Vincent Maslow sabía que no debía desearlo, su nuevo asistente temporal estaba completamente fuera de sus propios límites, demasiado joven para él, demasiado impoluto, y aun así no podía apartar sus ojos de él, no podía evitar imaginar los escenario...
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VINCENT MASLOW
-Mamá.- Llamó Vince.
No recibió respuesta. Su madre miraba al vacío, piel pálida, ojeras bajo los ojos y expresión derrotada. Se veía más delgada con cada día que pasaba, más débil. Apenas había pasado un mes desde la muerte de su padre pero la mujer parecía haber envejecido diez años en ese corto tiempo.
A Vince le dolía verla así, le hacía preguntarse cuál de sus padres estaba más muerto en ese momento. Debía hacerla comer pronto, aún tenía que recoger a Henry de la escuela.
-Mamá, te traje esto.- Anunció entrando a la sala con la bandeja en mano.
De nuevo no recibió respuesta.
-Mamá, tienes que comer.- Insistió acercando el desayuno a ella.
Era como si no lo lograra escuchar, como si ella estuviera en un lugar completamente diferente, en uno muy lejos del apartamento barato donde vivían.
-¿Mamá?- Llamó un poco más fuerte haciendo que su codo tocara el brazo de su madre con suavidad para hacerle saber que estaba ahí. -Mam...-
La mujer movió el brazo con fuerza, provocando que la bandeja cayera al suelo junto con los platos y cubiertos.
Junto con el corazón de Vince.
La mujer abrió los ojos muy grande y se llevó las manos a la boca.
-Lo ciento Vin...- Susurró con voz temblorosa. -Lo siento mucho, déjame ayudarte.-
La mujer trató de levantarse pero hizo una mueca de dolor, su tobillo seguía adolorido por su caída. Su mala alimentación la había dejado débil al punto de la anemia, por lo que sufrió un desmayo en la escalera días atrás, afortunadamente la caída no fue tan fuerte para ser mortal, pero fue suficiente para luxarle el tobillo. Vince aún se debatía si realmente había sido un accidente o si se trata de un intento de... algo más.
-Está bien, está bien. Siéntate yo me encargo.- Dijo Vince sujetando los hombros de su madre. -No pasa nada.-
Batalló un poco, pero logró convencerla. Limpió el desastre y miró el reloj en la pared.
-Debo recoger a Henry, volveré en un parpadeo, prométeme que comerás lo que prepare cuando vuelta, ¿sí?-
Su madre asintió. -Lo prometo.-
Bien, su madre estaba tranquila. Encendió el televisor y dejó el control remoto sobre sus piernas.
-Vuelvo en cinco minutos.- Dijo sobre su hombro antes de cerrar la puerta tras él.
Respiró hondo y se apresuró a bajar por las escaleras. Paredes corroídas, escalones chirriantes, ratas asomando de entre las grietas en el suelo. Vivían en condiciones deplorables, el camino de ida y vuelta a la escuela siempre se lo recordaba. Vivían en el tercer piso de unos condominios baratos donde el agua y la luz siempre se iban aunque pagaran a tiempo.
