Seis meses después:
—Me lo prometiste, Lidia.
La menor mira a su hermana y hace un gesto cansino, la intensidad en la ojiverde a veces era agotador. Trataba de evitar el tema, incluso llegó a pensar que estaba olvidado por parte de Mariana, pero se equivocó.
—¿Y las tuyas?
—Las mías las acepté y la mujer a la que amo, también las aceptó. Me acabas de decir que tienes miedo que Lania te acaricie, o que cualquier chica te mire de más el cuerpo. Te has inventado una enfermedad para no asistir a Educación Física, solo por no vestir ropa corta o ceñida, tus marcas están empezando a hacerte daño y no queremos que pases por ello. Por favor, Lidia.
—Someterme a esa operación no es fácil, Mar.
—Tampoco difícil cariño, solo queremos lo mejor para ti. Dime algo, ¿has comentado alguna vez con Lania, algún detalle sobre tu pasado?
—Algunos detalles, que nuestro padre era un descerebrado, violento, maltratador y la ausencia y reaparición de mi madre, nada más.
—Deberías abrirte con ella, se ve que está colada por ti hasta los huesos.
—Se marchará a la universidad el curso que viene. La distancia puede jugar en nuestra contra.
—Pasaron diez años en volver a ver a Samanta y míranos ahora. La vida puede jugar con nuestro destino a su antojo, pero, si el de ustedes es estar juntas, nada lo impedirá. Tú, solo disfruta de esta linda edad que tienes y deja que ella te disfrute —Lidia sonríe apenada.
—Está bien, lo voy a hacer.
—¿Hacer qué? —los ojos de Mariana se abren como platos— No te estoy empujando a que tengas sexo por primera vez.
—La operación, Mariana. Samanta te tiene la mente trastocada, voy a hablar seriamente con ella.
Tres semanas después, Lidia se recuperaba en una habitación de una clínica privada que había conseguido Gloria, gracias a sus contactos. Todo había salido bien y de ahora en adelante la vida de la adolescente cambiaría para bien. Antes no podía bañarse en traje de baño, ni experimentar la sensación del agua salada tocando su piel. Empezar a disfrutar de las cosas que por culpa de Fernando la castaña no pudo vivir, era gratificante para todas las adultas. Querían verla florecer como siempre soñaron y por encima de ellas, Mariana, ella necesitaba ver a su hermana, retoñar en un nuevo amanecer.
—Tu hermana y Samanta están afuera —Lania toma una mano de la joven y la besa.
—Están últimamente que no se separan.
Ambas jóvenes sonríen. Lania acaricia los labios de Lidia y esta pestañea risueña.
—¿Por qué nunca me contaste sobre las marcas en tu cuerpo?
—No es algo agradable de contar, las únicas que saben son esas cuatros mujeres que están afuera. Disculpa si no te incluyo en la lista, pero, temía a tu reacción.
—No me habría distanciado, Lidia, todo lo contrario.
—Gracias por hacérmelo saber, se siente bien tenerte.
Lania se acerca y deja un beso sobre sus labios, captura suavemente el de abajo y sonríe cuando la menor suspira.
—Me encanta que hagas eso —Lidia la retiene allí varios segundos más.
—A mí, hacerlo, sabes que me encantan tus labios —Lania la mira seriamente—. En unos meses me marcho. Se me está haciendo difícil aceptarlo. Joder, Lidia —aprieta sus manos—, estoy enganchada a ti de una manera que asusta. Tenemos toda una vida por delante y siento que te quiero tener en ella siempre. Siento que ya eres parte de mí.
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Bajo el reflejo de tu actuación.
RomanceUna actriz reconocida. Una empresaria con cicatrices, tanto físicas como psicológicas. Un pasado las une con lazos imposibles de romper. Un deseo inmenso de protección hacia la misma persona las une más de lo que piensan y poco a poco van saliendo a...