Aquellos 15 días que me habían dado de plazo permitido para disfrutar de la presencia de Joaquín, se habían extinguido cómo una bola de humo después de la visita a la casa de los Bondoni (que se repitió un par de veces más en los siguientes fines de semana), y mis nervios seguían allí, incrementándose hasta volverse mal humor por las mañanas y tristeza conforme pasaban las horas y se acercaba la noche, para convertirse en dolor por las madrugadas cuándo quería dormir.
Joaquín se iba y no podía hacer nada que se quedara.
Si bien Joaquín me había presentado a su familia y ellos habían demostrado un creciente interés en mi vida, que comparándola con el tío Federick, era maravillosa, él y yo no volvimos a ser los mismos de antes de que me quitaran los yesos. Joaquín hablaba poco cuándo estábamos lejos de su casa, y eso sumado a que yo mismo había puesto un filtro en mis palabras que me permitía soltar sólo 2 ó 3 frases de vez en cuándo.
Llegué a pensar que se encontraba demasiado feliz de abandonar su puesto junto a mí y que lo de "Vales oro, Emilio", era sólo una táctica para que mi autoestima aumentara, cómo de hecho había pasado.
Todos esos días lo había oído empacar sus cosas, lavando su ropa y buscando prendas en su cuarto cuándo yo me sentaba en el living a lamentarme de mi vida. Hubiera dado cualquier cosa por poder tener suficiente valor para apartar el libro que aparentaba leer, ponerme de pié, atravesar el living hasta su cuarto, tomarlo entre mis brazos, besarlo y rogarle que se quedara.
Reí amargadamente. Sí, nunca había sido un tipo demasiado arriesgado. ¡Le tenía miedo a las películas de terror, maldita sea!
La ultima semana había terminado con las manos vendadas, tal cómo había temido la primera clase, la cocina no era tan sencilla cómo el manejo del bastón blanco y el fuego se había declarado su enemigo desde el primer momento. Tal vez estaba aliado con el destino, ambos habían formado una oscura sociedad contra mi persona...
- ¡Emilio! ¡Joaquín ya se vá! - Avisó mi mamá desde el living aquel estúpido domingo.
El chuchillo en mi pecho necesitaba atravesar un poco más mi corazón.
Lo cierto es que había estado evitando recordar que ese día llegaría y que debía despedirme de Joaquín, pero debí esperar sentado a que regresara mi vista, que tendría mejores resultados. No había contado con que el evitarlo, no lo hacía llevadero sino lo contrario.
Había estado rehuyéndolo todo el día, tenía miedo a que si estuviera demasiado cerca de él, dijera cosas que no quería y que me hundiría más en mi infierno. Cómo si tal cosa fuera posible... ¿podría estar más hundido en un pozo de si profundo?
Por la mañana, salí hasta las 12 del mediodía en un paseo por las calles de la CDMX que ya reconocía y que no me costaban casi nada reconocer. Pasé por los cafés oliendo el sabor dulzor del café y los panecillos recién horneados, por las tiendas atiborradas de mujeres que hablaban en voz alta con otras, por la tranquilidad del parque rota a intervalos por la risa de niños y el gorjeo de los pájaros...
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...