Cap. 31 - Es Tu Decisión

248 31 22
                                    



A la mañana siguiente ya estaba despierto cuándo mi despertador sonó. Decir que estaba nervioso era quedarse corto. Apenas desayuné luego de bañarme y junto con mi mamá partimos hacía el hospital. Ella había logrado que le dieran permiso en la librería para llegar un poco más tarde. Estaba seguro de que la presencia de mi mamá sumada a la de Joaquín me ayudaría muchísimo a mantener la calma en todo momento.

Sonreí al recordar a Joaquín mientras la brisa fresca me acariciaba el rostro a través de la ventanilla del auto de mi mamá, y se me erizó la piel al recrear todos los momentos que habíamos pasado juntos la tarde anterior, sus besos y sus caricias. No me sentía tan feliz desde... nunca me había sentido tan feliz, pues ni siquiera en los tiempos de Ethan podía decir que me colgaba pensando en alguien de la manera en que pensaba en Joaco, ni siquiera Ethan lograba dibujarme esa sonrisa tonta de enamorado en el rostro cada vez que lo recordaba.

- Llegamos hijo – me avisó mi mamá dándome un apretón en la mano izquierda - ¿Estas bien?

Sólo asentí, un nudo se me había armado en la garganta. Desplegué mi bastón blanco cuándo bajé del auto, mi mamá me tomó de un brazo y entramos al hospital. Caminamos por los pasillos lentamente, supe que mi mamá estaba esperando que me tranquilizara lo suficiente antes de enfrentarme al médico.

- Buenos días - saludó una voz que reconocería en cualquier parte. Sonreí y sentí que la mano de Joaquín se apoyaba en la mía.

- Buenos días, Joaquín - Respondió mi mamá.

Joaquín se acercó a mí hasta que nos rozamos las narices, me regaló un pequeño beso que me llenó de seguridad en el mismo instante. Podía escuchar lo que sea que el médico pudiera decirme acerca de la operación.

- Sentémonos. Creo que el doctor no tarda en llamarnos - musitó tomando de la mano que mi mamá no aferraba.

Los 3 tomamos asiento en una serie de banquitos acolchados a un lado de la puerta (es lo que supuse), mi mamá a mi izquierda y Joaquín con la cabeza apoyada en mi hombro a la derecha, y me dediqué a dos cosas: a escuchar el tic tac de un reloj cercano que para mí sonaba por sobre el murmullo propio de una sala de espera y a apreciar el perfume tropical de quién de vez en cuándo me daba besos en mi hombro, por sobre la tela de mi abrigo ligero.

- Osorio, Emilio - Llamó la voz aguda de una mujer luego de que haya oído la puerta abrirse.

Tomé una bocanada de aire al tiempo que mi mamá y Joaquín me daba su apoyo sin soltarme un segundo. Algo que agradecí.

- Buenos días, Emilio, Niurka. No me sorprende verte aquí, Joaquín - saludó el médico desde el fondo de la oficina.

- Buenos días doctor – Respondieron al unisonó mi mamá y Joaquín.

- Tomen asiento – Nos invitó y prontamente lo hicimos manteniendo las mismas posiciones – Bien, dime Emilio, ¿No has tenido dolores éstas últimas semanas?

- Ninguno doctor - aseguré, en lo que respectaba a lo estrictamente físico. Aunque de los otros dolores no quedaba ni un requisito gracias a Joaquín.

- Bien, supongo que Joaquín te ha contado lo de la conferencia en Alemania.

- Exactamente.

- Tuve el honor de conversar con los mejores cirujanos del mundo y hemos encontrado una nueva técnica para operar la ceguera cortical, cómo bien sabes - Sólo asentí, el doctor estaba dando demasiadas vueltas y me estaba poniendo nervioso – El problema es que esa técnica no ha sido usada con mucha frecuencia desde que la descubrimos por lo que los resultados no están tan marcados.

Luz De MediaNoche // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora