Capítulo 38.

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—¿Qué haces tan concentrada? —Mariana se acerca a su Lidia sorprendiéndola por detrás, le encanta cuando se pequeña la mira como queriéndola matar, sonríe ante su cara y se sienta a su lado.

—Algo sobre La espiral de la muerte —Lidia responde volviendo su mirada a la pantalla del ordenador.

—¿Espiral de la muerte?

—Si, no digas que no sabes sobre ello, eso sí que sería sorprendente.

—¿Por qué sería sorprendente? No soy una sabelotodo.

—Eres una polilla traga libro, Mariana.

—Leí algo sobre ello hace mucho tiempo, apenas recuerdo que la hacían unas hormigas.

—Tan mal no estás.

—Ilumíname —pide la mayor tirándose en la cama, necesita calmar sus nervios para el tema que viene después.

—La Espiral de la muerte o molino de la muerte, es uno de los rituales mortuorios más asombrosos de la naturaleza. Miles y miles de hormigas se siguen unos a otros, guiados por el olor, formando una espiral masiva hasta que mueren exhaustas, de tanto caminar, porque el círculo nunca cesa —Mariana la observa sonriendo, no es algo que su hermana haya memorizado, sino que lo está leyendo—. Fue descrita por primera vez por el naturalista William Beebe, quien en 1921 observó una espiral de hormigas de 365 metros de longitud, al menos eso dice aquí —Lidia hace silencio.

—Continua —pide Mariana sentándose en la cama.

—Hay mucho más, pero no quiero pasarme toda la tarde en ello, te lo dejo de tarea, en resumen, mueren por dar vuelta cegadas por el olor de otra, también se ha documentado en orugas, e incluso en algunas especies de peces. Asombroso, ¿no?

—¿Qué?

—Te imaginas una espiral de humanos —Mariana ríe a carcajadas.

—Estarían atontados como lo estás tú cuando miras a San.

—O tú a Lania.

Luego del resumen sobre la espiral de la muerte, dado por Lidia, Mariana la mira unos minutos, suspira y le pide que se acerque a ella, pero la castaña hace una seña negativa.

—Quiero hablar algo muy importante contigo —Mariana mira hacia la puerta que ha dejado abierta, sabe que Eleonor está ahí, por si necesita ayuda.

—Asustas cuando hablas en ese tono.

—Pues necesito que seas fuerte, porque lo que te voy a decir no es algo que se escuche todos los días.

—Me estás asustando, Mar —la joven se voltea hacia ella y la mira.

—No, la que está asustada soy yo, por la reacción que puedas tener.

—Mariana —Lidia se pone de pie.

—Lidia, llevo días pensando como debo decirte algo que no sé si te va a afectar o no. Sabes que cada cosa buena y mala que experimentes me implica, porque eres y serás lo más importante para mí, siempre.

—Me estás poniendo nerviosa.

—Siéntate, yo estoy más nerviosa que tú, te lo puedo asegurar. Pero, es un tema que no puede demorar más y me corresponde a mí, hablar sobre ello.

—Pues estás dando muchos rodeos, debe ser algo muy delicado para que no hables directamente del tema.

—¿Cómo se le dice a una adolescente de quince años, que su madre está viva, cuando siempre le hicieron saber que estaba muerta?

—¿Qué has dicho?

Lidia la mira confusa, pestañea varias veces. Mariana se levanta de la cama y se acerca con cautela, manteniendo la distancia. La castaña empieza a hiperventilar y su hermana da un último paso y la toma del brazo para llevarla hasta la cama.

—Lidia, mírame, por favor.

La adolescente no obedece, está ida, Mariana mira hacia la puerta, este ataque es diferente a los demás. A Lidia le cuesta cada vez más, respirar. Mariana pone una mano detrás de su espalda y lleva una de las de Lidia a su pecho, es el único método que ha usado para sacarla de ese estado y lo va a intentar.

—Mírame, mi amor, hazlo por favor. Respira a mi ritmo.

Lidia apenas reacciona, pero lo hace al clavar sus húmedos ojos en los verdes de su hermana. Ambas se centran solo en ellas, la conexión es tan perfecta que Eleonor al observar la escena se tiene que alejar para que no la escuchen llorar.

—Eso es pequeña, tú puedes.

Varias lágrimas humedecen el rostro de Mariana y sonríe a su hermana que le acaricia el rostro.

—Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida, tenerte conmigo no tiene comparación divina en esta existencia, te amo Lidia.

—Mar —la voz rasgada de la menor hace que su hermana la abrace.

—Necesito que seas fuerte, por favor. Sé que es algo delicado, pero entre las dos lo podemos sobrellevar. La vida te sonríe, pequeña.

—¿Por qué ahora después de tantos años?

—Fuimos privadas de muchas cosas, cariño, y esta lamentablemente es una de ellas.

—¿Por qué a nosotras?

—Porque somo unas guerreras de la vida, fuertes y capaces de enfrentar todos los retos que nos impongan.

Lidia se deja caer en la cama y arrastra a su hermana con ella. observa el techo de la habitación. Varias lágrimas descienden por su rostro y su pecho se sacude. Mira a su hermana, y aunque en su mente y corazón ya tiene una respuesta, ella necesita saber.

—¿Quién es?

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora