Cuarenta y Dos.

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Algunos presentes en el restaurante murmuraban entre sí mirando hacia la mesa en donde estaban sentadas dos representaciones de territorios vecinos justo quienes cuyos rumores tras la reunión del Führer indicaban, era la joven esposa de quien representaba al tercer Reich. Que tenía un gran vientre de embarazo levantando aún más temas de conversación que trataban de llevarse con disimulo para evitar problemas.

—El pastel de chocolate que venden aquí es jodidamente delicioso, aunque el Apfelstrudel también está bueno –El castaño con la carta en las manos ojeó rápidamente las opciones dulces pues le gustaba comer postre antes y después de la comida– Pide lo que quieras sin mirar el precio o pediré uno en cada uno para que lo lleves a casa.

—¿Cómo está el bebé, fue ya el doctor a revisarte? –Austria preguntó removiendo tranquila el café de su taza con la cucharilla metálica, le preocupaba que debido a sus meses en depresión hubiese afectado en algo al nonato—.

—Está bien… aunque se mueve mucho y dijo que debo consumir más carne para recuperar los nutrientes que perdí.. –La de piel pálida acarició su vientre mirando lo grande que estaba, cada vez faltaba menos para alumbrar y sentía miedo—.

—Entonces hay que ordenar un filete para ti, yo también quiero uno con ensalada de patatas, excelente –Sonrió levantando las manos y así atrayendo la atención de uno de los meseros que se acercó a tomar la orden–Un plato de Tafelspitz, dos filetes grandes cocidos poco más de término medio, una guarnición de Backhendl, para beber una botella de vino blanco y una copa de jugo de naranja.

Cuando el humano terminó de anotar se retiró en dirección a la cocina para que comenzaran a prepararlos de inmediato debido a la prioridad de ellos como corresponsales diplomáticos, en lo que los tres seguían hablando y preguntando cosas sobre la polaca y su embarazo.

—¿Ya tienes las cosas para cuando llegue el momento? –La mayor bajó su taza tras dar un sorbo al café restante, probablemente el fascista era tan tonto y desbligado que no había comprado ni un solo biberón—.

—Hay una habitación cerca a la mía…. iba a ser para Blas, pero las cosas están intactas.. –Olesia suspiró bajando la mirada hacia la mesa, recordando ese día en que ambos se sentaron a sacar las cosas de las cajas, la había ayudado a acomodar para tener todo listo—.

—Bueno, por lo menos ya tienes todo lo que necesitarás –Asintió más tranquila la de piel escarlata aunque luego se relamió los labios pensando un momento y volvió a hablar– Querida, hay.. algo que he estado queriendo saber desde hace un tiempo…. ¿Cómo llegaste a manos de Drittes?

—....Ya se habían llevado a mis padres para cuando me desperté pálida, creí que se me quitaría pero comenzaron a llegar los colores como los conocen y me escondí en casa durante días, pero eso hizo que los vecinos pensaran que pasaba algo y llegó la SS pateando la puerta.. –Las manos de la de vestido celeste se tensaron recordando vagamente ese eterno camino que pasó con la cabeza tapada pensando que acabaría muerta en alguna zanja o peor lugar– No sabía cómo ocultar mis colores así que solo me congeló el pánico y me arrastraron con ellos hasta aquí, él iba a matarme en su oficina pero algo lo hizo cambiar de opinión, así que…. me acogió como su mascota.

—Ese imbécil se cree un Dios sobre la tierra, nació siendo un mocoso muerto de hambre que tragaba de basureros y dormía en callejones hasta antes de obtener sus colores, ha olvidado totalmente que viene desde el subsuelo de la sociedad. –Hungría resopló apretando los dientes pareciéndole ridículo que un individuo de su tipo quiera hacerse el puro y sofisticado por sobre el resto—.

—Ciertamente era solo un niño cuando fue elegido, pero no es suficiente para abogar por sus acciones actuales.. –Torciendo los labios la de ojos verdes rememoró cuando Hitler llegó a la cancillería con un chiquillo que vestía de harapos y sucio, nunca pensó que esa mierda nerviosa se convertiría en una por sed de sangre tan grande—.

—Así como tú y ese idiota, todos tenemos diferentes procedencias ya que al parecer nuestros territorios nos eligen ciegamente –Moviendo un poco su copa con vino tinto el castaño comenzó a explicar un poco de ello y siguió con su propia historia– Yo vivía en un barrio bajo de Kaposvár pero ella una niña aristócrata de Vienna.

—¿Cómo se conocieron?.. –La más baja se inclinó inconscientemente en dirección a la pareja haciendo notar su interés mezclado con curiosidad—.

—Ya teníamos nuestras nuevas vidas y nos habían obligado a acoplarnos a esta porquería, estábamos en una reunión cuando la vi y decidí robarle la cartera para saber su nombre, pero del susto me rompió la nariz y se sintió tan mal que me invitó un café –Al húngaro se le formó una enorme sonrisa de diversión, no había sido nada romántico pero le gustaba estar fuera de lo común y aburrido– Valió la pena pasarme dos días con una gasa en la cara

—Masoquista, era más fácil acercarte y preguntar mi nombre –Austria río con más soltura dando una palmada al hombro de su esposo, después calmándose debido a que sus platillos fueron traídos finalmente– Bien, comamos, todo se ve delicioso.

•   •   •

Cuando el ameno almuerzo terminó en un rico postre y pagaron la cuenta, volvieron al auto para dejar a la bicolor donde por desgracia vivía, aunque en el camino debido al estómago satisfecho y la brisa suave esta acabó durmiéndose. Estando ya en la entrada de la propiedad el húngaro copiloto bajó para abrir la puerta de atrás y la tomó en brazos con sumo cuidado en lo que la rubia tocaba la puerta, tras caminar el pasillo principal.

—¿Por qué tardaron tanto? –Saliendo de dos puertas a la izquierda el carmesí los miró con expresión seria, no le gustaba para nada que se la llevaran por horas y menos que la tocaran—.

—Come mierda. –Hungría optó por rodearlo pero la diestra ajena se colocó sobre su brazo ejerciendo cierta presión que lo hizo fruncir el ceño– Sácame esa mano de encima o juro que te la arranco junto con tu mugrosa cabeza nazi.

—Basta, solo queremos dejarla en su cama para que descanse, hazte a un lado Drittes. –La austriaca puso sus manos en la espalda del tricolor para calmarlo pues iniciar una pelea teniendo a la menor ahí mismo sería sumamente peligroso para su estado—.

—Entonces yo me ocuparé de ella. –Reich apretó los dientes sacando su mano pero luego haciendo amago de levantar ambas para tomarla en brazos—.

—¿Como te ocupaste esos tres meses que la dejaste abandonada?, si claro, vete a la mierda imbécil. –El de parche viró el ojo y siguió caminando hacia la habitación de la joven, dejándola arropada luego de quitarle los zapatos para que pudiese descansar cómoda– Hazle un favor y no te le acerques, lo único que haces es lastimarla y ella es una buena persona.

Dicho esto abrazó por la cintura a su esposa y salieron de allí en medio del tenso silencio, dejando al alemán hornearse en su culpabilidad mezclada con enojo.

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora