería pensar que solo estaba inconsciente, y no muerta... si ella moría, me llevaría con ella, y solo se quedaría aquí la mitad de mí, para darle a mi hijo el amor que merecía...

—¡La tengo!—dijo mi mamá, quien la había atrapado en el aire, evitando que se golpeara—¡Oh, Mari!—mi mamá lloró—Mi niña, ¿por qué se ensañan contigo, si tú eres un ángel?

—¿LA MATASTE, MALDITO HIJO DE PUTA?—grité, con una punzada insoportable en mi corazón, y mis ojos llenos de lágrimas—¿POR QUÉ? ¿POR QUÉ? ¿QUÉ GANASTE? ¡DIME!

—¡TE ODIO, GABRIEL!—gritó mi mamá—Ella era inocente... no tenía la culpa de tu puta locura. ¡TE ODIO! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO!

—¿Qué mierda está pasando aquí?—preguntó Félix, aturdido por la escena que había encontrado.

—Mueve la fiesta al parque... ¡QUE NADIE SE ENTERE DE ESTO, Y MUCHO MENOS, HUGO!—gritó mi mamá.

—¿Marinette está bien?—preguntó Kagami, preocupada.

[2] En las Sombras de París [Miraculous Ladybug & ChatNoir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora