—Mar, ¿dónde estás? —Lidia no deja que su hermana hable.
—Estoy bien, preciosa —Mariana siente un nudo que apenas la deja respirar, en la garganta.
—Mar, perdóname, por favor. Yo te amo.
—Cálmate, cariño —pide la mayor tomando el casco y dirigiéndose a la moto.
—Necesito verte.
—Ya regreso, en pocos minutos estoy ahí.
Lidia la espera impaciente y al pasar veinte minutos su hermana entra por la puerta, se refugia entre sus brazos y no le hace falta decir nada, ahí se siente segura, protegida, perdonada.
Pasaron varios días y la menor de las hermanas se fue distanciando, al término que Mariana apenas la veía.
A ti, que puedes arreglar mi vida,
Capaz, como eres de ser, día, día, día, día, día,
Sin tu alegría,
Seré un pringaó,
Yo no me merezco
La pena, tía
Sin tu valía
Caeré en picao
Me quedaré solo
Mariana cantaba a viva voz uno de sus temas favoritos, esa canción de Amistades Peligrosas le transportaba a una época desconocida que la hacía soñar. Samanta apaga el audio y la ojiverde se voltea sobresaltada, pensando que es Lidia, pero se lleva una decepción al ver que no es ella, su hermana huye y eso empieza a alterarla.
—Te van a explotar los tímpanos.
—Se me explotaran si continúo escuchando el silencio de Lidia.
—No la presiones, ponte en su lugar —la actriz se acerca a ella y reclama sus labios en un delicado beso.
—Me pongo en su lugar y la comprendo. Pero su madre está viva, San, no se alejó de ella porque quiso, fue porque la obligaron. Fuimos hijas huérfanas de todo tipo de afectos y cuidados, no tuvimos amor, hasta que te conocimos. Lidia tiene la oportunidad de tener una madre que le entregue su calor, sus cuidados, ¿por qué se resiste tanto? Si fuera mi situación, yo saldría corriendo a los brazos de Gloria sin dudarlo. A nosotras nos engañaron siempre y eso mi hermana lo sabe, entiendo que es un proceso lento, tedioso, pero más que una hermana ella necesita más amor del que yo le doy. Crecimos con la idea de no tener madre desde pequeñas, nos adaptamos a ello, pero Gloria no, debe ser difícil para una madre como ella, no poder acercarte a su hija solo por protegerle la vida.
—Eso no me lo contaste.
Mariana observa a su hermana parada bajo el marco de la puerta. Se miran varios segundos hasta que la mayor se digna a hablar.
—Porque no me corresponde hablar de ello, princesa. Estoy de tu lado, pero esta vez te estás equivocando, mereces más que nadie, el amor de esa mujer.
—¿Cómo me le acerco?
Lidia entra y cierra la puerta detrás de ella. Samanta se sienta en la cama y permanece en silencio. Mariana esta vez no sabe que responder y busca la mirada de la actriz y pide su ayuda.
—Deja que ella lo haga, cariño, Gloria está en el mismo peldaño que tú —interviene Samanta para alivio de Mariana.
—Hace dos días a vi a la salida del colegio y le di la espalda, salí casi corriendo.
—Gloria es psicóloga, sabe cómo enfrentar estos casos, tranquilízate —Mariana pone una mano sobre sus hombros.
—Las invito a cenar, necesito que el ambiente entre ustedes se relaje, por mucho que les suceda, ustedes no se pueden distanciar, nunca, ¿me están escuchando? —dice la actriz con carácter serio, Mariana sonríe.
—Yo creo, creo no, estoy segura que esa autoridad solo la tienes con Lidia, ¿o te tengo que refrescar la memoria?
—Por favor, respétenme —pide Lidia alejándose de ellas—, quédense solas aquí y acaben esa conversación.
Samanta toma el brazo de la menor y mira fijamente a Mariana, sentenciándola y prometiéndole otra larga noche de placer.
—Quieres que te demuestre que soy yo la que tiene el control también sobre ti, Mariana.
—Me encantaría —provoca la ojiverde mordiéndose el labio inferior.
—Por favor, Mariana —ríe Lidia—, si tiemblas siempre que San aparece.
—Con hermanas como tú.
—Nunca faltará amor en tu vida.
Mariana la besa y luego busca los labios de Samanta besándola casi con rabia. La actriz ríe.
—Siempre supe que ustedes terminarían juntas.
Lidia se detiene en el pasillo y mira a su hermana.
—Necesito saber dónde queda su consulta.
Samanta y Mariana no dicen nada, esas palabras son todo lo que necesitan escuchar.
—Doctora, es todo por hoy.
—Si Bianka, te puede ir a casa —afirma Gloria frotándose los hombros, hacia rato que no tenía un día tan agotado, necesitaba una ducha de agua bien caliente, una copa de vino y puede que una buena dosis de sexo, tenía más de una candidata dispuesta a darle una extensa noche de placer, por lo que no lo pensó mucho para tomar su teléfono.
—Gloria —dice su asistente entrando nuevamente por la puerta, interrumpiendo y evitando que envíe el mensaje.
—¿Qué sucede?
—Acaba de llegar otro paciente, pero este no tiene cita programada. Además, me preocupa porque es menor de edad.
—Sabes que sin la presencia de sus padres no puedo hacer nada.
—Le he explicado todo el protocolo, pero ella insiste en hablar con usted, dice que no se marchará hasta que no la vea.
Gloria levanta las cejas.
—Atrevida la niña. Vete a tu casa, Bianka, yo hablaré con ella.
—Gracias.
Gloria sigue a su asistente, le duele un poco la cabeza, necesita descansar. Apenas pone un pie fuera de su oficina, queda clavada sin poder dar un paso más. Sus ojos miran a Lidia, observa como juega nerviosa con las azas de la mochila que lleva a cuesta. La adolescente tiene la mirada perdida en el suelo inconsciente de que su madre está a varios pasos de ella.
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Bajo el reflejo de tu actuación.
RomanceUna actriz reconocida. Una empresaria con cicatrices, tanto físicas como psicológicas. Un pasado las une con lazos imposibles de romper. Un deseo inmenso de protección hacia la misma persona las une más de lo que piensan y poco a poco van saliendo a...