Mi corazón se aceleró expectante mientras me acercaba a la puerta con pasos dubitativos, no solía tener visitas y había escuchado en la televisión acerca de ataques a personas con discapacidades cómo yo, la gente se aprovechaba de nuestras limitaciones para robar. Y ésta situación era demasiado sospechosa...
- ¿Quién es? - pregunté tratando de sonar seguro, con una mano en el pomo de la puerta y la otra cerrándola en torno a uno de los jarrones de mamá que descansaban sobre una mesita a un lado de la puerta.
- Entrega especial - dijo la voz de una mujer del otro lado.
Volví a dudar... que fuera mujer no significaba que estaría seguro, además de que la voz estaba siendo claramente forzada. No había una mujer detrás de la puerta. Abrí la puerta lentamente y escondí el jarrón (listo ante cualquier sonido extraño) detrás de la hoja de madera.
- Si no querías que viniera sólo debías de habérmelo dicho en lugar de recibirme empuñando un arma - pronunció una voz que yo conocía muy bien.
- ¿Joaquín? - susurré maravillado, colocando el jarrón en su lugar después de cerrar la puerta.
- Buenas tardes, Señor Osorio - me saludó él y extendí mis brazos para abrazarlo.
Mezclé mi nariz entre su cabello y me llené de su fragancia, una vez más y sintiendo cómo si un calmante me recorriera las venas adoloridas hasta llegar a mi corazón.
- Buenas tardes, Señor Bondoni - musité y el soltó una risita.
- No interrumpo nada ¿No? - Preguntó separándose.
- Lamento decir que sí - pronuncié mientras él caminaba tomado de mi mano – has interrumpido mi lectura - dije, fingiendo estar ofendido.
- Lo lamento - reí entre dientes mientras nos sentábamos en el sillón que antes yo estaba ocupando.
El cuero chilló bajo su peso y me senté a su lado, con su mano aún abrazando la mía.
- ¿Quieres tomar algo? Agua, jugo, té, café... ya no me quemo cómo antes, sabes. Cualquier cosa, sólo pídemela. Podemos escuchar música ¿preparo palomitas de maíz? - sugerí todo junto y tan rápido que él rió frente a mí.
- Me parece gran idea lo de la comida y las palomitas.
- Te invitaría a ver una película, pero no te serviría de comentarista, así que... aunque si quieres verla, yo aún escucho...- me rectifiqué a último momento, quería que él la pasara bien, no me importaba que yo no pudiera disfrutar lo mismo que él, pasaría la mayor parte del tiempo memorizando su fragancia después de todo.
Joaquín volvió a reír – No te preocupes - me cortó – no se me antoja ninguna película, he visto los estrenos y son dos, de terror y una comedia... prefiero los musicales.
- También yo - acepté con una sonrisa - Ok, elige un disco del montón y yo preparo las palomitas - señalé hacía delante con un dedo dónde estaba el equipo de música y luego con el pulgar hacía atrás mostré la cocina.
- Ok - musitó él y me puse de pié para ir a preparar las palomitas.
Debía mantener la calma en el sencillo preparado ó terminaría con las manos dentro del microondas y Joaquín no creería que habría mejorado en la cocina... aunque, si me ponía a pensar, al verme todavía torpe podría quizás volver a su puesto de ayudante...
"No juegues sucio" me dijo una voz en la cabeza.
Tomé 2 paquetes de maíz, de eso que bastaban con ponerlos en el microondas y calentarlos un minuto y, después de cerrarlo presioné los botones precisos, todo mientras tarareaba una canción alegremente. Rebusqué en las alacenas un par de vasos de cristal y en la heladera la gran jarra de jugo de naranja que había preparado en exceso para mi desayuno, los coloqué en una bandeja.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...