Lidia se pone de pie y se aleja de Mariana. Ve que su hermana se queda en silencio y la rabia empieza a invadirla. Los nervios rompen la berrera de control en su cuerpo y casi hiperventila nuevamente, pero esta vez no bajo los efectos de un ataque de ansiedad, no, esta vez es de impotencia. De pronto se siente muy débil para enfrentar todo aquello. Necesita distraer la mente, lo que sea para que su corazón deje de golpear tan fuerte.
—¿Sabes que existieron personas de piel azul?
Mariana la mira en silencio, tratando de entender a su hermana. El rostro de Lidia ha pasado de estar pálido a uno sin emoción y eso es mucho más preocupante, cuando la adolescente decide cerrarse en sí misma es difícil de tratar. La conoce demasiado para asegurar que su pequeña está en un estado de shock.
—No quiero hablar sobre ello —Mariana se sienta en la cama sin quitar los ojos de su hermana, que cambia drásticamente de actitud.
—Te hice una pregunta y no respondiste, hablo lo que me dé la gana.
—Lidia, no es tan fácil.
—Responde entonces para que lo sea, ¿quién carajo es mi madre? Aunque supongo que te pidió que no lo dijera, normal en las personas que siempre se esconden.
—Primero; necesito que te calmes. Segundo; no hables así, no conoces sus motivos.
—¿Cómo tienes cara de pedir que me calme? No puedo. De repente aparece una mujer diciendo que es mi madre, ¿cómo crees que me siento? ¡Nunca he tenido una!
—Te entiendo, cariño, pero alterándote no solucionará nada.
—Solo dime quién es y por qué después de tantos años aparece por arte de magia.
—Se mantuvo oculta todos estos años, ya te puedes ir haciendo una idea del por qué.
—No me hago ninguna idea. Todo esto empieza a ahogarme.
Mariana la mira fijamente, falta poco para que su hermana se desplome.
—Con todo lo que nos hizo Fernando, no dudes que también aparezca la mía.
—Esto no es broma, Mariana.
—No estoy bromeando, Lidia. Eleonor apareció y siquiera sabíamos de su existencia. Luego está todo lo sucedido con Samanta que reapareció y ahora una desconocida que, afirmo es tu madre.
—¿Desde cuándo sabes de su existencia? ¿Cuándo hablaste con ella?
—Lidia.
—Joder, Mariana, habla de una vez, no lo demores más, ¡soy tu hermana!
—Cálmate, por favor.
—Ahora mismo te odio tanto. No me pidas más que me calme y dime de una jodida vez quien es.
Mariana traga saliva para deshacer el nudo en su garganta. Pestañea varias veces para impedir que las lágrimas salgan, las palabras de su hermana la han afectado de una manera desgarrante, nunca le había dicho algo así, ni en broma. Soportará su dolor, ahora Lidia la necesita.
—Es Gloria.
Lidia detiene sus pasos y lleva una mano a su pecho, siente que le falta el aire. Su mente se vuelve un hervidero sobrenatural y la se siente superada. La conexión, la atracción hacia esa desconocida desde la primera vez que la vio. El entendimiento, la confianza, la energía positiva, la necesidad de estar a su lado. De pronto se fue formando una nebulosa alrededor de su pensamiento. La desvergüenza de acercarse a ella sin permiso, la actuación perfecta y la seguridad con la que llegó a su lado. Gloria la había absorbido sin necesidad de palabras. Lidia cae de rodilla al suelo y grita, Mariana corre hacia ella y la toma en sus brazos, esto ya lo esperaba. La lleva a la cama, Eleonor entra a la habitación y hace seña a Gloria que se detenga, no es necesario complicar más las cosas.
—Lidia.
Mariana sabe que no es uno de sus ataques, la castaña ha explotado y es mejor que sea así, Lidia cada vez se muestra más fuerte y eso es un alivio.
—Por eso se acercó cautelosa. Me estudió, me siguió. Por eso se interpuso y recibió la puñalada, es una cínica.
—Lidia, deja de hablar, estás diciendo incoherencias, te estás dejando llevar por la rabia.
Mariana mira hacia la puerta y Gloria le pide que haga silencio, de esa manera la menor se desahoga y ella está preparada para escuchar todo e incluso espera un rechazo, pero ello no va a impedir su lucha por recuperar a su hija.
—No, es una degenerada. ¿Cómo puede estar todo este tiempo sin dar la cara? Me abandonó.
—Lidia sabes que eso no es cierto.
—¡No! Es mi madre, Dios. Tanto tiempo deseando tener una y resulta que siempre estuvo ahí, pero escondida.
Mariana la abraza fuerte y deja que siga diciendo incoherencias, que se desahogue entre sus brazos. Mira a su abuela, Eleonor se enjuaga las lágrimas. El tema las ha afectado a todas, pero estaba dicho ya. Lidia va relajándose hasta quedar dormida. Mariana se pone de pie y le pide a su abuela que se quede con ella.
—Mariana.
Eleonor la ve devastada, el hecho de que Lidia le dijera que la odia, no es fácil para su nieta mayor.
—Necesito salir de aquí, por favor.
—Estaba alterada, entiéndela.
—Créeme lo hago.
Mariana sale y se detiene al lado de Gloria. Se miran.
—Deja que sea ella quien dé el siguiente paso, por favor.
—Gracias.
Mariana sonríe y sale de allí a pasos ligeros, toma el casco de la moto, sentir el aire quemando su cara es lo que necesita.
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Bajo el reflejo de tu actuación.
RomanceUna actriz reconocida. Una empresaria con cicatrices, tanto físicas como psicológicas. Un pasado las une con lazos imposibles de romper. Un deseo inmenso de protección hacia la misma persona las une más de lo que piensan y poco a poco van saliendo a...