Quince.

737 98 5
                                    

Frente a las mamparas de la sala, Olesia se mantenía mirando la nevada con aburrimiento, sentada sobre una manta no tan nueva sobre la que su dama de compañía le había dejado cajas con galletas y mermeladas al notar que esta estaba experimentando ansiedad por antojos.

Suspiró con pesadez untando de mantequilla de maní una galleta de jengibre y miel, a su lado a una distancia prudente para no ensuciar la tenía doblada la bufanda blanca que le había dejado el fascista, se sentía extraño no sentir su presencia en el gran lugar y menos aún su voz por lo que estaba decaída sin mucho que hacer en esos días. Hasta que el teléfono en la sala comenzó a sonar atrayendo su atención, como nadie se acercó decidió levantarse al segundo tono de campanadas pero quedándose en silencio para saber primero quién estaba del otro lado.

Tienes permiso de hablar, Blau –El azabache dijo en tono neutral con el ruido del bolígrafo sobre papeles de fondo—.

—Amo.. –Soltó la menor sosteniendo el teléfono con más fuerza, casi como un cachorro feliz de saber sobre un conocido– ¿Va a volver ya?..

Aún tengo cosas que hacer aquí. –Con un bufido corto miró a su alrededor lleno de documentos hasta oír un crujido seguido de algo siendo masticado– …¿Que estás comiendo ahora?

—Galletas de jengibre con mantequilla de maní…. es que aún tenía hambre, perdón.. –La polaca no pudo evitar encogerse como si estuviese frente al otro, juntando sus pies descalzos uno sobre el otro y enredando su índice izquierdo en el cable del teléfono– Prometo que ya no voy a comer más cosas fuera del almuerzo..

—..Solo asegúrate de lavarte bien los dientes y no comas tantas chucherías dulces de noche. –Reich volvió a bufar pasando por alto la glotonería de la bicolor pues ya había leído acerca de eso en uno de los libros que le envío Adolf un par de semanas atrás obligándolo a leerlos todos para informarse– Cuando quieras comer más dile a Rószi que te lleve sopa de carne y verduras, deja de comer chocolate.

—Si amo, buenas noches.. –Le murmuró más tranquila al teléfono oyendo cómo alguien llamaba al aludido por  lo que significaba que tendría que dejar de hablar y al oír el ruido vacío dejó todo como estaba—.

Decidió volver a su habitación dejando las cosas como estaban tras tomar la bufanda entre sus brazos y suspiró acariciando despacio su vientre mirando los copos de nieve caer en una ventisca suave, arrullándose a sí misma ya en su cama comenzó a pensar un poco a futuro en silencio, pues ya haber pasado más de medio año sola en casa luego de que se llevarán a sus padres y que después la trajeran allí con la orden de guardar silencio entre las reglas que debía acatar, ya se había acostumbrado a hablar solo lo necesario.

A veces se detenía a pensar sobre si tendría un niño o una niña, cómo se vería u si sus acciones serían humanas debido a los dos seres tan contrarios que lo habían procreado, pero aún así… amaba la idea de tener un pequeño ser vivo en brazos. Y sonreía ante eso, también porque este podría crecer seguro en esa casa sin necesidad de ser escondido con temor…. Por el mal afuera en realidad había sido uno de sus creadores, que ahora ya no repetía querer deshacerse de el.

•   •   •

Tosió algunas veces más y estiró su mano a ciegas para tomar algo de papel higiénico con el cual limpiarse la boca tras haber despertado con muchas ganas de vomitar, se mantuvo unos minutos quieta por si las náuseas volvían pero al sentir que no se levantó despacio para enjuagarse la boca y tirar de la palanca, aprovechando se lavó el rostro seguido de sus dientes para salir a cepillarse el cabello pues ya había amanecido y no tenía caso volver a la cama. Rebuscó en el clóset un camisón abrigado y un suéter de botones para ponerse ese día al igual que calcetines suaves de los cuales sólo alcanzó a ponerse uno cuando sintió una fuerte energía conocida por lo que dejó todo tirado para dirigirse intentando no correr a la sala de estar en donde ya escuchaba voces.

—Lleven las maletas a la lavandería para que vuelvan a lavar bien mi ropa, esos malditos franceses no saben hacer nada –Iba dando órdenes a sus mucamas y soldados que esperaban en el pasillo cuando apenas visualizó una mata de cabellos albinos que se le apegó– ¿Eh?.... Blau.

La nombró al caer en cuenta de que se trataba de esta, que levantó la mirada para verlo con los ojos acuosos al borde del gimoteo por lo que de mala gana le hizo una seña al resto para que se largaran pues iba a ser todo un jodido espectáculo el de la polaca seguramente.

—¿Ahora de qué estás llorando? –Arqueó una ceja observando cómo las lágrimas se le iban cayendo como una niña a la cual se le rompió un juguete– Solo estuve fuera un mes.

—....Muchos días.. –Olesia murmuró con la voz temblorosa apegándosele más a la vez en que se encogía para sentir la calidez ajena—.

—Enserio eres como un perro –El de esvástica bufó virando los ojos, pero acabó por levantarla del espacio bajo los hombros para así tomarla en brazos llevándola hasta el sofá en donde se sentó con pesadez– Ya deja de lloriquear o te mando a tu habitación hasta mañana.

La más baja se me apegó inmediatamente abrazando sus rodillas y apoyándose en su hombro ya con un ligero hipo.

—.....¿Por qué solo tienes puesto un calcetín? –Arrugó un poco el entrecejo con extrañeza, pero luego notó que la contraria tenía el cabello mal cepillado y el suéter sin terminar de abotonar– ¿Saliste corriendo para recibir a tu amo como una buena mascota?.. que buena chica Blau.

Entonces comenzó a acariciar la cabeza de la aludida que se acurrucó más sin querer haciendo que su codo rozara el vientre de la polaca a lo cuál recordó nuevamente que estaba embarazada, con cierta curiosidad bajó la mirada de lado para ver si se traslucía como la última vez… logrando apreciar una pancita redonda lo suficientemente extendida como para ya poder resaltar bajo la ropa.

—..¿Cómo…. está el cachorro?.. –Reich vocalizó preguntando con duda al no estar seguro si realmente quería saber acerca del tema, atrayendo la mirada ajena de la que parpadeó poniendo más atención al oír lo último—.

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora