Treinta.

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Ambos cenaron en silencio hasta que la mucama fue nuevamente llamada para que retirara los platos, entonces la albina fue enviada a ducharse con permiso de usar el lujoso baño de la habitación principal de la casa privada, aquella que ocupaba el fascista.

—Ya movieron todo lo que había en el otro baño así que aséate por completo, sabes que no acepto menos que la pulcritud –Reich cruzó los brazos apoyándose en el lavamanos por un momento mirándose la cicatriz que tenía cruzando el párpado izquierdo debido al zarpazo que le había dado antes la aludida, detestaba las cicatrices o desperfectos en su ser pero era un equivalente mínimo a la gran cicatriz en el corazón ajeno—.

—Si, amo, muchas gracias.. –La de piel roja desató el nudo ligero que mantenía cerrada la bata de baño que trajeron de su habitación, dejándola caer para así poder entrar con cuidado al agua tibia acumulada en la tina donde flotaba un adorno de flor que le había obsequiado su dama de compañía tiempo atrás—.

—...Maldición. –Aquella vista a través del reflejo lo hizo contener la respiración y girar hambriento por la suave carne polaca que ahora lucía brillante por la humedad del agua sobre esta—.

Se sintió inquieto y ansioso, tal como un adicto en abstinencia, pero incluso tras ese momento en su oficina haber pasado un mes reprimido era demasiado para soportar luego de haber podido probar el manjar de la lujuria con aquella mujer. Por la cual soltó un gruñido de estrés y comenzó a desvestirse arrojando sus prendas a un lado a medida que se acercaba atrayendo la atención ajena hasta que se metió también al agua y cortó la pregunta ajena con un beso voraz.

—...Estoy muriendo de ganas por ti, solo, ya déjame tomarte como la delicia que eres….. –Resopló impaciente el de esvástica sosteniéndola de la cadera con la diestra y teniendo la otra mano acariciándole la pierna, manteniéndose en equilibrio arrodillado en medio de las piernas ajenas—.

La menor apenas recomponiendo su respiración después de tal beso se quedó observándolo, tenía el mismo brillo en los ojos que cuando se miraban antes en medio de la intimidad, a lo que levantó con duda las manos hasta las mejillas del azabache para devolverle un beso algo más suave que fuera de inmediato correspondido con necesidad.

A medida de que subía la intensidad y se apegaban uno al otro pudo sentir lo duro que estaba, casi palpitando por atención y eso la hizo enrojecer, pero cada roce contra su vagina también la estimulaba haciendo que soltara jadeos. Acabando por abrazarlo con las piernas apoyando la espalda en el borde de la tina para darse estabilidad, entonces el más alto bajó hasta su cuello para llenarlo de chupones y mordidas leves a la par en que sus dedos se colaban en el interior contrario haciéndola mover la cadera por reflejo, pero eso le gustó así que siguió con ello sintiéndola retorcerse sobre su mano en busca de sentir mejor los dedos hasta que gimió en medio de un espasmo de placer y se quedó quieta para recuperar la respiración. No le dejó tregua y retiró la mano para tomar su miembro y apoyar la punta que frotó en el mismo lugar para después meterla hasta el tope tratando de no hacerlo a prisa.

—Mgh, amo.. –Ella lo recibió con un gemido agudo abrazándolo para esconderse en su hombro, moviéndose un poco por las embestidas que comenzaron en ese momento—.

—Tan tibia y suave, eres el más grande manjar de mi territorio, Olesia… –Ronroneó excitado al oído de la nombrada, sosteniéndola de los muslos para no perder el ritmo con el que la penetraba a un compás no brusco para poder disfrutarlo bien—.

La mención de su nombre real en ese tono la hizo erizarse y apretar un poco llevándose un gemido ronco ajeno, uno de placer que se mostró en la manera en cómo le lamió desde la clavícula al cuello, todo se sentía demasiado bien y su mente comenzaba a ascender a las nubes. Se mordía el labio y estrechaba los dedos de sus pies aún abrazando la cintura ajena para que no se alejara, sintiéndose cerca a esa sensación tan fuerte de placer que la ponía en el cielo en el tiempo que durara, por su parte la diestra carmesí bajó a ciegas tanteando la intimidad contraria hasta llegar a donde quería y acariciar con prisa arrancándole un gemido agudo hasta escandaloso a la de por sí sensible polaca que dejó ver su expresión de inmensa excitación cuando a su cerebro llegó el impulso desde su clítoris estimulado sin piedad.

—Y-Yo…Ahh, se siente tan b-bien.. –La bicolor se sacudió un par de veces incapaz de dejar de agitarse y babear, sentía ese nudo en el estómago ya conocido, estaba cerca de que pasara a su entrepierna provocándole un mar de satisfacción– ¡Mgh, oh Dios…!

—Gime para mi, quiero que gimas mi nombre con esa boca tuya tan exquisita. –Tornándose ya más brusco por la propia lujuria y también cercano al orgasmo el de esvástica se empujaba aún más adentro, apoyando un frente en la coronilla de la albina totalmente despeinada—.

—Uuhhh… ahí, Ah.. –Y finalmente abrió los ojos a tope para luego cerrarlos con fuerza cuando la intensa oleada de placer la alcanzó junto con un gemido plagado de placer resonó en el baño– ¡Santo cielo, Reich, Mghh!

Forzándose con toda su fuerza a abandonar el interior ajeno, el aludido tuvo que soltar el agarre ajeno en su cuerpo para correrse afuera manchándole parte de la pierna que le había dejado levantada al moverla. Soltó un tembloroso suspiro profundo de alivio y jaló el tapón del agua para que esta drenara hasta desaparecer, abriendo el flujo para rellenar de nueva agua tibia en lo que la polaca de acomodaba lentamente recuperándose y mirándolo con ojos de ciervo.

No quería decirle nada aún así que solo besó su frente con lentitud, quedándose un momento con los labios sobre su piel, había sido uno de los mejores encuentros que tuvieron hasta ahora pero se formó una sensación rara en su pecho desde que ella lo nombró con ese tono, no fue mala pero fue seguida de la culpa por lo que tuvo que terminar fuera por más que hubiese deseado intensamente quedarse tan adentro como estaba para así llenarla y después verla gotear. Pero ya sabía que podían concebir y no quería arriesgarse a embarazarla de nuevo, retrocederían todo y volvería la inmensa desconfianza de la más baja que aún no superaba del todo su depresión pos parto, no podía tirar todo a la mierda por un simple capricho hormonal.

Augen Himmel (T.R × Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora