Once.

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El fascista despertó gruñendo por la molestia en su cabeza a causa de la resaca, realmente detestaba el alcohol y lo que dejaba después. Levantándose de la cama notó que la bicolor había dormido sobre su pecho acurrucada aún estando sin nada que los cubriese más que las mantas que hizo a un lado para salir de allí a recoger su ropa que también tenía un molesto olor a Whisky pero resopló ignorándolo para vestirse y salir de la habitación ajena rumbo a la suya para ponerse decente.

Tener que salir de su propiedad era una tremenda molestia en cuanto a movilizarse como por tener que interrumpir su papeleo, a la hora del desayuno se sentó a la mesa y momentos después llegó a albina con expresión incómoda mirando hacia su propia espalda en el pasillo, pero no dijo nada y también se sentó a destapar su primer plato con carnes al vapor que comió relajando su expresión previa durante un rato hasta pasar al segundo que contenía las frutas de dónde probó el mango y la manzana relamiendo sus labios hasta masticar una fresa.

Su rostro palideció en hizo una expresión de gran desagrado segundos antes de levantarse con rapidez hacia el baño del pasillo donde apenas se dejó caer de rodillas vomitó en el inodoro entre toses y arcadas, el carmesí frunció el ceño extrañado y decidió dejar la mesa para encaminarse a la misma dirección quedándose en la puerta solo viendo la espalda de la joven que de aferraba al porcelanato entre quejas de asco, un par de mucamas ya se habían acercado así que giró a mirarlas con seriedad.

—Llamen a un doctor. –Seco ordenó quedándose donde estaba, una de las humanas asintió saliendo de allí y la otra se acercó a tomar el cabello de la polaca para que no fuese a caer en su rostro debido a que estaba suelto—.

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—Hmm…. como me lo esperaba, tiene la presión un poco alta y ligera arritmia seguramente por los nervios, pero todo está bien, solo fue un asco hacia las fresas así que lo mejor será evitarlas y tener cuidado con otras comidas en adelante –El humano comenzó a hablar finalmente luego de haber estado largo rato revisando a la joven, por suerte a pesar de tener ya estructuras diferentes estos seres seguían conservando características humanas que le permitían continuar siendo bueno en su profesión– Vomitar con frecuencia puede hacerle daño al bebé, el primer trimestre de gestación es el más complicado siempre.

—¿El… qué..? –Reich dijo en tono bajo mirando al otro guardar su indumentaria en el maletín que había traído, aún procesando lo que había escuchado—.

—La señorita tiene aproximadamente unas dos semanas de embarazo, así que debe guardar reposo y alimentarse bien –Explicó el hombre canoso, como médico cumplía su juramento de atender a todo el que lo necesitara, incluso si era la representación de un territorio ajeno que el suyo había invadido y quién sabe qué más por la situación, pero guardaría silencio por su vida—.

—¿¡Pero de qué mierda está hablando?! –Finalmemte explotó el de esvástica mirándolo con el ceñor fruncido como si lo hubiesen insultado, a la par en que las mucamas iban a otro lugar y la de camisón en silencio se alejaba rumbo a su habitación con la mente en blanco—.

—Su raza aún poseen características humanas y mamíferas así que al sostener relaciones sexuales pueden embarazarse y concebir con normalidad.. –El doctor se forzó a mantener la calma entre los gritos enojados del carmesí, tenía decir algo mal y que lo asesinaran ahí mismo—.

—¡Yo no quiero un maldito hijo! –Dritte frunció más el ceño mostrando los colmillos y señalando al humano a la espera de que diese una solución al problema, de lo contrario lo mandaría a una zanja y buscaría otro médico—.

—....Entonces deberá llevar a la joven a mi consultorio de Mitte para llevar a cabo el procedimiento, con permiso.. –Ya aterrado el de bata blanca tomó sus cosas mencionando el último recurso mal visto por su profesión y salió de allí acompañado de un guardia—.

El azabache torció los labios buscando en su mente la información que alguna vez leyó sobre los abortos condestinos en el territorio debido a que Adolf había buscado prohibirles en su totalidad y por ello tuvo que leer una lista de métodos para llevarlos a cabo que venía adjunta en el papeleo, bufó por la nariz y caminó hacia la habitación de la menor hasta llegar y abrír la puerta solo algunos centímetros cuando la vió parada frente al espejo con el camisón abierto y bajo hasta su cadera, estando de lado tratando aparentemente de buscar algo en su reflejo hasta que se dió cuenta de que tanteaba su estómago buscando alguna curva este.

Olesia sonrió tímida mirándose y moviendo un poco su mano pensando en cuánto podría crecer su vientre con un bebé dentro, recordando a más mujeres que había visto en su pueblo y a los bebés con sus ropajes coloridos en brazos de sus madres o carriolas con cintas en la plaza. Había crecido con la idea de que tener hijos era la alegría más grande en la vida de una mujer así que no podía evitar pensar en ello y sentirse feliz, a diferencia del más alto que continuaba observando en silencio con expresión de estrés para luego marcharse a su oficina.

Por su parte la de largos cabellos volvió a su cama y subió cuidadosamente acostándose de lado a seguir acariciando su vientre aún plano, rato después entró una de las mucamas nuevas trayéndole un plato con sopa que dejó en una bandeja sobre el tocador para que nada se manchara, la sopa con carne le abrió el apetito y la comió a grandes bocados satisfechos.

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora