Cuarenta y Seis.

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Olesia se miró al espejo del tocador nuevamente, teniendo una mueca de fastidio con ambos extractores en mano tratando de recordar cómo se usaban, le era incómodo buscar la manera correcta para colocarlos hasta que finalmente pudo y dió un respingo al primer bombeo pero con los posteriores se acostumbró en lo que miraba la leche salir a chorritos llenando poco a poco el frasco de cristal.

—Supongo que luego debo tirarla al lavabo para limpiarlos.. –Para cuando llegó la húngara dijo que se encargaría y se fué con ambos frascos, así que ahora prefería encargarse por sí misma de ello—.

Cierto rato después unos ruidos cercanos la hicieron levantarse para así asomarse por un lado de la puerta entre abierta, notando que provenían de la habitación blanca debido a que la puerta estaba de par en par, pensando que sería el de esvástica quiso ignorar el ruido hasta que oyó algunos martillazos así que se acercó lo suficientemente para asomarse por un lado y lo vió allí. Este tenía algunos papeles en la mano izquierda y en la otra cosas metálicas que parecían piezas y murmuraba en voz muy baja alternando su vista entre el papel y éstas, luego tomando otra vez el martillo para golpear una contra el alféizar de la ventana luego siguiendo con otra que encajaron, se trataban de un seguro y por lo visto planeaba colocar más.

Con el paso del tiempo notó que las ventanas y puertas tenían seguros altos además de que las mucamas escaseaban, la mayoría del tiempo que salía a caminar por la casa secundaria estaba todo vacío, incluso después del almuerzo tenía la cocina libre y bien abastecida para hacerse postres con toda tranquilidad así que estaba serena ante la privacidad pues a sus casi nueve meses solo quería tener a todos lejos.

Durante la mañana desayunó y se sentó en la sala de estar mirando hacia el jardín para sentir el aire fresco, todo iba bien hasta que oyó pasos pesados y a Rózsi en tono nervioso hablándole a alguien.

—Por favor Meine Führer, no puede entrar así cuando Herr Reich está ocupado –La de cabello oscuro trató de frenarlos en el pasillo, dándole suficiente tiempo a la bicolor para que escondiera sus colores—.

—¡Húngara!, ¡¿Te atreves a minimizar a nuestro Führer en su presencia?! –Uno de los soldados empujó a la aludida que alcanzó a sostenerse de un buró para así no caer al duelo debido a la fuerza—.

—¿Qué está pasando? –Ya con apariencia humana la de ojos azules se levantó cuidando su vientre bajo la manta que tenía, tragando en seco cuando vió al de bigote pequeño con una expresión enojada por primera vez—.

—Se me informó que usted, señorita Blau, es judía polaca. –El de uniforme café cruzó los brazos tras su espalda con expresión seria, penas esa mañana Himmler había llegado con unos papeles que le dió otro soldado y que al parecer Reich había estado ocultando desde hace meses—.

—No es así, yo no… –Olesia levantó ambas manos retrocediendo lentamente mientras respiraba cada vez más agitada, ese hombre no iba a ignorarla como el carmesí…. este no tendría objeción en hacer que le disparasen junto con el bebé—.

—¿Qué es todo este maldito escándalo en mi casa? –El de esvástica vistiendo ropa común de casa salió a paso rápido de su oficina, encontrándose a un grupo de seis soldados que retenían a la dama de compañía y tenían las armas bajas pero en dirección a la albina– ¿Adolf?

—¡En qué estabas pensando al meterte con una judía! –Apenas vió al representante germano le gritó señalándolo con desdén, si se esparcía esa asquerosa información iban a tener problemas con la alta sociedad alemana—.

—Olesia no es judía –Reich hizo una mueca de fastidio y se retuvo de viesf los ojos, iba a ser jodido convencer al austriaco incluso con los documentos que tenía debido a la rubia—.

—¿Quién es Olesia?, ¡Muchacho tonto! –Hitler continuó gritándole  moviendo los brazos como acostumbraba, ahora ahora resaltar su enojo—.

El más alto trató de razonar para que se calmase pero todo se hizo un caos rápidamente y los gritos iban y venían solo empeorando ante la llegada aún más inesperada de Reino e Imperio que sacaron sus armas.

—Argh… –Se quejó la menor sosteniéndose el vientre a la par en que se doblaba sintiendo gran dolor entre las piernas y falta de equilibrio, todo por el estrés y la ansiedad del momento—.

—Mi señora, ¿Está bi… ¡Rompió fuente! –La húngara se asustó al ver las piernas de la nuevamente bicolor mojándose mientras su piel retomaba su totalidad distintiva, así que rápidamente la sostuvo del brazo para que no se fuese a caer por las contracciones—.

—Dio, sapevo che dovevo tornare sobrio –Reino se quitó el sombrero con expresión de pánico dejando de lado que estaba algo bebido por haber abierto una botella de vino en el avión—.

Imperio fué el primero en salir del shock ayudando a la humana a llevar a la de piel roja hasta una habitación cercana a la suya, la acostaron en la cama y el asiático tomó su mano para intentar calmarla porque estaba comenzando a chillar y retorcerse por las contracciones cada vez más seguidas por la dilatación. Rózsi tomó las cosas que ya estaban preparadas en los estantes desde meses atrás y se colocó entre las piernas de la albina tratando de ver cuánto le faltaba, mientras tanto afuera de la habitación el tricolor bebía de la petaca metálica de su blazer.

—Es el colmo que a tu edad sigas haciendo estupideces, ¿Cuánto más planeabas ocultarme está atrocidad? –Aún con el enojo a flor de piel el de bigote pequeño siguió al de esvástica, tomándolo de la solapa de su blazer para que se detuviera y le hiciera caso– Siquie..

—YA, CIERRA LA BOCA ADOLF. –Reich totalmente nervioso le gritó para que se callara, podía oír a la menor gritando desde dentro de la habitación y le recordaba demasiado al día en que perdieron a Blas, no podía controlar su estrés– No quiero escuchar tus mierdas, ¡Hiciste que mi mujer adelantara el parto por miedo, así que sal de mi casa!

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora