Capítulo 13.

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—¿Desde cuándo conoces a Samanta?

Eleonor se sorprende por la entrada repentina de su nieta mayor a su habitación y más por la pregunta que ha hecho.

—¿Cuál Samanta? —esquiva la mirada de la joven y sonríe para adentro, no le cabe duda de que la actriz la fue a buscar y a eso se debe el nerviosismo reflejado en su cuerpo.

—No te hagas la desentendida, sabes bien de quién hablo.

Mariana se impacienta delante de su abuela y esta lo único que hace es reírse en su cara.

—Ah, te refieres a la actriz. A Samanta la conozco desde hace más de cuatro años. ¿Por qué preguntas?

—Ha venido a la oficina a verme.

—Por eso estás tan alterada, es bueno saber que tienes reacciones humanas, ya pensaba a dudar de que las tuvieras.

—No es broma. Me ha dejado martirizada y con un montón de preguntas en la cabeza y realmente no sé por dónde empezar.

—Y decidiste empezar por mí, muy sutil e inteligente de tu parte.

—Eres la única que puede darme respuesta sin mentir ni evadir nada. Es un enredo que no me gusta y menos si estos involucran a Lidia, ya sabes cómo me pongo cuando se trata de ella.

—Si, te vuelves una leona.

—Mi hermana es lo más preciado que tengo.

—Y eso es algo que sabemos, tanto Samanta como yo y si lo que quieres son respuestas, entra, cierra la puerta y siéntate, puede tomar un poco de tiempo, solo espero que tu hermana no llegue antes de lo previsto. ¿Cuál es tu primera pregunta?

—¿Cómo es qué reconoció a Lidia en el evento?

—¿Esa es la pregunta? Espero que mi relación con la actriz te haya dado la respuesta.

—No del todo, el que se conozcan, hace que surjan muchas preguntas más. ¿Cómo se conocieron? ¿Cuál es su relación en estos momentos?

—Nuestra relación es cordial y especificada en un solo objetivo.

—¿Cuál objetivo?

—Ustedes. Samanta lleva pendiente de ti y Lidia desde el minuto cero cuando las dejó en esa casa a mucha distancia de aquí. Siguió cada paso y cada acción que las involucrara. Cuidó, veló y las mantuvo protegida de cualquier cosa mala que les pudiera pasar.

—Increíble —Mariana se pasea por la habitación.

—¿Por qué crees que todo se te dio tan fácil y nunca encontraste obstáculos en tu camino?

—¿Estás diciendo que todo lo que he logrado ha sido gracias a ella?

—No, todo lo que has logrado es gracias a la inteligencia que posees, ella solo te limpio el camino.

—¿Por qué quiere saber de mi vida, ahora? Si lo sabe todo, ¿no es un poco hipócrita de su parte?

—Eso se lo preguntas a ella.

—Oh, ten por seguro que lo voy a hacer, Samanta no tiene ni idea de quién soy ahora, ya la niña de quince que ella salvó no existe.

—Pues no deberías actuar como lo haces. Ella está reflejada en ti, pero cuando tenías quince, ahora te mira de otra manera.

—¿Cómo me mira?

—Como se mira a una joven de veinticinco muy bien encaminada, con admiración. ¿De qué otra manera te podría mirar la mujer que luchó y separó su vida por la de ustedes?

—No sé —Mariana traga en seco, ha sentido en piel propia la mirada caliente de Samanta en ella y eso su abuela no lo puede saber.

—¿No sabes, o no quieres aceptar que te mire de esa forma?

—No acepto que me mire así, de manera maternal.

—Lo sabía.

—¿cómo es eso que dejó de vivir su vida por cuidar la de nosotras? —la joven evade el camino que estaba tomando la conversación y la canosa bufa.

—Eso se lo preguntas también a ella.

—No, eso me lo respondes tú, porque si Samanta siempre estuvo presente en nuestra vida, si tanto le preocupaba nuestro bienestar. ¿Por qué nunca dio la cara?

—Porque tu padre la tenía amenazada —Mariana se detiene en medio de la habitación y mira a su abuela—, eso no te debe sorprender. A ella se le hizo difícil seguir con su vida en la normalidad que llevaba. Una actriz como Samanta no pasa desapercibida y menos a ojos de tu padre.

—Ahora entiendo por qué desapareció del cine y medios sociales.

—Ella desapareció porque quiso, no te dejes engañar por su cara de inocencia, te puedes sorprender hasta donde es capaz de llegar, con tal de protegerlas es capaz de todo.

—Eso lo tengo muy claro desde que se arriesgó al sacarnos a Lidia y a mí de la ciudad. Pero, que se mantuviera escondida deja mucho que pensar y no en bien precisamente.

—Tu padre era muy impulsivo, Mariana, ella no podía jugarse su vida ante la furia de un hombre muerto por dentro, si le pasaba algo a ella, ustedes estarían desprotegidas. Además, tu padre solía actuar sin pensar, pero no era tonto, Samanta lo tenía bien agarrado.

—¿Qué quieres decir con que lo tenía agarrado?

—Samanta tiene pruebas de lo que les hacía a ustedes, no del momento en que las golpeaba, pero si las marcas que llevan en el cuerpo. Un solo movimiento y la vida del empresario se vendría abajo.

—El dinero puede tapar cualquier atrocidad, por muy grande que esta sea.

—Si, pero todos en esta ciudad sabían quiénes eran ustedes, al menos cuando eran unas niñas, ahora dudo que muchos las reconozcan.

—Lo mejor que puedo hacer es hablar con Samanta, ella me podrá dar más respuesta. El que se haya mantenido oculta ya es suficiente para que yo le haga un interrogatorio.

—Espero que no olvides que ella estuvo ahí cuando más lo necesitaste. Fue la única que les tendió la mano.

—Yo no olvido lo que ha marcado para siempre mi vida, y la acción y cuidados de Samanta son imborrables.

—¿Hay algo más que quieras saber?

—Por el momento no, es un tema muy largo y me duele un poco la cabeza.

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Adelante.

—¿Qué sientes por Samanta?

Mariana suspira, de saber que esa iba a ser la pregunta, no lo hubiera permitido.

—Mucho afecto, es mi heroína.

—Pues mírala como si no la estuvieras desnudando. Tu mirada es muy transparente, se puede leer a kilómetros.

La joven se va a marchar y se detiene abruptamente.

—¿Lidia sabe algo sobre esto?

—No.

Eleonor la mira, sabe que no descansará hasta saberlo todo y tiene que empezar a reunir todas las piezas antes de que sea demasiado tarde. Mariana cuenta con el personal y poder necesario para descubrir todo lo que desea.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora