Capítulo 26.

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—¿Cómo se te ocurre hacer lo que hiciste, Gloria? ¿Qué estabas pensando?

—No lo pude evitar —replica enojada la mujer—, deberías agradecer que me interpuse, si no, la que estaría en esta camilla, sería Lidia, no yo.

Eleonor hace silencio, la castaña tiene razón, pero no por ello evita la reprimenda.

—Estás loca.

—Lo que digas, Eleonor, no podía dejarla a merced de ese degenerado. Por eso siempre fui a su colegio, la primera vez, solo fue para verla de lejos, pero al ver como aquel mal nacido miraba a mi hija, no pude evitar seguir hiendo.

—Te expusiste demasiado.

—Lo haría mil veces más, si eso implica salvarle la vida. Hice lo que me corresponde como madre, algo que ninguna de ustedes hizo.

—Desconocíamos de las intenciones de ese hombre.

—Pues haberlo analizado y más tú, que sabes mejor que Mariana de lo que es capaz de hacer.

—No lo vimos venir.

—Pues gracias a mi obsesión, como piensas tú, pude evitar una catástrofe que nos hubiera jodido a todas.

—Y te agradezco por ello, pero trata de no actuar de ahora en delante de manera tan impulsiva.

—Actuaré como sea por defender a mi hija, no me pidas algo así.

—Está bien —Eleonor suspira y la mira fijamente—. Hay algo más que me preocupa.

—Se ha vuelto a acercar a Lidia, porque de ser así, una vez que salga de aquí yo misma lo desaparezco de este mundo.

—No, no es eso, Alfonso está detenido y no creo que sus abogados puedan hacer algo. Mariana se está encargando de eso.

—Y, ¿qué es lo que te preocupa?

—Mi nieta está detrás de tus pasos y se ha tomado muy en serio investigar tu vida, algo razonable, ya que le has salvado la vida a su hermana.

—Que lo esté, Eleonor, yo no me voy a esconder y mucho menos dejar desprotegida a mi hija, refréscate la mente y no olvides que son muchos los enemigos que tenía tu hijo.

—Eso es algo que tengo muy pendiente y más después de lo que pasó, pero, hay algo que no podemos obviar.

—¿Qué es? —Gloria trata de incorporarse en la cama, pero el dolor se lo impide.

—¿Duele mucho?

—Un poco, pero ya pasará, no cambiemos de tema.

—Lidia no sabe de la existencia de su madre y sabes muy bien, por tu profesión, que no es un tema para que explote de pronto en la vida de ella.

—En su momento se hará, Leo, y si no me he acercado más es por eso, pero a estas alturas ya sería una extraña conocida para ella si hubiese actuado irracionalmente.

—Eres necia.

—Son más de quince años separada de ella, gracias al monstruo de tu hijo estuve en desgracia todo este tiempo, así que no recrimines que quiera acercarme a Lidia.

—No lo hago y lo sabes bien, pero deja de correr y camina despacio, es un tema delicado.

—Cada día las fuerzas por mantenerme distante son más escasas, no sé si podré soportar un poco más —Gloria evita mirarla.

—Te entiendo, pero que aparezcas así, causaría daño a Lidia y eso, ni Mariana, ni Samanta, ni yo te lo perdonaríamos.

—Sería incapaz de causar algún daño a mi hija, suficiente tuvo ya con lo que les causó Fernando, ¿has hablado con Mariana?

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora