Mi mente recreaba una y otra vez el momento, el impacto. Eran sólo imágenes que se distorsionaban tanto que no estaba seguro de lo que podrían significar, a mi alrededor veía cristales, mucho color rojo, haces de luces intercalados con ráfagas de oscuridad, voces susurrantes, algunos gritos, una fría brisa corriéndome por la cara, luego calor febril… todo era extraño que supe que estaba soñando.
- Emi hijo - Escuché la voz de mi madre, luego sentí una leve presión en mi mano, abrazando mis dedos.
Intenté abrir los ojos, pero algo me obstaculizaba, me llevé la mano a la cara y sentí que tenía la mitad del rostro y toda la cabeza cubierta por alguna especie de tela rugosa, me tomó 1 minuto completo comprender que era gasa, un rayo de dolor me atravesó el cráneo mientras todavía las preguntas giraban sin respuesta.
Tardé otro minuto en percatarme de lo que reinaba a mi alrededor. Un agudo sonido constante al lado de uno de mis oídos, taladrándome la cabeza. Reconocí el olor característico de aquel lugar dónde algún día trabajaría, si las cosas salían bien. El aroma a alcohol, lejía y medicamentos me decía claramente que estaba en un hospital.
Sentí un pinchazo en la mano dónde había tenido la presión, era una agua intravenosa. No debería estar precisamente en perfectas condiciones si había requerido que me colocaran suero.
- ¿Mamá? - pregunté con la voz pastosa, en lo que me pareció media hora después de que supe que estaba allí - ¿Qué paso? ¿Porqué tengo…?
- Tranquilo, Emilio. Has tenido un accidente y estás en el hospital – Me puso al tanto mi mamá con voz conciliadora.
Ok, eso explicaba algunas cosas.
- Voy a avisar al médico que despertó - Esa voz la reconocí de buenas a primeras, sonreí ampliamente sólo para hacer una mueca de dolor antes de hablar.
- ¿Ethan?
- Soy yo, amor. Ahora vuelvo – me avisó tocándome los dedos de la mano a la que mi mamá no está aferrada.
Quise mover las piernas y de nuevo sentí un dolor muy parecido a la presión de miles de agujas en toda la extensión de mi piel, una pierna pesaba más que la otra, por lo que quizás tenía un yeso. Era la pierna derecha, la que dolía más.
Intenté mover los brazos, éstos dolieron menos, pero tenía el izquierdo enyesado, desde la mitad del brazo hasta la palma de mi mano. Sentía todo el cuerpo entumecido, cómo si me hubieran pasado una bola de demolición por encima, claramente había tenido un accidente y recordé un segundo después.
¡Genial! Estaba hecho una momia, vendado de pies a cabeza y con ese dolor de cabeza adormecido sintiéndose en cada centímetro, y de seguro que estaba anestesiado, no quería ni imaginar lo que sería cuándo se pasara el efecto… ésto no caería mejor en casa ni por asomo.
- Quédate tranquilo, Emi. Ya viene el doctor – repitió mi mamá.
Me sentí en la completa necesidad de disculparme por la manera en que había huido de casa. Si no hubiera reaccionado así, no estaríamos en tanto embrollo.
- Mamá … perdón.
- Está bien, hijo, no te preocupes por eso ahora – susurró, me hubiera gustado verle el rostro en ese momento.
- ¿Y papa? – Pregunté, no me pareció haberlo escuchado desde que había recuperado el conocimiento. Mi mamá guardó silencio por demasiado tiempo… eso no me gustaba.
- ¡Emilio Osorio! – Exclamó un hombre a unos metro de mí
- El doctor de La Torre, Emi – Me dijo mamá en un tono de voz muy bajo. Ella parecía estar sentada a la altura de mi oído, mientras que al doctor se le escuchaba lejos.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...