Capítulo 33.

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—¿Cómo afrontarías si la madre de Lidia apareciera?

Mariana se detiene abruptamente en medio de la escalera y se voltea en cámara lenta. Había ignorado la presencia de su abuela en la casa y se dirigía a su habitación con las emociones hechas un caos, ahora Eleonor le hace esa pregunta y ella siente deseos de quebrarle el cuello con sus propias manos. Las palabras de la mayor causaron dentro de ella una agónica explosión y sintió la urgencia de sostenerse de algo o alguien.

—¿Qué has dicho? —la joven la mira y se muestra distante, la sombra en su mirada es visible y Eleonor piensa que no debería de haber hecho la pregunta de esa forma, pero ya no hay vuelta atrás, es lo que toca, enfrentar las consecuencias de todo lo que se avecina.

—¿Cómo tomarías si la madre de Lidia apareciera?

—Esa pregunta es una broma, o estás escribiendo una novela y este es tu drama favorito, torturarme —Mariana baja unos escalones y se acerca a ella, Eleonor la recibe.

—Responde —exige la mayor y Mariana por primera vez se siente intimidada por ella.

—No sé cómo reaccionaría yo. Todo depende de cómo reaccionaría Lidia dado, que un caso ficticio como ese sucediera.

—No te entiendo.

—Que reaccionaría en base a como lo haga Lidia. Además, a que se debe la pregunta, esa mujer está muerta o por lo menos eso no hizo saber tu hijo.

—Si te dijera y confirmara que está viva y que quiere presentarse ante su hija.

Mariana se deja caer en un escalón y cubre su cabeza con ambas manos, muchas emociones en ese día y su cuerpo empieza a mandar señales de que no aguantará mucho más. Que su abuela hable del tema quiere decir que una fuerte tormenta se está por desatar. Eleonor la mira con cautela, la reacción de su nieta la tomó por sorpresa, pero al paso de los minutos el silencio de la misma empieza a preocuparle.

—Di algo, por favor.

El silencio de Mariana se prolonga y la mayor teme que solo esté buscando objetivos de defensa para evitar que Lidia tenga que pasar por un proceso como ese.

—Si ella está viva, yo no soy quién para quitar el derecho que tiene Lidia de escoger si desea o no, conocer a su madre. Mi papel, aparte de amarla como no amaría a nadie, es apoyarla y guiarla hacia lo que le haga bien.

—Pensé que reaccionarías diferente —Eleonor se sienta al lado de ella y pasa un brazo por su hombro.

—No soy un ogro y sé cuándo debo inmiscuirme o no —Mariana suspira agobiada—. Tampoco soy ciega, el parecido entre Gloria y Lidia es abrumador. La interacción entre ellas es, no sé cómo definirla, diría que perfecta para el poco tiempo que se conocen. Lidia me ha hablado de ella, de la extraña atracción que sintió la primera vez que la vio. He incluso, llegué a pensar que se sentía atraída por una mujer mayor, pero luego, todo fue diferente, lo que sintió Lidia por Gloria fue la conexión sanguínea que las une.

—¿Qué sientes tú?

—Agotamiento, necesito unos días para pensar en todo esto. Lidia es lo que más me importa en esta vida y lo que sufra ella, lo sufro yo. No me presiones Eleonor.

—No lo haré, pero piensa que cada día que pase, va a ser peor, tanto para madre como para hija.

La empresaria suspira y luego mira a su abuela.

—Llevo días siguiéndote, a ti y a Samanta. Ahora mismo tengo tanta rabia que explotaría, pero sería en vano, tú siempre has sabido hacer las cosas y aunque diga lo contrario, sé que defenderás a la actriz y nada me daría más placer que ello. Pero, es un tema delicado, por lo cual Gloria debe de tener paciencia si no quiere que las cosas sean diferentes a como ella desea.

—Tu padre le quitó ese derecho.

—Tu hijo nos quitó ese y muchos derechos más, a Lidia y a mí, una mujer como Gloria es capaz de entender eso y más, así que hazme el favor de dejarle claro que las cosas se harán a mi manera.

—Ella entenderá.

—Será lo mejor para todos. Ahora me voy a descansar, por favor que no me molesten.

—Como desees.

Mariana se pone de pie.

—Dile que me quiero reunir con ella, que sea lo más pronto posible.

—Mariana —la joven levanta una mano y la canosa entiende que es todo por hoy.

—Basta por hoy, por favor. Todo esto me está superando y empiezo a agobiarme.

Eleonor la observa y suspira, teme que su predilecta no pueda soportar tanta presión, entre lo personal y la empresa sabe que sus segundos son más que valorados. Pero, lo que menos imagina Eleonor es que la mente de Mariana aparte de sus palabras, procesa profundamente todo lo sucedido con Samanta hace unas horas atrás. El tema de la madre de Lidia es algo que sabe podrá enfrentar, pero la cantidad de emociones que ha despertado la actriz en su cuerpo, eso la lleva a otro nivel, a un nivel donde la cursilería se mezcla con la perversidad y ella es mujer de dejar salir todo lo que lleva dentro. Toma el teléfono y no duda en escribir todo lo que el deseo le ordena.

Quiero un orgasmo tuyo estallando en mi boca. Sostener tus piernas temblorosas mientras te penetro sin compasión.

Quiero tragarme tus gritos y gemidos mientras mi lengua te somete. Embriagarme con tus jadeos y beber tus fluidos hasta que me duela el alma (algo que sé, será imposible, siempre querré más de ti, aunque esté agonizando).

Quiero quebrar tu piel a arañazos y morder tus labios internos, aliviar su ardor con el volcán de mi lengua y centrar parte de mi atención a tus pezones erectos.

Quiero rendirme a tu piel e invadir tus espacios hasta que te acostumbres a mi endemoniada presencia.

Quiero agonizar entre tus brazos y que me llenes de ti. Quiero dejarme llevar por tus impulsos y no dudar ni un segundo en ser yo.

Quiero todo lo que me puedas dar. Quiero darte hasta que me vuelvas a decir *me vas a matar*.

Quiero tus días, porque ya te he entregado mi libertad.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora