Mi mamá y el enfermero charlaron todo el camino hasta la casa, ambos sentados en la parte delantera del auto de mi mamá, principalmente sobre la vida del chico, quién no había captado mi interés en lo más mínimo. Nada lo hacía desde que sabía la verdad de mi situación.
Lo que había llegado a escuchar desde mi estado de sopor y casi completa desconexión, eran simples datos acerca de la persona a la que habían condenado a cuidarme, hasta dónde sabía, las 24/7 horas del día.
Mi mamá no podía dejar de trabajar.
El chico se llamaba Joaquín, y si no captó mi atención, si lo hizo con mi mamá, quién se mostró interesada por la historia que venía con él. El enfermero tenía 20 años, y acababa de obtener su título. Venía de una familia de bajos recursos de las afueras de la CDMX.
- Tuve que trabajar de muchas cosas para poder pagar mis estudios, no quería dejarlo todo cuándo tenía alguna oportunidad de continuar… - Contaba él con esa voz tan dulce – Fuí mesero, barrista, niñero, paseador de perros… ya ni siquiera recuerdo todos mis trabajos – y rió por lo bajo.
¡Genial! El chico era alegre y ahora se topaba conmigo: un fantasma de pies a cabeza. Le arruinaría la vida si permanecía a mi lado más de 1 semana. Me desconecté de su conversación tan fácilmente cómo intenté inundarme de ella.
- Eh, Emi… - me llamó mi mamá cuándo estuvimos en casa. Ambos se las habían ingeniado para pasarme del asiento trasero del auto a mi silla de ruedas – Te cambié de habitación. Ahora dormirás en una de las de visitas ¿si? –guardó silencio – lo decidí por lo de la silla de ruedas… digo, no podrás subir las escaleras…
- Está bien, mamá.
- Bajé todas tus cosas; tus mantas, tus almohadas, tu guitarra, tus cuadernos… - me explicó mientras el enfermero impulsaba la silla detrás de la voz de mamá.
- ¡Oh maravilloso! ¡Ahora que bajaste mis cuadernos podré dibujar! Espera un momento, olvidé que estoy ciego. – dije sarcástico. Sólo hubo silencio – ¿vas a explicarme dónde está mi papá ó quieres que me dé un ataque al cerebro mientras intente descifrarlo? – Otra vez silencio. Eso me volvía loco – No se callen tanto tiempo ó voy a pensar que también me volví sordo. – repliqué y escuché que alguien respiraba profundo.
- Emilio.. – Comenzó mi mamá, sentí que me tomaba de las manos y su voz sonaba más a mi altura – tu papá, al parecer, pensó que era mejor…
- Se fué ¿cierto? – afirmé interrumpiéndola con un nudo en la garganta. Silencio otra vez – ¡No te calles mamá!
- Lo lamento
- ¿Y Ethan? – Pregunté, aunque en realidad no quería saberlo, de sólo imaginar que siguió el mismo rumbo de papá …
- No sé nada de él desde hace 1 semana. Desapareció en el momento que estábamos hablando con el médico cuándo dijo…
-… cuándo dijo que estoy ciego. Dilo mamá, es lo que soy.
- Siento mucho ésto, amor. De verdad.
Era oficial. El mundo me había abandonado. Por primera vez comencé a lamentar ser hijo único, no tenía ni siquiera un hermano con quién conversar tranquilamente. Si mi mamá seguía conmigo era por el simple echo de ser mi madre, y por ser Niurka Marcos, una mujer de puro corazón, la persona más sensible que jamás había conocido, que se compadecía de los gatitos en las calles, que lloraba a mares con las películas y que habría rescatado a cualquiera que hubiera estado en mi lugar.
También contaba con el enfermero, pero… ¿Cuánto tiempo tardaría en hastiarse de mí? ¿1 semana? ¿15 días? Todo era cuestión de tiempo para que me quedara sólo.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...