Capítulo 32.

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Samanta mira a Mariana y se aleja unos pasos, el fuego en la mirada de la joven y el recuerdo de los besos y la calidez de sus labios la aturden por unos segundos.

—Tenía deseos de verte y después de lo que pasó no he dejado de torturarme con las ganas de volver a sentirte, no he dejado de pensarte ni un segundo, Samanta.

—Mariana.

La joven entra y cierra la puerta.

—San, lo llevo deseando años y no me digas que no sentiste nada, porque te sentí temblar, tu entrega fue pura, necesitada al igual que la mía. No nos hagas esto, no huyas.

La actriz no dice nada, prefiere mirarla, teme decir algo que dañe a la joven. Sus sentimientos son tan confusos que opta por perderse en ese espacio verde que le regala su mirada. Mariana es atrevida y la ojinegra sabe que, hará lo que sea por volverla a sentir y ella no es quien para negarse a ese torbellino de deseos. Y de algo si está segura, y es que muere por probar generosos labios nuevamente.

—Sabes que esto es una locura, ¿verdad?

—Locura es lo que quiero cometer contigo a todo momento, San. Si prefieres hablarlo lo hacemos, pero si no te resulta fácil lo entenderé.

—Me resulta bien hablar de ello.

—Todo lo que te resulte bien, para mí es aceptable.

Esa mujer está enamorada de ti, las palabras de Gloria golpean su mente y se le eriza la piel, la mirada de Mariana es tan cristalina, tan transparente que puede leer lo que desee en ella.

—Estás muy dócil hoy, es raro en ti —Samanta la guía hasta el interior de la casa.

—Es lo que provocas cuando estás cerca de mí, me vuelvo un corderito.

—No te mostrabas así en un inicio.

—O era actuar de esa manera o estamparte contra una pared y hacerte gritar y no de dolor precisamente, aunque el dolor no es algo que descarto del todo.

Samanta aparta la mirada, cuando se lo propone, Mariana puede llegar a desestabilizarla, puede controlar todas sus emociones y lo peor, a ella le agrada ese control.

—Esto es algo que me tomará tiempo aceptar, espero lo entiendas.

—Perderé tiempo, pero ganaré ansias y créeme, las que tengo por sentir tus labios nuevamente no se compara con la de acariciar tu piel y dejar mis marcas en ella. Quiero sentirte —Mariana se acerca—. Quiero estrecharte entre mis brazos y beberme tu olor, no soltarte hasta que supliques que me detenga, quiero que te vuelvas vulnerable bajo mi dominio, bajo los embistes de mi cuerpo.

—Me lo pones difícil hablándome así, eres irresistible.

—Te lo pongo fácil. Me estoy entregando a ti, te estoy abriendo mi vida para que entre en ella y te adueñes de todo.

—Ya estoy en tu vida —la voz de la actriz de distorsiona con la cercanía de la joven.

—Si, pero quiero escucharte agonizar de placer bajo mis dedos.

Samanta se pierde en su mirada y sabe que ya no se puede controlar, si Mariana fue con el objetivo de derrumbarla y estamparla contra su encanto, lo ha logrado. Sonríe embobada y se acerca a la joven. Su ropa interior tiene un encuentro cálido con su humedad y su sexo gruñe de excitación. Mariana la acaricia y deja que sea la actriz la que tome la iniciativa.

—No me prohíbas esto, San, por favor. Te llevo queriendo todos estos años. Eres lo más hermoso que me ha pasado.

—Eres jodidamente hermosa —Samanta acaricia sus labios y humedece los suyos.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora