- Gracias - dije cuándo él empezó a desenrollar mi torpe vendaje. Sin duda, la enfermería no era lo mío, mis conocimientos médicos eran meramente teóricos y no abarcaban aún ésta rama y pensar que habría podido ser médico.
- No es nada, Emilio - replicó él.
- No - insistí – Gracias por todo. No tienes idea de lo mucho que has hecho por mí, no exagero cuándo digo que mi vida no hubiera sido la misma sin tí, eras cómo... la luz de mi medianoche, y... lamento no haberlo dicho cuándo te despediste.
- No te preocupes.
- Gracias por el libro también, eso ha de haberte costado bastante dinero – agregué.
Había tantas cosas que me había dado y yo sólo lo había tratado mal al principio para luego ignorarlo y al final, cometiendo el peor de mis errores, enamorarme de él.
- La verdad es que no me costó un sólo peso, prácticamente lo hice todo yo - contó mientras sentía que la quemadura en mi mano ardía con la caricia de un algodón empapado en alguna solución – Lo único que no hice fué colocarle el espiral, pero fuí yo quién escribió los versos. Mi tío me prestó su máquina, así que es totalmente artesanal - si no fuera porque era el más feliz del hospital estaría llorando.
- Gracias otra vez, entonces.
- Y dime... ¿Cómo está Niurka? - quiso saber - Estaba pensando en visitarla en la librería ¿aún trabaja allí?
- Si, aún trabaja allí. Instaló una sección de libros de Braille la semana pasada y le está yendo muy bien. Creo que yo mismo voy a comprármelos todos - reí, después de mucho tiempo.
- Eso es genial.
Me hundí en una detallada descripción de lo que era mi vida hasta entonces, no es que hubiera mucho que contar, pero él parecía querer conocerlo todo, cómo si mi existencia fuera lo más interesante del mundo. Claro, omití los detalles cómo que me dormía llorando si lo recordaba ó que estaba quebrando mi intento de olvidarlo al ir a visitarlo, y que por cierto no estaba funcionando nada bien. Mi corazón seguía estremeciéndose con sólo recordarlo a pesar de que haya pasado 1 mes sin sentirlo. Eso no era algo de lo que pudiera contar, no me imaginaba metiendo en una conversación con él la frase "¿Sabes? Estoy intentando olvidarte porque me dí cuenta que estoy condenadamente enamorado de ti ¿tienes idea de lo que puedo hacer para lograrlo? ¿Un medicamento... ó algo?"
Casi reí de lo estúpido que sonaría, y era en ese momento cuándo lo perdía para siempre olvidándome de inmediato de siquiera aspirar a un título de 'Amigo de Joaquín'
Guardamos silencio mientras él trabajaba con mi mano. El aroma a Vainilla que tanto había añorado estaba allí, flotando en el aire sobre los demás aromas característicos de un hospital y haciendo que estar junto a él me recordara los días en los que él cuidaba de mí, la suavidad de su toque también estaba allí, acariciando la piel de mi mano con profesionalismo. Ojalá yo hubiera podido mantenerme tan tranquilo si estuviera en su lugar, si yo hubiera tenido el privilegio de protegerlo de algo, de cualquier cosa, de curar sus heridas...
De nuevo me invadieron las ganas de abrazarlo, de... besarlo, porque era simplemente Joaquín y estaba allí otra vez, frente a mí, a pocos centímetros, pero no debía echarlo todo a perder, no teniéndolo de nuevo.
- Emilio...- interrumpió mis cavilaciones - ¿De verdad viniste a un control? Digo... no es que desconfíe de tu palabra, pero... es extraño que hayas venido después de tanto tiempo - pronunció mientras apretaba la venda de mi mano, terminándola.
Acorralado. Estaba acorralado.
Mi cabeza pensaba a mil kilómetros por hora en una mentira que sonara lo suficientemente creíble cómo para que él no se diera cuenta. Sin embargo, Joaquín de alguna forma, me había descubierto. Suspiré resignado.
- Es verdad, me descubriste - acepté - No tengo turno con el Doctor De La Torre.
- ¿Entonces?... viniste para que te pusiera ésta venda supongo.
Negué con la cabeza y un segundo después supe que debía afirmar eso antes de soltar la verdad. Era un estúpido.
- En realidad... vine a visitarte. - Joaquín guardó silencio y todo lo que pude oír fué el movimiento de algunas cosas dentro de una caja de cartón. – No sabía si nos cruzaríamos alguna vez por la calle porque no salgo mucho... así que vine. Espero que no te cause problemas - agregué y temí haber hablaba de más.
Joaquín seguía en silencio y la tensión seguía en mi cuerpo. ¿Qué demonios había dicho?
Suspiró mientras apretaba suavemente mi mano vendada entre la suya, que no había soltado en ningún momento y me daba un poco de tranquilidad, sólo un poco.
- ¿Qué pasa? - pregunté levantando la mano que él no tenía presionada, la tomó y la puso sobre su mejilla. Un temblor me recorrió desde la palma, por el antebrazo, el codo y el hombro, descendiendo hasta posicionarse en mi pecho.
- Emilio...- susurró en un tono extraño - ¿Me creerías si te dijera que te eché mucho de menos? - dijo otra vez quise llorar... de alegría.
- Claro que lo creería - dije intentando que la voz no se me quebrara - ¿y si te dijera que yo también te eché de menos?
Joaquín rió por lo bajo y necesité de todo mi control para no estrecharlo entre mis brazos. Mas él me ganó de mano y cruzó sus brazos por mi cuello en un abrazo que venía deseando desde el día que dejó mi casa. Lo estreché con fuerza contra mi pecho sin ganas de soltarlo jamás, cómo si así lograra que me quisiera sólo un poco de lo que yo lo quería a él. Apoyé mi nariz en su hombro, llenándome de su esencia tropical y conteniéndome las ganas de besarlo, de llegar más allá, de decirle todo sin que nada más importe. Y así, entre mis brazos, sentí por una milésima de segundo que, tal vez y con toda la suerte del mundo de mi lado, si sintiera algo por mí que no fuera lástima...
- ¿Estás bien, Joaquín? - le pregunté buscando su rostro con mi mano cuándo nos separamos. Él pronto la tomó y me dió un beso en la palma. ¿Cómo hacía eso? ¿Porqué? ¿Qué pasaba con él?
- Si, sólo que...- susurró y soltó una risita entre dientes que sonó demasiado amarga – No pensé que me pasaría ésto otra vez.
- ¿Pasar qué? - quise saber confundido.
Él volvió a guardar silencio y los latidos de mi corazón se aceleraron a la par de los de él... cómo si supieran que pasaba. No podía entender porqué él estaba nervioso, es decir, yo lo estaba desde la noche anterior y que mi pecho sonara vergonzosamente estruendoso era por eso, pero ¿Y él? ¿Porqué dudaba?
- Emilio, yo...- comenzó presionando más mi mano sana en su mejilla que comenzaba a levantar temperatura – yo...
Seguimos..............
Éstos se irá poniendo interesante........
Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...