—Quiero que vigiles muy de cerca, los pasos de esta mujer.
Mariana se dirige a uno de sus guardaespaldas, específicamente a su fiel servidor, Agustín. Le entrega varias fotos y el hombre la mira, asombrado.
—Es la actriz.
—Si. Me he dado cuenta que ella y mi abuela se están reuniendo muy seguido, últimamente y tengo la sospecha que traen algo entre manos. Por eso te pido que las vigile y me informes todo lo que haga, incluido lo que haga la vieja metiche de Eleonor.
—Será como usted desees jefa.
—Ah, una cosa más. Mi padre confiaba en ti y espero no tener que sustituirte.
—Señorita Mariana, mi honor depende de mi palabra. Puede estar usted tranquila.
—Gracias. Ahora a trabajar.
Varios toques en la puerta les adelanta la culminación de la reunión. Lidia entra, observa todo a su alrededor y sonríe a Mariana que se sorprende con su presencia en la empresa.
—Causas escalofríos Agustín —bromea la menor con el guardaespaldas, este sonríe con respeto.
—Deja en paz a Agustín, Lidia.
—Vale. Le has dalo un toque personal a tu oficina, me encanta.
—¿En verdad te gusta?
—Si, sabes que no miento al dar mi opinión en esto.
—¿A qué se debe tu agradable visita? —pregunta Mariana y mira a Agustín para que las deje solas.
—Nos han dado la tarde libre y necesito pasar tiempo con mi hermana, últimamente no lo hacemos y ya extraño esos momentos.
—¿Y qué planes tienes en mente? Porque viniendo de tu parte no me extrañaría que ya tengas una lista muy bien formada —dice Mariana viendo como su secretaria intenta detener a Adolfo, esfuerzo que es en vano.
—Hacer cosas de hermanas, Mariana.
—¡Hola! Pero cuento amor tenemos aquí —dice Adolfo entrando a la oficina como dueño y poniendo su fría mirada sobre la menor de las hermanas.
—¿Qué haces aquí?
Agustín que había salido de la oficina, vuelve a entrar, su anterior jefe le dejó muy detallado el tipo de persona que son los hombres machistas y ambiciosos como Adolfo.
—Solo a decirte que no me agradó nada, como te deshiciste de mí. No estoy de acuerdo con ello y necesito que terminen más favorables.
—No es mi problema que estés en desacuerdo, Adolfo. O lo tomas o lo dejas. Todo se hizo estipulado por lo que dice la ley, nada que alterar en tu desempeño laboral en esta empresa, así que amablemente te pido que te marches. No voy a permitir que vengas a tratar de intimidarme con tus palabrerías fuera de contorno.
—Amablemente pides que me retire —Adolfo repara nuevamente en Lidia y sonríe—, será como la gran jefa desee.
—Agustín, acompaña al señor a la salida. A partir de hoy queda prohibido su entrada a cualquier sitio que pertenezca a la empresa, no importa provincia o país que esta se encuentre.
Lidia suspira al verlo marchar.
—Que mala espina da ese señor —dice la menor y camina hasta el puesto de su hermana y se deja caer en la silla. Mariana sonríe al verla, no le queda nada mal ese puesto.
—Que no te amargue el día su presencia. Vamos, pasemos la tarde juntas, es a lo que viniste, ¿no?
—¿Qué se siente estar sentada en esta silla?
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Bajo el reflejo de tu actuación.
RomanceUna actriz reconocida. Una empresaria con cicatrices, tanto físicas como psicológicas. Un pasado las une con lazos imposibles de romper. Un deseo inmenso de protección hacia la misma persona las une más de lo que piensan y poco a poco van saliendo a...