Cap. 44 - Todas Las Noches De Mi Vida - Parte 2

241 29 10
                                    





Aviso: contenido explícito 🔥🔥🔥🔥🔥






Destapé mis ojos y me senté sobre el colchón al ver semejante deidad de pié a 1 metro de mí, vestido con únicamente una camiseta blanca suelta y un par de Calvin Klein negros que dejaban nada (y me refiero a nada) a la imaginación.

Fijé la mirada en el rostro de Joaquín y se ruborizó al instante, se veía tan tierno, cómo si aquello no fuera lo suyo y no tenía idea de lo bien que le quedaba ni de la avasalladora imagen que barría mi consciencia por dentro.

Le sonreí y le tendí una mano para que me acompañara, él se acercó tirando del borde inferior de la única prenda que la vestía en su afán de esconder un poco más de carne.

- Tranquilo - murmuré cuándo estuvo a mi alcance, lo decía tanto para él cómo para mí. Necesitaba la tranquilidad - Te ves... - pronuncié buscando una palabra en mi diccionario mental que al menos abarcaba uno de los sentimientos que producía en mí - ni siquiera puedo describirlo - me rendí luego de 1 minuto.

Joaquín rió bajito - tonto - tenía la piel erizada por lo que supe que sentía el frío del ambiente. Esa camiseta y los Calvin klein podrían quedarle perfecto y arrebatadoramente sensual, pero no abrigaba y no estaba dispuesto a que mi Joaquín pescara un resfriado sólo por quedármele contemplándolo.

Abrí las sábanas y lo invité a refugiarse entre mis brazos. Él se acurrucó en mi pecho y soltó un suspiro sonoro.

- Debo agradecerle a mamá por ésto - musité entre risas.

Lo observé concienzudamente en todo el espacio que el edredón me permitía. Luego volví a abrazarlo y en su oído susurré.

- Me ha dejado sin aliento, Señor Bondoni.

Joaquín se estremeció y giró el rostro para que sus labios estuvieran a mi alcance. Iniciamos con un beso suave, delicado y tierno, continuamos acelerando el ritmo con un beso tan osado que si tuviéramos público se escandalizarían.

Mi mente rápidamente se llenó de su aliento mentolado y pronto no podía siquiera pensar, las neuronas no hacían sinapsis y mi cabeza parecía haberse sumido en una anestesia. Nuestras lenguas se acariciaban llenas de pasión y mis manos se deslizaron por sobre su piel cálida rogando por más de algo que no me atrevía a decir en voz alta.

Lo quería a él, a su cuerpo. Quería sentirlo tan mío que olvidara mi propio ser y pertenecer también a él, entregarle una vez más mi alma con cada suspiro y mi cuerpo con cada gota de sudor.

Nos separamos un segundo para algo tan vital cómo respirar y él clavó sus pupilas en las mías con preguntas que respondí a fuerza de besos.

'Sí soy tuyo' gritaba en mi mente. Él lo entendió al instante.

Sus manos delinearon los músculos de mi abdomen y su boca recibía mis gemidos, ahogándolos y evitando que el resto de la casa se enterara lo feliz que era. Feliz en sus manos y feliz de sentirme tan vivo

Feliz, que fácil era serlo con él a mi lado.

La timidez de su previa exhibición se iba diluyendo conforme nuestras ropas desaparecían. Sólo él se mantenía vestido con aquella prenda oscura que osaba cubrir su piel tersa. Pronto dejaría de ser una molestia.

MI camiseta gris decoró el suelo a los pocos minutos de habérmela puesto y sus labios depositaron besos húmedos desde mi cuello hacía abajo, por mi pecho, entre mis pectorales, en mi abdomen que subía y bajaba al intentar llenar mis pulmones del aire que parecía haberse vuelto más espeso.

Luz De MediaNoche // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora