Capítulo 18.

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Eleonor entró con timidez al restaurante al que había sido citada, observó todo a su alrededor y suspiro un tanto agobiada, cada vez se les hacía más difícil dejar las cosas donde corresponden, pero, es que hay cosas que están fuera de lugar y necesitan ser recolocadas donde van. Dio el nombre al camarero que la recibió y fue conducida a una habitación apartada de todo ojo curioso del lugar. No era una mujer conocida hace cinco años atrás, pero después de incidente con su hijo y luego del desequilibrio mental de este, varios medios informáticos tenían los flashes sobre ella.

Sus ojos fueron hasta la única mesa que se encontraba entre aquellos cuatros paredes. Samanta la miraba con un recibimiento agradable, pero ella tenía toda su atención puesta en la acompañante de la actriz. Las reuniones entre ellas se hacían cada vez más seguida y eso las podría poner bajo el ojo de águila de Mariana y está segura, de que, no será un momento agradable cuando se tengan que enfrentar a ese torbellino, joven y protector.

—Buenas noches, Eleonor —saluda la mujer de pelo castaño que había reparado en su presencia.

—Buenas noches, Gloria.

La señora mira a su alrededor, como si entre aquellas paredes pudieran ser vistas.

—Siéntate, Eleonor, esperábamos por ti —Samanta señala el único puesto que queda disponible.

—Gracias.

—Relájate, estamos segura aquí —dice la actriz al ver la incomodidad de la señora.

—Eso lo dices porque no conoces las destrezas de Agustín para desenvolverse en su mundo de espías, tengo que sospecha de que Mariana sabe o quiere saber algo.

—No te preocupes por ella, hace tres días estuvo en mi casa y no insinuó nada.

—Se la da bien esconder reacciones, mientras más calmada se muestre, peor es el ataque.

—Bueno, dejemos a Mariana a un lado y vamos directo al asunto por el que les he pedido que nos reuniéramos —la castaña habla y tanto Eleonor como Samanta ponen sus ojos en ella.

—Gloria ha decidido que ya es hora de presentarse ante su hija —Samanta habla y Eleonor se ahoga en su propia saliva, suelta una carcajada y Gloria la mira sin entender nada.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta la peli castaña al ver la reacción poco educada de la canosa.

—Nada es gracioso, todo lo contrario —dice la señora calmándose—. Ya imagino la cara de Mariana cuando aparezca una extraña diciendo que es la madre de su hermana.

—Ella tiene que entender.

—Créeme querida, Mariana entiende muy bien todo lo que involucre a Lidia. Se vuelve una leona cuando se trata de su pequeña. Suerte si vas a querer entrar, así como lo estás pensando.

Gloria mira a Samanta y esta se encoje de hombro, la señora Eleonor tiene razón.

—Mariana no va a aceptar que aparezcas porque quieres y ya, con ella hay que entrar muy despacio, sin alterar el ambiente. Es lo que he tratado de decirle, pero no entiende.

Samanta hace silencio, Mariana es muy cambiante en cuanto a carácter se trata, ella tampoco está de acuerdo con que Gloria se presente así de forma repentina en la vida de sus niñas.

—Usted que me recomienda, ya no aguanto más esta agonía de estar separada de ella.

—Has aguantado quince años, aguanta unos meses más. Samanta tiene razón, Mariana no te lo va a poner fácil, Lidia es un tema muy delicado para ella, como te dije, hay que ir despacio, si quieres que las cosas se te den bien —Gloria suelta un bufido—. Es lo que toca. Mariana siempre estuvo para Lidia, todos estos años ha sido quien la ha cuidado, protegido y alimentado, por lo menos presencialmente.

—Si no estuve, no fue porque no haya querido. Me tenían separada por obligación.

—Y eso nosotras lo sabemos, pero Mariana no. Aunque sea entendible para ella, por todo lo que les hizo sufrir su padre, te pido que no cometas una locura y pienses bien antes de actuar. Lidia no merece que le distorsiones más la mente ahora que ha regresado y apenas se está adaptando al nuevo comienzo en su vida.

—Gloria —Samanta toma su mano—, entendemos que estés desesperada por verla y recuperarla, pero hazle caso a Eleonor, hay que ir con calma, lo que puede resultar fácil para ti, para otros puede ser todo lo contrario.

—Gracias —dice la castaña bajando la cabeza, de pronto se le ha quitado el apetito.

Eleonor se pone de pie y se dispone a marcharse. Mira a Samanta y luego hace seña hacia Gloria, la actriz la entiende, no será fácil contener los deseos de una madre por abrazar a su hija después de estar separada de ella por más de quince años.

—¿No cena con nosotras?

—No. He quedado con Mariana, desde el último ataque de ansiedad de Lidia, está más nerviosa de lo normal.

—Otra razón más, para agilizar mi aparición. Sería un peso menos para Mariana, ya no estaría sola.

—Nunca ha estado sola —replica Samanta a la defensiva.

—Lo sé, pero sus vidas cambiaron mucho y todo el peso está cayendo sobre Mariana, ustedes dos deberían de saber eso mejor que yo y no las veo haciendo nada para ayudarla.

—La estamos ayudando más de lo que crees y ves, Gloria. Pero lo hacemos al ritmo de mi nieta, a Mariana no le gusta mucho que se inmiscuyan en su vida, ella es quien decide si entras o no.

—Lleva todo el negocio de Fernando, es inmenso, no sé cómo lo ha podido hacer.

—Quitando la importancia que le ponía mi hijo. Hay una diferencia entre ellos dos y es que, Fernando tenía el signo del dinero en sus ojos, Mariana no, Mariana tiene el signo de continuidad y familia, algo digno de admirar.

—Como ha crecido mi niña —el comentario de la actriz hace reír a la mayor—. ¿Qué?

—Que lo último que haría Mariana en su vida, es verte como madre.

Samanta no dice nada y aparta la mirada de Eleonor. Sabe que la empresaria la mira como queriendo quemarle el alma.

—Me retiro, Lidia contactará contigo, se acerca el cumpleaños de su hermana y le hace ilusión celebrarlo con más personas —dice a la actriz, hace una seña a Gloria y sale del pequeño salón. Ocultar secretos no está nada bien y menos un secreto como el que ellas tres guardan con mucho recelo.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora