Capítulo 23.

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—Necesito saber qué es lo que te pasa, Mariana. Cada día que pasa se me hace más difícil acercarme a ti.

Samanta había solicitado la presencia de la joven empresaria en su casa dos días después de lo sucedido con Lidia, esta no tuvo otra opción que presentarse. Se debían una charla y ella es lo suficiente adulta para encarar a la actriz. La pelicorta estaba enojada y se lo hizo saber nada más poner un pie dentro de su domicilio.

—A mí, no me sucede nada, Samanta —la joven se pone a la defensiva y eso alertó a la ojinegra, lo poco que llegó a conocer de Mariana cuando era una niña, es que era muy persuasiva y se le daba bien esconder las emociones.

—Si no te sucede nada, ¿que fue eso de evitarme en el hospital y hasta negarme el saludo? Tú no eres así, a ti algo te está afectando y quiero saber que es.

—Ya te he dicho que no me sucede nada, ese día iba preocupada por Lidia.

—Y una mierda con esa escusa, a mí no me veas la cara de tonta.

—No lo hago. Creo que estás viendo cosas donde no las hay, así que no dramatices tanto, no hay motivos para hacerlo.

—Perdona, a mí no hablas así jovencita —Samanta se acerca a y la toma del brazo, tira de ella y la lleva hasta otro salón más íntimo, sus empleados no tienen por qué escuchar su conversación.

—Samanta —Mariana trata de soltarse, pero es en vano.

—Samanta nada, ha llegado el momento de hablar, así que espero hayas venido con mucho tiempo, porque todo lo que yo pregunte vas a responder y me vas quitando esa cara. ¡Joder! Llevo días sin poder dormir pensando que he hecho, para que me trates así.

Mariana queda desconcertada, la mira fijamente y no tiene fuerzas para aguantarle la mirada. Samanta la atrae hacia ella y la joven se deja hacer, nunca se sintió tan sumisa ante la acción de nadie.

—¿Qué te he hecho, cariño? Desde que volviste no has hecho otra cosa que apartarme.

—No me has hecho nada —susurra la joven perdida en sus ojos.

—Entonces, ¿Por qué esa acción hacia mí? Me evitas, me miras de una manera que no sé descifrar, me estás atormentando con tu manera de actuar y ya no sé qué hacer.

—No hagas nada, no tienes que preocuparte por nada. Solo son cosas mías.

—Pero tus cosas me están afectando, y mucho, Mariana.

Samanta aparta sus ojos y los pone en cualquier sitio de la habitación, la transparencia en la mirada de Mariana la está poniendo nerviosa.

—¿Estás realmente dispuesta a hablar, Samanta? Porque yo tengo muchas preguntas también —la actriz la vuelve a mirar.

—Puedes estar segura que si tengo respuesta te las daré —responde acariciando el rostro de la joven.

—Está bien. Pero salgamos de aquí.

—¿A dónde quieres ir?

—Fuera, al área de la piscina, necesito coger aire.

—Adelántate, ahora llego yo.

Samanta va hacia la cocina y le pide al personal que la deje sola. Toma varias cervezas y la pone en una hielera. Varias cosas para picar y una manta para tirar en al suelo, eso sí a Mariana no le ha dado por abrir las tumbonas. Al llegar a la piscina sonríe al ver a la joven luchar con la sombrilla.

—Nunca se me ha dado bien, deja de reírte y ayúdame —pide la ojiverde al ver que la actriz se ríe de ella.

Ya acomodadas las dos, Samanta se pone seria. Da un trago a su botellín y suspira.

—Lo primero que quiero saber es por qué me evitabas —Mariana se pone nerviosa.

—Eso no te lo puedo responder, por lo menos no ahora.

—Pues ya empezamos mal. ¿Quieres que responda a tus preguntas?

—Si.

—Pues empieza tú a responder las mías —Samanta hace silencio—, mírame cuando te hablo —Mariana obedece.

—Esa no te voy a responder, por favor.

—Como desees —cede la actriz y suaviza el carácter al ver a la joven nerviosa—. Cambiemos y olvidemos esa pregunta. ¿Cómo estás?

—Bien.

Mariana se sorprende por la pregunta, clava su mirada en los ojos negros de la actriz y por unos segundos se sintió desfallecer. Samanta carraspea y aparta sus ojos.

—Te he pedido que no me mires así, por favor.

—¿Por qué? —pregunta la joven un poco atrevida.

—Porque me pones nerviosa.

Mariana no dice nada y evita seguir con ese tema. Al ambiente, aparte de estar fresco, se pone tenso y es lo que menos desea en ese momento.

—¿Cómo lo llevaste tu sola al tener que sacar adelante a una niña de cinco años? —Samanta pregunta tratando de aligerar el ambiente, pero este se tensa más ante el cambio brusco en el rostro de Mariana.

La ojiverde la mira y sonríe irónicamente.

—¿Qué? —pregunta la actriz desconcertada.

—Tú mejor que nadie sabe cómo la pasé para sacar hacia adelante a Lidia —Mariana no duda en soltarle en la cara que sabe que ella siempre estuvo pendiente de ellas—, no quiero que lo ocultes, siempre estuviste presente, aunque escondida, en nuestra vida.

—Pendiente, no presente que son términos muy diferentes, Mariana.

Bajo el reflejo de tu actuación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora