Cap. 34 - Lo Mejor De Mí - Parte 2

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El mecanismo que antes se había activado en mí, el mismo impulsado por los besos de mi novio había despertado por lo que no pude y cuándo me dí cuenta estábamos en el mismo estado que 1 minuto atrás, con la diferencia de que ya sentía que el edredón estaba demás.

Joaquín sonrió bajo mis labios y los mordí delicadamente para recordarle las mismas sensaciones y responder a cualquiera de las preguntas que se estuviera formulando, todas con un afirmativo. Su piel era maravillosamente suave, cálida y con mis propios labios comprobé que además era dulce, cómo miel ó caramelo. Describí una línea descendente invisible por su cuello al tiempo que él me abrazaba por la nuca, dejándome ubicarme sobre él con mi peso soportado en uno de mis brazos, mientras que con mi otra mano memorizaba cada poro de la piel de su cintura, en el punto exacto dónde antes me había detenido.

Pronto fué él el encargado de la deliciosa tortura. Coló sus manos bajo mi camiseta haciendo que me estremeciera y no fuera precisamente a causa del frío exterior, delineó tortuosamente mi abdomen con sus dedos medio temblorosos, medio seguros llevándose con caricias la tela de mi camiseta, separando su boca de la mía y uniendo nuestras frentes al mismo tiempo.

Aún así, sentía el aliento escaparse de sus labios entreabiertos y chocar contra mi nariz, nublándome la escasa consciencia que estaba sobreviviendo a aquel aluvión de sensaciones cada vez más intensas.

¿Quieres que te detenga? - preguntó Joaquín con la voz entrecortada.

- Espero que no, la verdad - respondí en el mismo estado deplorable. Él rió por lo bajo. Yo mismo me sorprendía de lo rápido que cambiaba de opinión.

Sus manos se deshicieron de mi camiseta con una facilidad envidiable justo en el momento en que pensaba quitármela para ahorrarle el trabajo y sentí el calor y la ternura de sus labios pasear por mi cuello en forma de suaves roces carnosos activando a su paso nervios que creí inexistentes, descendiendo por mi clavícula, manejándome a su antojo y logrando que mi espalda reposara otra vez en el colchón con una temperatura diferente a mí mismo.

Joaquín sonrió triunfal sobre mi piel al notar mis estremecimientos poco delicados.

No es que nunca haya hecho el amor con un chico, al contrario, Ethan lo sabía bien, lo que sucedía era que aquella marea de pasión era tan intensa que nunca antes lo había sentido así, por lo mismo desconocida para mí. Desconocida, deliciosa, poderosa y avasalladora.

¿Cómo no daría yo lo mejor de mí si él daba lo mejor de él?

Continuó bajando por mis pectorales y por la línea de mi abdomen con tortuosa lentitud hasta llegar al borde de mi pantalón que rápidamente se dedhizo de él. El sólo contacto de sus dedos en mi piel me nublaba la mente y aceleraba mis latidos a más no poder.

Cuándo volvió a invadir mi boca supe que era mi turno, que había llegado finalmente mi oportunidad de enseñarle que también yo era capaz de ponerlo en el mismo estado.

Lo giré con tranquilidad sin perder contacto con sus labios hasta que volvió a estar bajo mi cuerpo, con el mío divinamente ubicado en la separación de sus piernas. Sus manos se enredaban en mi pelo y las mías se deslizaban por su cuello con el tacto de mis manos, buscando a tientas cualquier vestigio de tela que pudiera entorpecer mi expedición a aquella piel maravillosa.

De camino me encontré con los botones de su playera, que descubrí era todo lo que le cubría en la parte superior, su pecho desnudo se pegó a mí cuándo se incorporó para que quitara la tela de en medio y el calor en mi cuerpo ascendió unos cuántos grados más, acompañado de un beso aún más embriagador que los anteriores.

Luz De MediaNoche // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora