Capítulo 24.

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Mariana se asombra al ver que Samanta no oculta esa información, más bien se la reconfirma. Aunque al ser amiga de su abuela, no duda de que ya la actriz sepa de que ella está al tanto de todo.

—Necesito saber por tu boca, como lo sobrellevaste y no materialmente, si no emocionalmente —pide la pelicorta nuevamente y toma otra botella de cerveza. Mariana la observa antes de dejarse caer sobre una tumbona y suspirar como si tuviera agotada.

—Al principio fue difícil, no tenía idea de por dónde empezar y temía a que, en vez de ayudar a mi hermana, empeorara la situación, yo apenas sabía cómo mover las piernas —Mariana deja libre su mirada hacia el espeso bosque que cubre la parte trasera de la casa—. El que estudiáramos en la misma escuela, facilitó las cosas, algo más que te tengo que agradecer, el habernos puesto juntas nos ayudó mucho y más en la delicada situación que nos encontrábamos.

—No agradezcas, es algo que estoy dispuesta a hacer las veces que sean necesarias.

—Tengo que agradecer, la última vez que tuvimos una conversación me comporté como una idiota y si hay una persona en este mundo que no merece ser tratada así, eres tú.

—Olvida eso —Samanta toma una de sus manos—, sabes que no dejo que me afecten mucho tus arranques.

—Pero hace unos minutos me dijiste que te estaban haciendo daño.

—Si, pero es algo a lo que me puedo enfrentar. Continua, quiero saber más.

—Como te decía, fue beneficiario que Lidia y yo estudiáramos juntas, la llevaba, la esperaba y así fuimos implantando nuestra rutina como hermanas. Para alimentarnos tenía que ingeniármelas, se me daba fatal la cocina, pero bastante hacia y eso Lidia, a pesar de su temprana edad, supo comprender.

—¿Cómo le hiciste entonces? —Samanta sonríe, ella misma fue testigo de todo lo que pasaba en aquel hogar.

—Viendo videos en internet, créeme, ayuda mucho. Además, tenía a la persona más sincera del mundo a mi lado, sabía si estaba bueno o malo, la muy listilla no tiene pelos en la lengua cuando de decir la verdad se trata. Y así fuimos, poco a poco, saliendo adelante. Creamos un equipo perfecto, hasta que ella cumplió once y yo veintiuno.

—¿Qué cambio? —preguntó la actriz con curiosidad, aunque ya sospecha la respuesta y de solo pensar en ello, el estómago se le encoge.

—Empecé a liarme con chicas y eso Lidia no lo veía muy bien. Creo que hoy todavía le cuesta aceptar que yo tenga relación sentimental con alguien.

—¿Qué pensaba Lidia de tus relaciones?

—De mis relaciones nada, pero siempre decía que la iba a abandonar, que la cambiaba. Me pasé un tiempo sin atreverme a estar con nadie, hasta que apareció Cristina, con ella fue diferente.

—¿Te enamoraste? —la actriz siente que su pecho se encoje al hacer esa pregunta, tiene que aprender a mantener la boca cerrada en algunas ocasiones, hay preguntas que no se hacen y más si la respuesta te puede hacer daño.

—No. Cristina es buena embaucadora y supo acercarme a ella con detalles que nadie nunca ha tenido conmigo.

—¿Ni yo?

—Hablo en plan pareja, contigo es diferente.

—¿Diferente?

Mariana la mira y sonríe.

—Me estás desviando del tema y si, contigo es diferente, en todo —los ojos verdes brillan de intensidad y la actriz aparta la mirada.

—Continua —pide Samanta y trata de calmar los latidos desenfrenados de su corazón, cada vez que Mariana la mira de esa manera siente que podría renacer.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora