Veintinueve.

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El almuerzo fue tenso, la polaca apenas pudo comer y su plato tuvo que ser retirado al final debido a que pidió que lo guardaran para la cena, tras ello Reich tuvo que ir obligado a su oficina para hablar con Adolf teniendo que dejarla sola así que optó por volver al jardín, usando zapatos por orden de él.

Pasó buen rato disfrutando de la sombra dada por los árboles debido al día soleado hasta que unos pasos acercándose la hicieron girarse al ser más de un individuo, encontrándose nuevamente con los otros dos partidarios del Eje a los que miró desconfiada.

—Donna tranquilla, venimos a disculparnos. –Reino alzó ambas manos y luego se quitó el sombrero como muestra de respeto sincero– Terzo ya nos dijo qué es este lugar, sentimos el mal entendido anterior.

El de sol naciente desabrochó la funda de su katana y la dejó a un lado sobre el césped crecido para luego arrodillarse y hacer una reverencia completa para sorpresa de la polaca que tragó en seco cuando vió que tocaba el arma pero luego se extrañó.

—Impero sabe lo que es perder a un hijo, así que se disculpa como su cultura dicta que es apropiado.. –Volvió a hablar el castaño con tono más apagado, retomando su idea de que la tierra tomaba como representantes a aquellos seres miserables para hacerlos aún más miserables ya sea con estrés o desgracias– No volveremos a joderte, ahora tienes nuestro respeto.

—...Y nuestra protección. –El de largo cabello ónix se levantó tomando la katana regresándola a su lugar y finalizando se retiraron para dejarla en paz en ese lugar de vigilia—.

Olesia los quedó observando alejarse hasta desaparecer tras las mamparas de la sala de estar a varios metros de donde ella se mantenía sentada, entonces también se mantuvo pensando acerca del comentario sobre que el asiático sabía lo que era perder un hijo, comenzando a tentarse en preguntarle al de esvástica si sabía algo al respecto.

Debido a temas horarios y una junta imprevista aprovechando la estadía de parte principal del Eje estos se quedaron alojados en la mansión principal para evitar cruzarse con la pareja a orden del germano que tras una larga jornada de aburrido papeleo sobre las operaciones para invadir a la Unión Soviética finalmente fue a su habitación para descansar, encontrándose con la bicolor dormida en el sofá de la esquina abrazando un libro de alemán, precisamente uno de los que le había dado antes para estudiar.

Eso lo hizo sonreír de lado con ligereza, antes de tomarla en brazos y llevársela a la cama donde la acostó en medio para poder cambiarse el uniforme con tranquilidad, acomodándose a su lado siendo abrazado por ella algunos momentos después.

—¿No vas a cenar lo que hiciste que guardaran? –Le habló sabiendo que estaba lo suficientemente despierta como para que su cerebro procesara lo que le estaba diciendo—.

—Pero tengo sueño.. –Murmuró en medio de un bostezo encogiéndose, le gustaba mucho la calidez moderada del azabache y la ligera vibración de su pecho cuando hablaba—.

—Puedo dejarte comer en mi cama, esta vez –Reich ofreció acariciando la espalda ajena en un suspiro, detestaba las migajas y cualquier tipo de mancha pero podría hacer una excepción—.

Y al sentir el asentimiento de confirmación se levantó de la cama para abrir la puerta tomando la campana que había en el buró decorativo, debido a la distancia de su habitación con el resto de pasillos donde solía estar la servidumbre no era útil aplaudir como solía hacer para llamar su atención, el tintineo hizo que una de las mucamas no tardará mucho en llegar.

—¿En qué le puedo servir, Herr Reich? –Esta hizo una ligera reverencia esperando las indicaciones del de esvástica—.

—Calienta la comida que Blau dejó a guardar en la tarde, tráela en una bandeja y agrega algo de carne. –Ordenó el más alto que luego vió a la humana alejarse para acatar la orden, entonces cerró la puerta y volvió a la cama sentándose a un lado—.

—Amo… –La polaca finalmente se decidió a murmurar, recibiendo un sonido de afirmación de que podía seguir hablando, entonces preguntó respecto a su duda– …El señor Imperio,.... ¿Él tuvo..hijos?...

—¿Por qué me preguntas eso? –Mirándola de soslayo el de rubíes alzó un poco la ceja derecha poniendo más atención, esperando saber qué había llegado a oír para saber esa información—.

—....El señor Reino y el señor Imperio, volvieron al jardín de Nikodem para buscarme.. –Olesia se sentó despacio junto al carmesí que se tensó al oír la primera parte, sintió su enojo así que despacio le tomó la mano bajo las suyas y siguió hablando– Y se disculparon mencionando que usted les explicó y el señor Reino dijo eso..

—Hm. Imperio es literalmente un anciano, su esposa e hijos fueron asesinados por un enemigo suyo cuando aún existía toda esa cultura de los Samurái. Pasó hace mucho tiempo. –Suspiró con brevedad calmándose al saber que no habían faltado el respeto al pequeño jardín de su hijo– Ahora deja de pensar en eso, yo me encargaré de que no se vuelvan a acercar.

—Dijeron que ya no iban a molestarme.. y que me protegerían… –Ella entrelazó sus dedos con los ajenos y se apoyó en su hombro, sabía que eran personas muy peligrosas al igual que el azabache pero aún así pudo sentir que sus palabras fueron sinceras—.

—Tú solo me necesitas únicamente a mi, ¿Entendido? –Tomándola del cuello sin ejercer fuerza alguna la hizo mirarlo directamente a los ojos hasta que asintió lento, entonces se inclinó a besarla hasta que la puerta fue tocada y bufó separándose– Adelante.

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora