Capítulo 19.

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Lidia se detuvo a la salida del instituto donde trataba de llevar a cabo lo estudios correspondientes a su edad, a la adolescente no le gusta mocho estudiar, pero no queda de otra si un día quiere realizar sus sueños. La joven observa a un hombre que reconocería a miles de kilómetros, al mal sabor que le hizo tener en su segundo encuentro no fua nada agradable y ella a su corta edad, sabe que, este señor no se trae nada bueno entre sus manos.

No duda en tomar su teléfono llamar a su hermana, Mariana demoraba esa tarde más de lo normal y comenzaba a ponerse nerviosa ante el escrutinio descarado del aquel hombre. Entrecerró los ojos al ver a una mujer que nunca había visto acercarse al señor. Intercambian varias palabras y el mayor decide alejarse un poco, luego pone sus ojos en ella, nuevamente y la desconocida se interpone entre ellos, cualquiera diría que trata de defenderla con esa actitud. El hombre que, si mal no recuerda, se llama Adolfo, terminó marchándose. Sintió alivio y suspiro agradecida por la interrupción de esa dichosa dama.

Los ojos de la adolescente se conectan con otros, color café igual que los de ella y siente un leve deja vu, ha visto esos ojos antes, tal vez en sus sueños, porque está segura que a esa mujer nunca la había visto en su vida. Siente un calor reconfortante naciendo en su interior y una sonrisa inconsciente se apoderó de sus labios. La señora devuelve el gesto y Lidia se desconcertó varios segundos. Repentinamente tuvo la necesidad de saber sobre esa alta y alegante mujer de cabello castaño. Raro en ella, una niña de quince años que apenas empezaba a conocer los calores silenciosos que le causaban las hormonas que iban despertando a su edad.

Fue a dar un paso en dirección a la castaña que continuaba mirándola, pero, el BMW negro de su hermana parqueándose a su lado se lo impidió, ¿desde cuándo tenían un coche como aquel? Suspira y deja de mirar el vehículo, nunca se ha interesado por lo material, más de lo necesario y eso no va a cambiar por mucho dinero que tengan ahora. Observó varios segundos a la desconocida y luego puso atención a su hermana que la llama. Le sonrió a Mariana y cuando volvió a mirar hacia la multitud de personas en espera de los alumnos que venían a recoger, solo atinó a ver, la espalda cubierta por una larga cascada de cabello, desapareciendo entre el gentío. Soltó un audible suspiro y Mariana la miró extrañada.

—¿Estás bien?

—Si —respondió en voz baja y a la empresaria no le convenció esa respuesta.

—¿Seguro? Pareciera que hayas visto un fantasma. ¿Qué sucede, pequeña?

—He visto a una mujer.

Mariana la mira risueña y luego pone sus ojos en la multitud de personas.

—Hay muchas mujeres ahí, princesa —dice señalando al frente.

—Esta es diferente. Es la primera vez que la veo por aquí y sentí una necesidad de acercarme y conocerla, muy grande. Fue como si la conociera de toda la vida, no sé explicarlo, es demasiado raro, Mar.

Mariana observa a varias de las mujeres presentes frente a su auto, pero ninguna llama su atención. Vuelve a mirar a Lidia y nuevamente al gentío.

—¿Cómo de raro?

—Sentí una conexión extraña con ella y fue aliviadora, no sé realmente como me siento, pero es bueno.

—Has sentido atracción por una mujer, por primera vez en tu vida, esa es mi conclusión.

—¡¿Qué?! ¡No! Mis hormonas están un poco revolucionadas, pero no al nivel de necesitar contacto con otra persona.

—Con razón echas seguro a la puerta de tu habitación, más de algo he escuchado —Mariana la provoca, es una nueva etapa en su hermana y no se la quiere perder por nada en el mundo.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora