El sueño de esa noche fué diferente, aunque no menos doloroso. La oscuridad seguía siendo la protagonista, pero en medio de ella podía divisar un rostro, la sonrisa blanca y angelical de mi, a éstas alturas, ex novio. Era la imagen de Ethan que venía a mi mente, con el tono exacto de azul que coloreaba sus pupilas, su pelo rubio cayéndole sobre el rostro, su perfecta piel pincelada de durazno en las mejillas… siempre me había perecido lo más hermoso sobre la tierra, cómo la obra de algún pintor antiguo, tan perfecto que se me antojaba inalcanzable, y con un par de palabras ya me había robado el corazón.
Aquella adoraba ilusión se desvanecía conforme me acercaba a él, con pasos torpes a punto de volver a tropezar con cada metro recorrido, los bordes de su persona parecían ser atraídos a la negrura, haciendo que perdiera nitidez y ganando distancia entre nosotros. No sabría decir si era él el que desaparecía ó eran mis ojos los inútiles que no lograba verlo con definición. Lo más probable era que el defecto estuviera en mí.
Pero, para mi sorpresa, a medida que la imagen desaparecía, un suave y delicado aroma a vainilla llenaba mi pensamiento cómo si estuviera caminando por una playa tropical. Supe que sonreí apesar de que ya no podía ver el rostro de mi amado, del único que me había decepcionado tanto, aún mas que mi padre.
- ¿Señor Osorio? – me llamó una voz a lo lejos, sonreí ampliamente casi involuntariamente – Señor Osorio, son las 9 de la mañana, debe levantarse.
Y la cortina negra de mis sueños fué sustituida por la pesada cortina negra de mi realidad. Era el enfermero quién me devolvía a ella, cómo siempre.
- Buenos días, señor – me saludó él mientras yo me sentaba en la cama.
- Buen día – musité con escasa emoción.
- Su madre me informó acerca de sus horarios, espero que no le moleste.
- ¿Dónde está mi mamá? – pregunté ignorando su comentario mientras me desperezaba.
- La señora ha tenido que volver a la librería.
- Ah – susurré y dejé que mi asistente me manejara por toda la casa.
Estaba harto de sentirme tan basura, por lo que mantuve la boca cerrada para no tener que soltar un grito. Tal vez si me quedara mudo, las cosas se me harían mas fáciles
El desayuno fué preparado por el mismo chico, que dicho y sea de paso no recordaba el nombre, cómo si fuera a dirigirme directamente con él alguna vez. Su café tenía un ligero sabor a canela, sus tostadas eran crujientes por fuera y suaves por dentro, cómo me gustaban y la jalea con la que las untó hubiera jurado que era casera, aunque no recordaba a mi mamá diciendo que la prepararía. La experiencia con el desayuno fué más gratificante que la cena de la noche anterior, sólo necesitaba una mano para tomar la taza y era todo cuánto podía usar en mi cuerpo sin que terminara con las piernas quemadas con el café.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...