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CODY ADLER
Cody se encontraba en un predicamento.
Verán, Cody había sido un chico muy bueno todo el año. Cumpliendo con sus tareas escolares, sus deberes en la suite, comiendo sus vegetales y siempre cumpliendo con las demandas de su Daddy. Pero hoy, en pleno 24 de diciembre, Cody había sido un chico malo, un chico muy muy malo.
Por ello, ahora, tenía las manos atadas tras la nuca con luces navideñas que brillaban tanto como la cabeza de su polla. Su erección estaba rodeada por tres aros vibradores de plástico particularmente apretados, uno en la base, otro en el medio y uno final al comienzo de su glande, haciendo que su miembro entero, y cuerpo también, vibraran hasta hacerlo gemir por piedad.
Su piel desnuda necesitaba tacto, su polla necesitaba alivio y sus manos necesitaban libertad, sospechaba que no tendría ninguna de las tres en un buen rato.
Vince estaba parado a unos metros delante de él, con el hombro recargado en el marco de la puerta, desnudo, con un gorro navideño, los tobillos cruzados y una taza de chocolate caliente sostenido en su puño.
Y por supuesto, una sonrisa más grande que la del Grinch cometiendo una travesura.
Desde la cama, Cody vio las letras en la taza, "El mejor Daddy del mundo" escritas en grande.
-Daddy... -llamó con temblorosa desesperación, cuarenta minutos de estimulación continua y sin derecho a orgasmos, lo ponían particularmente sumiso.
Le encantaba.
Sabía que a Vince también.
El hombre bajó la mirada a su chocolate y agitó un poco la taza haciendo que el líquido café girara en su interior. Cody vio atento como el vapor de la taza le acariciaba la barba.
-No -dijo antes de darle un sorbo a su chocolate.
El hombre camino despacio hacia él, la alfombra amortiguaba sus pasos, impidiéndole escucharlos.
Vince se paró delante de él, alto, imponente. Su polla erecta delante de la suya, libre de los aros que aprisionaban su erección pero igual de dura y palpitante.
-Dime, Baby Boy -el hombre quitó la mota de algodón de su gorro que cubría uno de sus ojos dejándola caer hacia atrás-. ¿Por qué terminaste en este predicamento?
Cody gimió.
-Por... por ser desobediente.
-Exacto, ¿Y qué regla desobedeciste?
Cody tragó saliva.
-No abrir los regalos antes de medianoche.
-No abrir los regalos antes de media noche -el hombre repitió asintiendo-. Y dime, ¿Valió la pena?
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SUGAR & DADDY (YAOI HARD)
RomanceVincent Maslow sabía que no debía desearlo, su nuevo asistente temporal estaba completamente fuera de sus propios límites, demasiado joven para él, demasiado impoluto, y aun así no podía apartar sus ojos de él, no podía evitar imaginar los escenario...