Vincent Maslow sabía que no debía desearlo, su nuevo asistente temporal estaba completamente fuera de sus propios límites, demasiado joven para él, demasiado impoluto, y aun así no podía apartar sus ojos de él, no podía evitar imaginar los escenario...
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VINCENT MASLOW
Por supuesto se lo encontró esa misma semana.
En la tarde del sábado, Mindy le había pedido que le hiciera el favor de recoger a su hija en el centro deportivo, dado que le quedaba de paso a su casa, a Vince no le pareció problema. Además adoraba a su sobrina así que no lo pensó dos veces. No contaba con que se encontraría a Cody en la cancha de baloncesto, vistiendo los shorts más ajustado del jodido planeta o una sudada camiseta sin mangas.
Sabía que debía darse la vuelta, era lo más sensato, en lugar de eso caminó hasta la reja de la cancha y lo observó encestar una y otra vez. Contempló los músculos de sus delgados brazos moverse con con el rebotar de la pelota, su ligero cuerpo desplazándose ágil por la cancha, sus fuertes piernas transportándose de un lugar a otro. Se preguntó cómo se sentirían alrededor de su cintura, como se sentiría su firme cuerpo en sus manos. Cuando decidió que fue suficiente y se dispuso a irse, la voz de Cody lo detuvo.
-¡Señor Maslow!-
Mierda.
Vince asintió con casualidad.
-Joven Adler, que coincidencia.-
El encuentro fue coincidencia, los nueve minutos de atención ininterrumpida, no.
-¿Qué hace aquí?- Preguntó Cody jadeando. Una sonrisa en sus labios. Parecía alegre por haberlo encontrado.
-Vine a recoger a mi sobrina.- Explicó. -Eres bastante bueno.-
-Gracias, solía estar en el equipo de baloncesto en la preparatoria.-
Vince asintió. -Yo también.-
-Tirador.-
-Defensa.- Se encogió de hombros. -Por la estatura.-
Cody sonrió. -Lo imaginé.- Levantó su balón. -¿Un juego?-
Marcy salía de su práctica a las ocho por lo que tenía una hora libre por delante, planeaba usarla para aventajar con trabajo en la cafetería del lugar, probablemente debía hacer eso, tenía muchos pendientes que atender por lo que aligerar la carga adelantando trabajo era lo mejor, sin embargo, antes de darse cuenta y sin explicación alguna, se encontró a sí mismo accediendo.
-¿Primero en llegar a diez?-
El joven sonrió de oreja a oreja. -De acuerdo.-
Se desabotono la camisa y la removió de su torso quedándose en la camiseta de tirantes negra que llevaba debajo. Dejó caer su prenda sobre la banca a su lado y se encaminó al centro de la cancha, donde Cody lo esperaba con la pelota en las manos.
-Te lo advierto, soy muy bueno y bastante competitivo, siempre juego a ganar.- Advirtió el mayor.
Vince sintió la mirada de Cody por todo su cuerpo, por sus brazos desnudos y la parte expuesta de su pecho, sus ojos lo recorrieron de norte a sur antes de volver a encontrar su mirada.
