Joaquín se había ido, y no debía afectarme tanto. Su tiempo conmigo había terminado, y yo sabía que se iría. Tarde ó temprano lo haría, yo no era más que un trabajo que le había permitido llevar un poco de comida a su casa. Pero ¿Cómo hacer entender al corazón que él ya no estaría cada mañana?
- Emilio, ¿Estas bien? – preguntó mi mamá poniendo las manos en mis hombros.
- Si, mamá. No te preocupes. Voy a estar en mi cuarto si me necesitas. – caminé seguro hacía la dirección dónde se encontraba mi habitación.
- Es por Joaquín, ¿Verdad?
Me detuve en seco, agaché la cabeza y sentí que el pecho me dolia cómo hacía un segundo. No respondí. ¿Qué decir? ¿Realmente importaba responder? Se había ido, que respondiera una pregunta no lo haría volver.
Traspasé la puerta, destrozado, al menos no necesitaba de la ayuda de aquel bastón dentro de la casa. Ya todo lo reconocía naturalmente. Ojalá pudiera reconocerme a mí mismo con la misma claridad. Me tumbé en mi cama de cara a la almohada y pasé mis manos debajo de ella con la intención de estrujármela contra mi rostro cómo si asi lograra asfixiarme, cómo si asi pudiera ahogar el grito que pugnaba por salir.
De entre los pliegues de tela, sentí un objeto rígido que prontamente quité para palpar. No recordaba haber guardado algun libro allí. Me senté en el colchón, los ojos me ardían con las lágrimas esperando detrás de mis parpados, pero no las dejaría salir por nada del mundo. Llorar no me lo devolvería.
Aquello era una especia de cuaderno grueso y rectangular, con un espiral de plástico a un lado, gruesas tapas texturazas cómo fuera la corteza de un arbol, obviamente no lo era, y sus páginas estaban punteadas en esas letras que reconocía por instinto cómo si pudiera leer las palabras escritas con un lapiz sobre un papel cualquiera.
“Emilio – comenzaba - me dí cuenta de que éstos últimos días me estabas evitando, no tengo idea del motivo. Si fué por mi culpa, lo siento. Me hubiera gustado tener una charla entre ambos cómo esas que hace tiempo no teníamos, antes de volver a mi trabajo del hospital, que me resultará aburrido, tengo que aceptar. Pero no te preocupes, era sólo otro de esos sermones que tú ya sabes y que estoy seguro que no necesitas, tal vez sólo quería dejarte unas palabras antes de irme. También sabes que eres el mejor amigo que he tenido y agradezco infinitamente cada uno de los momentos que me has regalado. Cómo amigo, tengo fé increíble en tí y me sorprende de mí mismo por sentirlo así. Tú bien sabes, y lo has experimentado en carne propia, la vida es dura, sabes que siempre intenta amargarte de mil y una maneras, pero tú has sobrevivido a todo eso y eso admiro de tí, Emilio Osorio. Conociéndote de seguro dirás que todo fué por mi ayuda y no sé que más, y sí, yo ayudé, pero no era yo quién te impulsaba a levantarte de la cama todos los días, no era yo el que te metía a fuerzas la comida en la boca para que te la tragaras y no murieras de inanición, lo has hecho tú y eso en poco tiempo. Con mi tío tardamos meses antes de que volviera a decir una palabra y dejara de hundirse en su propia miseria, y tú pronto hasta sonreías y dejabas de insultarte e insultarme cómo lo hacías al principio. Puedes contar conmigo siempre y lo sabes, sólo quería recordártelo, estaré dispuesto a ayudarte en lo que más necesites y no cómo el enfermero que soy, sino cómo tu amigo. Éste cuaderno es un pequeño regalo para tí, porque compartes conmigo el mismo gusto por la lectura y el romanticismo, y te lo imprimí con tus poemas favoritos. Espero te guste y que cuándo lo leas al menos recuerdes que un chico te enseñó a leerlo. Te deseo lo mejor, Joaquín ”
Las lágrimas cayeron en sorda agonía hasta la libreta en mis manos.
Y Joaquín decía que no había obrado el milagro de transformarme de lo que sea que haya sido después del accidente a un ser humano pensante y sensible, y ahora lloraba por las palabras suyas en aquel papel. La libreta estaba llena de mis escritos favoritos, los de Neruda en su mayoria.
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Luz De MediaNoche // Adaptación Emiliaco
FanfictionEmilio pierde la visión en un accidente automovilístico. Dispuesto a rendirse ante la oscuridad y todo lo que venga de ella, cae en una solitaria depresión. Pero hay alguien que no dejará que se hunda, alguien que estará cada día de su travesía con...